Sunday, December 14, 2014

Fidel Castro y Ernesto Guevara: la inevitable colisión

Fidel Castro y Ernesto Guevara: la inevitable colisión
JOSÉ GABRIEL BARRENECHEA, La Habana | Diciembre 14, 2014

Lo primero que le recomiendo del libro Retos de la transición socialista
en Cuba (1961-1965), es que se salte el prólogo de María del Carmen
Ariet García. A menos, claro, de que sea usted uno de esos jóvenes
bendecidos por la suerte, quienes gracias a su medio y educación nunca
han debido sufrir la retórica izquierdizante. Como experiencia les será
a estos muy loable, ya que aquí podrán encontrar muchos de los lugares
comunes de dicha retórica y adivinar algunos de los tabúes del
pensamiento de izquierda.

El libro reúne nueve discursos y seis textos de Guevara, además del acta
casi completa de una reunión bimestral del Ministerio de Industrias.
Esta última, por cierto, les aclarará por qué el referido Ministerio
andaba patas arriba: su plana mayor se dedicaba, más que a analizar
aspectos concretos de su actividad productiva, a escuchar por horas al
ministro divagar sobre cuestiones teóricas de la construcción del
socialismo.

De los discursos les recomiendo "Sobre la construcción del Partido", del
24 de marzo de 1963, en el que nos asomamos al proceso de constitución
del Partido en una unidad industrial específica: la fábrica textil de
Ariguanabo. Los resultados inesperados de ese proceso, por ejemplo, la
relegación de la mujer, o hasta el choteo a que eran sometidos por el
cubano de a pie los altísimos estándares que se exigían de un miembro
del Partido. Al punto de convertirlo es una especie novedosa de asceta:
el revolucionario.

Los escritos sí deberá leerlos todos, ya que en ellos se recoge lo
esencial del pensamiento guevariano. Por ejemplo, la visión piramidal
que el Che tenía de la sociedad socialista, en "El cuadro, columna
vertebral de la Revolución". La cual le venía tanto de la teoría de las
élites vanguardistas de Lenin, como de otra paradójica fuente. Lo
comprenderemos en "Algunas reflexiones sobre la transición socialista",
un fragmento de una de las tantas cartas que Guevara le hiciera llegar a
Fidel Castro antes o después de su partida hacia otras tierras del
mundo. Resulta que, como también se advertirá en la lectura del acta, el
excesivo centralismo de su sistema presupuestado tenía su principal
fuente en su admiración por las formas administrativas, y los
consiguientes logros, productivos y técnicos, de las grandes empresas
monopolistas norteamericanas.

Algo más se desprende de la lectura del mencionado fragmento epistolar:
Ernesto Guevara era un hombre sumamente peligroso para cualquier poder
establecido. Por su inquietud y potencia mental, y por su desmesurado
sentido de la dignidad, a la larga hubiese terminado por enfrentarse a
un Fidel Castro mucho más preocupado por las razones de Estado que por
la verdad. Pero en el momento de la salida del Che de Cuba, esa ruptura
todavía estaba lejos de darse. Otra explicación no tiene el que Fidel
Castro adoptara poco después, en ese mismo año de 1965, todo el sistema
de organización de la economía y el Estado guevarianos. Lea "Contra el
burocratismo", por ejemplo, y luego los famosos editoriales en los que
Granma pronto atacaría a esta "lacra social", y saltará a la vista que
estos últimos no son más que una exacta transcripción del texto de Guevara.

Gústenos o no, lo cierto es que entre los dos hombres parece haber
existido una profunda, más que amistad, sinergia. Sobran las pruebas de
que ya barranca abajo en su temprano endiosamiento, Fidel Castro solo
bajaba el pendón ante la réplica del Che. En 1964 solo él se atrevía a
ignorar al Comandante en Jefe en un discurso, y solo él salía indemne de
tal atrevimiento. Así, en "Una actitud nueva frente al trabajo",
discurso de ese año precisamente, se permite demostrar cierto fastidio
cuando el público le responde "Fidel" a su pregunta de quién merecía con
más derecho ostentar el certificado por un determinado mérito
revolucionario. Consideremos que incluso un Raúl Castro, ante una
situación semejante, no habría dejado de dedicar al menos unos minutos a
exaltar las virtudes del Jefe, antes de atreverse a retomar el hilo de
su discurso.

Pero repetimos, de haber continuado en Cuba, tarde o temprano el
compromiso con la verdad de Ernesto Guevara habría provocado la colisión
frontal entre ambos gigantes. Pongamos un ejemplo. Contrario a todos sus
panegiristas posteriores, Guevara sabía que tal cosa como un pensamiento
económico suyo no existía. Para estructurarlo, por ejemplo, habría
necesitado de una teoría del valor para el sistema socialista, que él
bien sabía faltaba. Y en sus búsquedas de ella llegaría a posiciones más
que "revisionistas", peligrosamente cercanas a las del pensamiento más
liberal.

Si de hecho todo el pensamiento socialista de raigambre marxista ha
subestimado, desacreditado la labor del empresario, escuchemos lo que en
la página 230 de este libro nos dice el Che: "Un cuadro técnico bien
situado puede hacer muchísimo más que todos los obreros de una fábrica y
un cuadro de dirección colocado en una fábrica puede cambiar totalmente
las características de ella, ya sea en uno y otro sentido". De ahí a
Schumpeter, ciertamente, no hay más que un paso.

En fin, un libro peligroso este, que nos asoma al pensamiento todavía en
elaboración de un hombre muy complejo, dotado de una inteligencia
superior e incapaz para los ocultamientos premeditados de la verdad. Un
libro en consecuencia inquietante para el poder, pero que por fortuna
los militantes compran para no leer jamás.

Source: Fidel Castro y Ernesto Guevara: la inevitable colisión -
http://www.14ymedio.com/cultura/Fidel-Castro-Ernesto-Guevara-inevitable_0_1686431350.html

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