Tuesday, June 10, 2014

Los íconos difusos (con afectos para Guanche)

Roa, Mañach, Alfredo Guevara

Los íconos difusos (con afectos para Guanche)
Dúplica de Haroldo Dilla a una respuesta de Julio César Guanche sobre un
artículo suyo
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 10/06/2014 11:01 am

Hace unos días escribí un artículo en Havana Times y Cubaencuentro en
que analizaba las implicaciones de una entrevista a Alfredo Guevara
publicada en Letras Libres. En mi artículo dedico el 9 % de las palabras
a un estimado intelectual cubano, Julio César Guanche, quien me ha hecho
el honor de replicar lo que considera son ideas improcedentes de mi
parte. Guanche tuvo la gentileza de enviarme su artículo e inicialmente
decidí no contestar.
Pero según aprecio, la réplica de Guanche ha despertado interés entre
muchas personas. Unas, auténticamente interesadas en los debates de
ideas, nos honran con sus lecturas. Otras, figuras patéticas que, como
los hombres tímidos ante las películas pornográficas, disfrutan viendo
hacer lo que son incapaces de hacer. Y que en este caso han actuado como
diligentes cheerladies animando a Guanche en lo que perciben como un
combate conmigo. Por todos ellos he decidido responder a Guanche.
Guanche comienza su réplica con una advertencia: el peligro político de
lo difuso en Cuba. Lamento mucho si el uso del adjetivo difuso en mi
articulo puede traer alguna molestia política a Guanche. Hace tiempo
que, viviendo en regímenes de democracias liberales —muy imperfectas
pero de alguna manera democracias— dejé atrás el asunto de los
comisarios y los alegatos de quintacolumnismos. Con todo lo cual, de
paso, rompí definitivamente estando en Cuba, lo cual me obligó a pagar
un precio que me hizo más pleno. Pero no he podido olvidar esos tiempos
y creo, junto con Berger, que el miedo es derecho de los desposeídos.
De todas maneras, cuando hablaba de difuso no me refería a la ideología
de Guanche, sino a un campo político e intelectual (aquí sigo a Bordieu)
que he denominado de los Acompañantes Críticos (AC) del sistema, para
diferenciarlo tanto de la oposición como del oficialismo. Sobre ello he
escrito varias veces por lo que me excuso de explicaciones mayores. Solo
deseo puntualizar que se trata de un campo heterogéneo y difuso que
reúne desde los economistas promercado del Centro de Estudios de la
Economía Cubana hasta los anarquistas del Observatorio Crítico, pasando
por los contertulios de los jueves de Temas. Y por supuesto, incluyendo
a Guanche, quien es uno de los representantes más lúcidos de este campo.
Lo que nunca he dicho es que las personas que (como Guanche) piensan que
es posible reformar al sistema político cubano a partir de la actual
élite, y conducirlo hacia alguna forma superior de socialismo sean
ingenuos, peleles u oportunistas. Por supuesto que en el campo del AC
hay de todo eso, además de truhanes y bribones, pero eso también los hay
en mi familia y sería injusto calificarla como tal. Creo que en lo
fundamental son personas que piensan la sociedad cubana de cierta
manera, de esa misma manera ven sus posibilidades y que entre ellos
figuran importantes intelectuales insulares.
Quiero ahora detenerme en los dos o tres puntos que constituyeron la
argumentación de Guanche.
1. En ningún momento yo empequeñezco o degrado a la figura o al legado
intelectual de Raúl Roa. La lamentable afirmación de Guanche de que
"Quizás Dilla piense que debemos pasarnos la vida explicando por qué Roa
participó del curso político revolucionario, aun cuando este
contradijera algunas de sus anteriores convicciones", es solo una
sospecha infundada y de muy bajo calibre polémico que marca todo su alegato.
Roa fue un hombre de su tiempo y lo vivió —intelectual y políticamente—
con una intensidad muy por encima de la media. Lo que digo es que
resulta exagerado afirmar que Roa nos aporta las claves para entender la
relación socialismo/democracia en el siglo XXI. Eso es subir a Roa al
podio y hacerlo hablar, y de paso simplificar el asunto. Mi problema no
es con Roa, sino con Guanche.
Los problemas que tiene la relación democracia/socialismo son sólo
primariamente los que menciona Guanche (invocando a Roa). Pues lo que
Guanche lista son estrictamente los problemas de la relación
liberalismo/democracia: los problemas de la libertad del individuo ante
el estado/comunidad. Los problemas de la relación socialismo/democracia
son diferentes, solo que rebasan el marco normativista en el que Guanche
se mueve con envidiable soltura: la cuestión de la reproducción ampliada
en contextos internacionales adversos y bajo la presión de la
distribución social; el lugar del mercado y de las diferentes formas de
propiedad en la autonomía social; la relación entre la gobernabilidad de
sociedades complejas y la participación de base; la relación entre
igualdad, diversidad y pluralismo político; la relación entre lo
particular y lo universal en un contexto de interculturalidad; etc.
De cualquier manera, hago una propuesta a Guanche: conseguir que alguna
revista cubana esté dispuesta a recoger un debate sobre los problemas
del socialismo y la democracia, en que él y yo comenzaríamos con sendos
artículos de no mas de 5 mil palabras, y se abriría para todos los que
quisieran participar. Al final nos quedaría a ambos un derecho a réplica
de la misma extensión. Creo que ello ayudaría a elevar el nivel de este
debate y que el lector cubano lo agradecería. Y para mi siempre sería un
placer y un honor compartir este espacio con Guanche y con cuantos otros
académicos cubanos, insulares y emigrados, quieran participar.
2. Guanche dice que vale la pena rescatar a las figuras intelectuales
del pasado, y en eso tiene toda la razón. Pero creo que no se puede
hacer de cualquier manera:
2.1. Ante todo, soy absolutamente contrario a la bajeza de mezclar las
vidas íntimas de las personas con sus obras. Hacerlo para demeritar la
obra de un intelectual me parece abominable, probablemente porque el
chisme nunca ha sido uno de mis muchos pecados. Yo no cultivo el género
biográfico, y por eso no me interesa –para los fines de mi discusión
teórica— si Rousseau pagaba o no la mesada de sus hijos. Por eso mismo
yo nunca digo, ni sugiero que Guevara haya sido un "gánster erótico"
como dijo Guanche. No sé, ni me interesa, con quienes, con cuan
frecuencia y donde fornicaba. Siempre que lo hiciera con su dinero.
Llevar el debate a ese campo es inaceptable y creo que es el más penoso
resbalón que da Guanche.
2.2. Meter en un mismo saco a Baquero, Mañach, Roa y Guevara es un
despropósito. Los tres primeros fueron intelectuales, el último un
funcionario letrado. Baquero, por ejemplo, no solo fue pluma tarifada de
Batista, sino también de Trujillo, al lado del cual Batista era un
demócrata jeffersoniano. Y escribió un libro bochornoso contra el
controvertido y luego asesinado Jesús de Galíndez. Pero no es posible
escribir la historia cultural cubana sin aludir a sus ensayos, poemas y
fabulaciones. A Guevara solo se le puede recordar por los espacios
culturales que protegió —los que menciona Guanche, dizque para
rebatirme— y olvidarlo por sus implicaciones en otros actos represivos.
Directamente, como ocurrió en ese momento de inflexión política en que
todo se decidía —PM y Lunes de Revolución— o indirectamente, callando
ante la represión de que eran víctimas intelectuales, disidentes,
emigrados y homosexuales, desde una estructura de poder de la que era
una suerte de cortesano sui generis y desde la que se deleitaba en posar.
No creo que Guevara haya sido un partidario del libre pensamiento
intelectual, ni abogó seriamente por ello en Cuba, pues ello le hubiera
costado muy caro. Solamente construyó nichos que regía como un mecenas
donde consentía algunos retozos liberales. Y en este punto una breve
aclaración: yo no demerito lo que se pudo hacer en esos espacios, como
sugiere Guanche. No comento nada sobre eso. No creo posible obviar los
aportes culturales y el peso de las figuras que protagonizaron esos
espacios. Fueron y son gigantes. Creo que cuando Guanche sugiere que lo
hago no solo hizo una mala lectura de mi artículo, sino que sucumbió a
la tentación de convocar apoyos externos y extraños a la discusión. Creo
que se colocó por debajo de su leyenda.
Guanche tiene razón en afirmar que no he leído extensamente a Guevara.
Solo he leído algunas entrevistas y unas cartas, y creo que una vez
escribí sobre ello. Pero no creo que sea necesario para opinar sobre una
entrevista que es solo la punta del iceberg de un posicionamiento
elitista y peyorativo hacia la sociedad cubana de buena parte de los
componentes de lo que alguna vez se concibió a si misma como una
vanguardia. Y que hoy todos vemos —o al menos presentimos— como una
elite en bancarrota. Admiro la erudición de Guanche cuando lee
prolijamente a Guevara, pero no creo que haya en ello un mérito
especial, ni que sea condición para opinar sobre un texto específico.
2.3. El elitismo es una enfermedad profesional de los intelectuales.
Aunque Guevara no era exactamente un intelectual, se movía en ese mundo
y se enfermó gravemente. Un lector, cuyos artículos en Havana Times
siempre disfruto, Vicente Morín, me dejó un post que agradezco,
recordándome que Mañach también lo era. Y tiene razón. Solo que Mañach
era un liberal, engreído y de mal carácter, que escribió una obra
memorable. Para hacerlo nunca pidió al "pueblo" que lo llevara en andas.
Terminó sus días exiliado en Puerto Rico, gravemente enfermo, viviendo
de su salario como profesor y tecleando de madrugada sobre un libro
fabuloso, Teoría de las Fronteras, que nunca vio publicado.
Guevara nunca hizo nada parecido —no fue en sentido alguno un creador— y
fue parte de una élite que exigía al pueblo sacrificios al mismo tiempo
que lo fragmentaba, lo encuadraba, lo adoctrinaba y le expropiaba sus
derechos y sus energías. Guevara siempre estuvo en la parte superior de
ese sistema y gozó espléndidamente de sus privilegios cortesanos.
Barruntar desde esta posición sobre la inferioridad de la sociedad me
parece una felonía presuntuosa, inaceptable y de pésimo gusto. Hacerlo
alegando culos y licras me parece desfachatado. Agradecerlo tiene un
toque masoquista.
Y hasta aquí llego, en lo que considero una respuesta afectuosa a Julio
César Guanche. Quizás Guanche diga ahora que yo soy tan difuso como los
AC. En eso tienen razón. Lo soy y de paso lo disfruto, pues hay dos
cosas de las que desconfío. La primera es de los discursos seguros, los
mismos que tuve que consumir en muchos años de mi vida. La segunda, de
los íconos, que como Elegguá se gastan trampas aprovechando que son los
únicos dueños de los caminos.

Source: Los íconos difusos (con afectos para Guanche) - Artículos -
Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/los-iconos-difusos-con-afectos-para-guanche-318363

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