Sunday, September 7, 2014

Papa Francisco a los cubanos - No podemos quedarnos de brazos caídos

Papa Francisco a los cubanos: No podemos quedarnos de brazos caídos
Posted on 6 septiembre, 2014

En vísperas de las celebraciones por la Virgen de la Caridad del Cobre,
el Papa Francisco envió este sábado un mensaje a los cubanos
exhortándoles a sobreponerse a las contrariedades de la vida y
pidiéndoles no quedarse de brazos caídos.

La misiva, con fecha del 8 de septiembre, se divulga a menos de 24 horas
del 402 aniversario del hallazgo de la imagen de la virgen en la bahía
de Nipe, en el oriente de Cuba, una celebración que reúne a los
católicos y personas de f'e en Cuba y la diáspora.

Con motivo de la festividad, una imagen de la Virgen de la Caridad del
Cobre, patrona de Cuba, fue colocada en los Jardines del Vaticano , con
la presencia de una delegación de obispos cubanos y otras personalidades.

A continuación el texto completo de la carta del Papa Francisco,
dirigida a Monseñor Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba y
presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC).

Excmo. Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez
Arzobispo metropolitano de Santiago de Cuba
Presidente de la Conferencia de Obispos católicos de Cuba

Vaticano, 8 de septiembre de 2014

Querido Hermano:

Hace pocos días, la Venerada Imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre
fue colocada en los Jardines Vaticanos. Su presencia constituye un
recuerdo evocador del afecto y la vitalidad de la Iglesia que peregrina
en esas luminosas tierras del Caribe, que, desde hace más de cuatro
siglos, se dirige a la Madre de Dios con ese hermoso título. Desde las
montañas de El Cobre, y ahora desde la Sede de Pedro, esa pequeña y
bendita figura de María, engrandece el alma de quienes la invocan con
devoción, pues Ella nos conduce a Jesús, su divino Hijo.

Hoy que se celebra con fervor la fiesta de María Santísima, la Virgen
Mambisa, me uno a todos los cubanos, que ponen sus ojos en su Inmaculado
Corazón, para pedirle favores, encomendarle a sus seres queridos e
imitarla en su humildad y entrega a Cristo, de quien fue la primera y
mejor de sus discípulos.

Cada vez que leo la Escritura Santa, en los pasajes en que se habla de
Nuestra Señora, me llaman la atención tres verbos. Quisiera detenerme en
ellos, con el propósito de invitar a los pastores y fieles de Cuba a
ponerlos en práctica.

El primero es alegrarse. Fue la primera palabra que el arcángel Gabriel
dirigió a la Virgen: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»
(Lc 1,28). La vida del que ha descubierto a Jesús se llena de un gozo
interior tan grande, que nada ni nadie puede robárselo. Cristo da a los
suyos la fuerza necesaria para no estar tristes ni agobiarse, pensando
que los problemas no tienen solución. Apoyado en esta verdad, el
cristiano no duda que aquello que se hace con amor, engendra una serena
alegría, hermana de esa esperanza que rompe la barrera del miedo y abre
las puertas a un futuro prometedor. «Yo soy la Virgen de la Caridad»,
fue lo que leyeron lo tres Juanes en la tablilla que flotaba en la Bahía
de Nipe. Qué lindo sería si todo cubano, especialmente la gente joven,
pudiera decir lo mismo: «Yo soy un hombre de la caridad»: vivo para amar
de veras, y así no quedar atrapado en la espiral nociva del ojo por ojo,
diente por diente. Qué alegría siente el que ama auténticamente, con
hechos diarios, y no es de los que abunda en palabras vacías, que se
lleva el viento.

El segundo verbo es levantarse. Con Jesús en su seno, dice san Lucas que
María se levantó y con prontitud fue a servir a su prima Isabel, que en
su ancianidad iba a ser madre (cf. Lc 1,39-45). Ella cumplió la voluntad
de Dios poniéndose a disposición de quien lo necesitaba. No pensó en sí
misma, se sobrepuso a las contrariedades y se dio a los demás. La
victoria es de aquellos que se levantan una y otra vez, sin desanimarse.
Si imitamos a María, no podemos quedarnos de brazos caídos,
lamentándonos solamente, o tal vez escurriendo el bulto para que otros
hagan lo que es responsabilidad propia. No se trata de grandes cosas,
sino de hacerlo todo con ternura y misericordia. María siempre estuvo
con su pueblo en favor de los pequeños. Ella conoció la soledad, la
pobreza y el exilio, y aprendió a crear fraternidad y hacer de cualquier
lugar en donde germine el bien la propia casa. A Ella le suplicamos que
nos dé un alma de pobre que no tenga soberbia, un corazón puro que vea a
Dios en el rostro de los desfavorecidos, una paciencia fuerte que no se
arredre ante las dificultades de la vida.

El tercer verbo es perseverar. María, que había experimentado la bondad
de Dios, proclamó las grandezas que él había hecho con Ella (cf. Lc
1,46-55). Ella no confió en sus propias fuerzas, sino en Dios, cuyo amor
no tiene fin. Por eso permaneció junto a su Hijo, al que todos habían
abandonado; rezó sin desfallecer junto a los apóstoles y demás
discípulos, para que no perdieran el ánimo (cf. Hch 1,14). También
nosotros estamos llamados a permanecer en el amor de Dios y a permanecer
amando a los demás. En este mundo, en el que se desechan los valores
imperecederos y todo es mudable, en donde triunfa el usar y tirar, en el
que parece que se tiene miedo a los compromisos de por vida, la Virgen
nos alienta a ser hombres y mujeres constantes en el buen obrar, que
mantienen su palabra, que son siempre fieles. Y esto porque confiamos en
Dios y ponemos en Él el centro de nuestra vida y la de aquellos a
quienes queremos.

Tener alegría y compartirla con los que nos rodean. Levantar el corazón
y no sucumbir ante las adversidades, permanecer en el camino del bien,
ayudando infatigablemente a los que están oprimidos por penas y
aflicciones: he aquí las lecciones importantes que nos enseña la Virgen
de la Caridad del Cobre, útiles para el hoy y el mañana. En sus maternas
manos pongo a los pastores, comunidades religiosas y fieles de Cuba,
para que Ella aliente su compromiso evangelizador y su voluntad de hacer
del amor el cimiento de la sociedad. Así no faltará alegría para vivir,
ánimo para servir y perseverancia en las buenas obras.

A los hijos de la Iglesia en Cuba les pido, por favor, que recen por mí
pues lo necesito.

Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide siempre.

Fraternalmente,

Francisco PP.

Source: Papa Francisco a los cubanos: No podemos quedarnos de brazos
caídos | Café Fuerte -
http://cafefuerte.com/cuba/17567-papa-francisco-a-los-cubanos-no-podemos-quedarnos-de-brazos-caidos/

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