Con más años y menos esperanza
Muchos jubilados cubanos, después de haber trabajado durante décadas,
ven cómo el monto ridículo de sus pensiones casi nada puede hacer para
garantizarles una vejez materialmente decorosa
sábado, junio 13, 2015 | Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba. – Con relativa frecuencia los medios informativos
nacionales hacen referencia al envejecimiento de la población, los
comentarios y valoraciones oficiales sobre este complejo asunto no
demuestran una conciencia clara ni una sensibilidad definida con un tema
de trascendencia y repercusiones preocupantes a muy corto plazo.
Las manifestaciones evidentes de la profunda crisis demográfica que
enfrentamos demuestran que por primera vez en nuestra historia la
población cubana se encuentra en un franco periodo de estancamiento con
una fuerte tendencia a la disminución. El éxodo ininterrumpido de
personas en edad fértil y la muy baja tasa de natalidad de las últimas
décadas complican sobremanera el panorama demográfico actual y sobre
todo futuro de la Isla.
Con su natural perspectiva cínica e indolente de la realidad las
autoridades cubanas repiten sin sonrojo que nuestra situación
demográfica se identifica con la de los países altamente desarrollados.
Desconocer como el altísimo costo de la vida, el bajo poder adquisitivo,
la escasez de renglones de primera necesidad, la crisis habitacional y
la falta de horizontes y perspectivas de vida que condicionan la
vocación migratoria de los cubanos en edad fértil, constituyen las
causas fundamentales del estancamiento demográfico, implica una
irresponsabilidad tan grande como la de no crear las condiciones de
transformación y desarrollo socioeconómico que coadyuven a eliminar esas
causas.
De más está reiterar que esas nuevas condiciones pasan por asumir
modelos alternativos que se alejen de las estructuras del estatismo
hegemonista y destructor que ha prevalecido en Cuba por más de medio siglo.
Porque muchos son los retos que enfrentará Cuba en un inminente proceso
de reconstrucción democrática, junto a la recapitalización de un
desmoronado país, la complejísima restauración de las culturas cívicas,
comercial y sindical y la tan necesaria recuperación de los valores
éticos, son muchos los traumas sociales que heredaremos del castrismo.
A las enormes cotas de desigualdad y corrupción que corroe nuestro país
se une esa creciente masa de madres solteras que deben cargar sobre sus
hombros el peso de la economía familiar, la formación de los hijos y
muchas veces la atención de las personas mayores, sin contar con
mecanismos estatales de respaldo material. Otro tanto sucede con las
personas de la tercera edad, muchos de los cuales después de haber
trabajado durante décadas ven cómo el monto ridículo de sus pensiones
casi nada puede hacer para garantizarles una vejez materialmente
decorosa. Muchos son los jubilados cubanos que deben gastar alto por
ciento de sus exiguas pensiones en comprar las medicinas que necesitan.
Cuando vemos el triste y recurrente espectáculo de ancianos vendiendo
cualquier cosa en la vía pública, no pensamos cuánto han trabajado para,
al final del camino, tener que seguir luchando por su subsistencia, no
pensamos cuantos de nosotros dentro de pocos años tendremos esa edad y
estaremos expuestos a iguales desamparos.
No parece interesarle a los gobernantes cubanos brindar respuestas y
diseñar soluciones para los problemas que a mediano plazo generara el
envejecimiento poblacional que ya estamos viviendo. Desde ya urge
preguntarse: ¿Quién trabajará para sustentar esa enorme masa de
pensionados que causara notable desproporción en nuestro panorama
socioeconómico y laboral?
¿Con cuántas personas capaces contará cada familia para atender a sus
ancianos, teniendo además que proveer el sustento material que garantice
una vida digna para toda la prole?
Resulta necesario crear espacios e instituciones adecuadas y formar en
una proporción útil personas capaces de atender con cariño, sensibilidad
y profesionalismo a los ancianos que deban ser acogidos por el sector
público para brindarles una vejez confortable y decorosa.
Resulta lamentable apreciar como en la actualidad muchos comedores
populares para personas mayores necesitadas y hogares de ancianos
estatales continúan siendo imperio de la corrupción y la desidia.
El Estado debe brindar mayor espacio y respaldo a las iglesias y otras
entidades independientes que mucho pueden aportar a la hora de brindar
las mejores condiciones de vida a los ancianos que lo necesiten.
Sin embargo solo la tan anhelada redefinición de los fundamentos
estructurales de la muy maltrecha economía cubana puede generar los
recursos y las nuevas condiciones para acomodar los equilibrios y
balances que saquen a los ancianos cubanos de la lista de los
desamparados de la sociedad. Resulta además imponderable adoptar
mecanismos que con subsidios y respaldos efectivos facilite la vida
cotidiana de los cubanos de la tercera edad.
A pesar de que los gobernantes cubanos se preocupan tanto por ayudar a
los necesitados de todo el planeta y por apuntalar su imagen de
benefactor supremo, los cubanos que nos vamos acercando a la tercera
edad solo apreciamos en el horizonte inmediato una existencia muy
difícil y mientras más años de vida menos esperanzas.
montesinos3788@gmail.com
Source: Con más años y menos esperanza | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad-destacados/con-mas-anos-y-menos-esperanza/
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