Nuestro (agotado) modelo educativo
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 28 Mayo 2015 - 6:56 am.
Sin pensar en la salida total del Estado en esta esfera, no debe
soslayarse la diversidad.
Son notorias las carencias e insuficiencias que afronta el sistema
educativo cubano en todos los tipos y niveles de enseñanza. Escasean los
maestros, es malo el estado constructivo de muchas escuelas, están
desactualizados los planes de estudio, y en no pocos territorios es nula
la vinculación escuela-comunidad.
Estas y otras anomalías acaban de ser reconocidas por el señor Lizardo
García Ramis, director del oficialista Instituto Central de Ciencias
Pedagógicas (ICCP), en entrevista concedida al periódico Juventud
Rebelde. El funcionario, después de sugerir la actualización del sistema
nacional de enseñanza, para que se adecue a la realidad de sus alumnos y
maestros, concluye con una crítica a la ya descartada estrategia de
paliar el déficit de maestros mediante la formación de los Profesores
Generales Integrales (PGI): "Con absoluta sinceridad pienso que estamos
pagando las consecuencias de una estrategia equivocada en la formación
de los maestros".
Por supuesto, el entrevistado no mencionó la paternidad de Fidel Castro
sobre la idea de crear los PGI, a quienes se les exigía la impartición
de todas las asignaturas, lo mismo las científicas que las humanísticas.
Creemos que el director del ICCP, además de la omisión anterior, tampoco
incursionó en el meollo del problema. Porque nuestro sistema nacional de
enseñanza no precisa de una simple actualización; más bien se impone un
cambio en el modelo educativo. Como mismo el férreo control estatal
obstaculiza la buena marcha de la economía, el monopolio del Estado en
materia educativa se interpone en el despegue cualitativo de este sector.
No es que pensemos en la salida total del Estado en esta esfera. La
educación pública debe de tener siempre un peso importante, pues
garantiza el acceso a la instrucción de aquel segmento poblacional con
escasos recursos económicos. Sin embargo, estimamos que la diversidad no
debe ser soslayada.
Comenzaríamos por permitir la creación de cooperativas de maestros y
profesores, a las que podrían acceder los actuales repasadores
(cuentapropistas), así como otros docentes que deseen abandonar la
nómina del Ministerio de Educación (MINED). Estas cooperativas —que
serían el germen de una incipiente escuela privada— podrían resolver
muchos de los problemas que hoy afectan la calidad del proceso
docente-educativo.
Como cooperativistas, es muy probable que esos docentes vean incrementar
sus ingresos, además de adquirir un mayor sentido de pertenencia, lo que
aumentaría el protagonismo de las escuelas a nivel de base. También
disminuiría el control burocrático del MINED, que impide el despliegue
de la iniciativa creadora del maestro en las aulas. Por último, el
presupuesto estatal se liberaría de la carga de atender financieramente
a todos los centros educacionales del país.
Bueno, ¿y quiénes serían los alumnos que irían a estas cooperativas
escolares? Pues aquellos cuyos padres estén dispuestos a pagar las
matrículas con tal de que sus hijos reciban una educación de mayor
calidad. Y creo, sinceramente, que no serán pocos.
Los colegios religiosos también tendrían su espacio en el nuevo modelo
educativo. Se trata de una vieja reclamación de la Iglesia Católica, a
la que el castrismo siempre se ha negado, aun en los tiempos de mayor
distensión en las relaciones Iglesia-Estado. Acerca de la calidad de la
enseñanza en estos colegios, dos ejemplos bastan: el Seminario San
Carlos y San Ambrosio en el alborear de nuestra nacionalidad —en esa
época no solo formaba a los futuros sacerdotes—, y el Colegio de Belén
que cobijó al propio Fidel Castro.
A los que piensen que el fin del monopolio estatal sobre la enseñanza
supondría el final de la educación gratuita en el país, les recordamos
que tal gratuidad es hoy un mito. Tanto en las enseñanzas primaria y
secundaria, y también en los preuniversitarios, con vistas a los
exámenes de ingreso a la educación superior a los educandos no les queda
más remedio que pagar por las clases extras que reciben de los
repasadores particulares. Es el único modo de contrarrestar el vacío que
les dejan los cientos de maestros improvisados con que cuentan las
escuelas cubanas.
Claro, el modelo educativo está agotado. Pero la intención de los
gobernantes de mantener el control totalitario sobre la sociedad —donde
la manipulación de las mentes de niños y jóvenes resulta clave— parece
más fuerte que nunca. De todas formas, no está de más suscribir una
frase muy recurrente entre nosotros: soñar no cuesta nada.
Source: Nuestro (agotado) modelo educativo | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1432748511_14828.html
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