Cuba: internet como privilegio
ALEJANDRO ARMENGOL
Hay dos tácticas fundamentales, que el gobierno de La Habana lleva
décadas empleando contra la oposición pacífica.
Una es recurrir a la envidia ciudadana, acusar a los opositores de
recibir grandes sumas provenientes de Washington.
La otra es considerarlos elementos subversivos, capaces de llevar a cabo
o preparar planes destinados a producir el caos, desestabilizar el país
e incluso crear las condiciones para supuestos ataques militares.
En un régimen totalitario, el ejercer un pensamiento independiente de
forma pública resulta peligroso. La difusión de ideas y opiniones, que
van en contra de la corriente del pensamiento impuesto desde el poder
—aunque no fomenten la subversión y mucho menos acciones violentas para
destruirlo— no puede ser tolerada.
El régimen cubano incluso ha llegado a considerar el uso de los
teléfonos celulares como instrumentos ideales para labores
"subversivas", cuando en un editorial aparecido en Cubadebate
caracterizó la celebración en La Habana del Festival CLIC, que durante
tres días discutió sobre las nuevas tecnologías de la información y el
uso de las redes sociales de internet en 2012, y al que asistieron
blogueros, escritores, periodistas independientes y activistas, como un
evento con fines "subversivos", al que intentó vincular incluso con
actividades de "insurrección armada".
"Esta maniobra tiene claros antecedentes en la red que construyera en
Siria un funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos,
utilizada hoy para alentar el terrorismo y la intervención extranjera y
que Estados Unidos enmascaró como un servicio para denunciar el maltrato
escolar. En Libia los celulares "Thuraya", especialmente promovidos por
EEUU, permitieron establecer coordenadas y ubicar blancos civiles y
militares, que ocasionaron incalculables pérdidas a las fuerzas leales
al gobierno de entonces", afirmó en aquella ocasión Cubadebate.
Si por razones económicas el uso de los teléfonos celulares ha
continuado extendiéndose, es una de las razones para apoyar cualquier
tipo de medida que facilite los cambios económicos, más allá del
aferrarse a medidas políticas ya caducas.
El tratar de convertir cualquier conducta o idea ajena al régimen, en
una falta de reverencia o respeto, no es solo una muestra de
totalitarismo, sino también un ejemplo de ideología reaccionaria. Una
ideología retrógrada que no tiene otra expresión para materializarse que
el recurrir a la represión más grosera y burda.
En un tono más moderado —acorde a los tiempos que corren— el ex ministro
de Cultura y ahora asesor de la presidencia, Abel Prieto, acaba de
recurrir a explicaciones reaccionarias similares. Curioso en su caso,
porque si algo lo caracterizó, como esperanza —es cierto, a la larga y a
la corta espuria— fue el intentar representar una imagen progresista
dentro del marasmo cultural, e incluso político, imperante en el momento
de su elección como ministro.
Prieto instó recientemente a difundir un "pensamiento descolonizador"
sobre el uso de las nuevas tecnologías y promover alternativas para
contrarrestar prácticas hegemónicas.
"Debemos promover, Cuba, el ALBA, la CELAC, otros actores progresistas
de la comunidad internacional, la difusión de un pensamiento
descolonizador sobre el uso de estas tecnologías", afirmó Prieto en la
clausura de una conferencia internacional sobre comunicación política en
el ámbito digital celebrada en La Habana, informaron medios oficiales.
De nuevo el internet y la telefonía clasificados no como un avance
tecnológico, sino limitado a uno de sus usos. Porque si bien estas
tecnologías son utilizadas con fines bélicos y de inteligencia, por lo
general sus usuarios lo emplean en actividades más vulgares, desde
comunicarse con amigos hasta buscar pareja.
En su intervención, reproducida también en Cubadebate, Prieto dijo que
el internet es un "derecho social" y destacó que es necesario promover
el acceso a la red entre los que menos tienen.
El asesor se equivoca: el acceso a internet no es un "derecho social"
sino en primer lugar una legitimidad individual, ciudadana. El
considerarlo como una categoría social —que también lo es— no es más que
una sucia artimaña, repetida en Cuba una y otra vez en infinitud de
ocasiones, para trocar en privilegio de unos pocos elegidos lo que de
por sí debe estar al alcance de todos.
La función de internet se asocia, en primer lugar, a un uso personal, ya
sea doméstico, laboral o público. No hay contradicción entre utilizar la
red en el trabajo o en el hogar, salvo el hecho de quien paga el
servicio. En este país uno puede entrar en cualquier Starbucks y
conectarse a la red, incluso sin tener obligatoriamente que comprar un café.
Lo que debió enfatizar Prieto es la necesidad de brindar el servicio a
los que "menos tienen", que en el caso de Cuba son los millones que
carecen de una conexión en sus hogares. Bajo el argumento de un bien
social, lo que está postulando es precisamente lo contrario: convertirlo
en prebenda.
Cuba tiene una de las tasas de penetración a la red más bajas del mundo.
El servicio es caro y deficiente. Eso es lo que debía preocupar a los
funcionarios como Prieto, y no dedicarse a fabricar espantapájaros gastados.
Source: ALEJANDRO ARMENGOL: Cuba: internet como privilegio | El Nuevo
Herald El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article23879365.html
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