Tuesday, June 10, 2014

Regreso a la tormenta

Regreso a la tormenta
José Alberto Álvarez Bravo
10 de junio de 2014

La Habana, Cuba – www.PayoLibre.com – Con apenas veinticuatro años,
Miguel Ángel Cangas Peralta, "el bolo", no lo pensó mucho para
aventurarse en la búsqueda del sueño americano. Siete años antes, más de
treinta mil cubanos habían protagonizado otra mega estampida, conocida
como "la crisis de los balseros". A su lejana Cooperativa Abel
Santamaría, en Pasada de Marín, Municipio Sandino, Pinar del Rio, no
llegaron los vientos de aquellas tormentosas jornadas.

Como otros miles de cubanos a lo largo de más de medio siglo de gobierno
castrista, "el bolo" llegó ilegalmente a territorio norteamericano. La
ley "pies secos, pies mojados" le permitió evadir la deportación a su
terruño vueltabajero. El #535 W. 77 Street, en Hialeah, supo de sus
sobresaltos y aspiraciones, de sus nostalgias y esperanzas.

Tres años después de su azarosa travesía, con una mezcla de entusiasmo y
resignación, "el bolo" asentaba su legalidad en la meca de la emigración
con el ansiado estatus de residente, asegurado con el SS #769147064.

Su origen campesino, sus tropiezos con un idioma que se le mostraba
tercamente inaccesible, lo inasible e inseguro de las ofertas laborales,
catapultaron la ansiedad por el reencuentro con sus padres. El propósito
de obtener una lancha propia conoció de la obstinación de su carácter,
de la firmeza de su temperamento.

A tres años de salir de casa, desesperado por ver a su familia e
impedido de regresar legalmente a Cuba antes de los cinco años, la costa
que lo había visto partir en 2001 acogió indiferente el subrepticio
regreso del joven pinareño.

Convencido de que su buena estrella nunca lo abandonaría, "el bolo"
escondió su lancha entre los mangles para fundirse en un emotivo y
prolongado abrazo con sus progenitores.

Permeado del ambiente de libertad que le había envuelto durante sus tres
años de permanencia en "el norte", recibió perplejo la llegada de sus
captores, arrojados sobre él merced a la intrincada red de espías y
delatores que hacen la excepción en la disfuncionalidad de la actual
sociedad cubana.

El engranaje jurídico de la maquinaria represiva de la isla le escogió
el más drástico de los cargos imputables, Tráfico de Personas, pese a la
inexistencia de la más nimia prueba incriminatoria.

La nostálgica evocación familiar del bolo lo lanzó, brutalmente, a la
cruda realidad de las prisiones cubanas, donde asegura haber sido objeto
de torturas y vejaciones durante sus diez años de internamiento.

Como pena adicional, las autoridades desaparecieron todos sus
documentos, convirtiéndolo en un paria tanto en su tierra como en la que
había asentado su residencia legal.

Apenas regresado al hogar de sus padres, cumplida en su totalidad la
pena impuesta, comenzó otra modalidad de tormenta condenatoria contra el
improvisado navegante. Arrestos frecuentes, carentes de motivación,
pasaron a integrar el nuevo horizonte de su vida en Cuba.

Convencido de que encontraría receptividad en los funcionarios de la
Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Cangas Peralta
tocó, en vano, a las puertas de esta representación consular.

Jirones de llanto sin lágrimas matizan la mirada clara del joven
pinareño. "Mi vida es una tormenta", me dice antes de abandonar
apesadumbrado la K-cita de J, esperanzado de que "alguien me ayude".

Source: PayoLibre.com - Cuba - -
http://payolibre.com/articulos/articulos2.php?id=6046

No comments:

Post a Comment