Wednesday, June 4, 2014

El hombre de las barredoras de nieve

El hombre de las barredoras de nieve
Aquel hombre, de 40 años, de buen carácter y buen corazón, había estado
cortando caña en Guanahacabibes
miércoles, junio 4, 2014 | Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba -Probablemente muchos de los que leyeron la crónica El
síndrome de la barredora de nieve, de Ricardo Ronquillo Bello, publicada
en el periódico castrista Juventud Rebelde, no entendieron a qué
Ronquillo se refiere. No pudo explicar aquella historia que seguramente
le contaron, porque edad no tiene para haberla vivido. Ni siquiera dijo
por lo claro quién, cómo, cuándo, dónde y por qué se trajo de los países
socialistas un barco lleno de extraños e innecesarios artefactos, para
barrer la nieve de las calles cubanas.

No tiene valor el colega para culpar al Comandante Invicto de salir de
"las garras del Imperialismo estadounidense", con su tecnología de
punta, para caer en las del comunismo soviético, que -según dijo después
el mismo Comandante- sólo nos vendía CHATARRA. El Comandante que
nacionalizó muchísimas fábricas modernas sólo para que desaparecieran,
así como nuestro florecido y creciente comercio, logrado durante los
años de República.

En el año 1964, cuando yo daba mis primeros pasos en el periodismo, hice
amistad con un ex ministro que había sido castigado por Fidel Castro,
pero que en esos momentos ocupaba un alto cargo en el Ministerio del
Trabajo, junto al Comandante Augusto Martínez Sánchez.

Me refiero a Máximo Berman, el primer Ministro de Comercio Interior que
tuvo Cuba. Aquel hombre, de 40 años, de buen carácter y buen corazón,
había estado cortando caña en Guanahacabibes, una zona inaccesible y
diabólica de la provincia de Pinar del Río, convertida en el Gulag
cubano por Fidel Castro, donde terminaban enterrados en vida quienes
cometieran "errores" de todo tipo.

Una de las primeras tareas de Berman como ministro fue hacer un largo
viaje por los países socialistas. Llevaba dinero suficiente para comprar
productos de primera necesidad, sobre todo alimentos que ya escaseaban
en Cuba, para distribuirlos a través de la Libreta de Abastecimiento
(cartilla de racionamiento), instaurada el 19 de marzo de 1962. Bergman
quería demostrar que Raúl Castro tenía razón al decir el 20 de enero del
año anterior: ¨Hemos destruido el mito de que sin los yanquis nos
moríamos de hambre¨.

Una tarde, de visita en una cooperativa estatal, me contó, muy
adolorido, cómo Fidel Castro había estallado como pólvora cuando supo de
la compra que él había hecho en Moscú de cientos de máquinas para barrer
la nieve de las calles, porque las bellezas de las ciudades europeas y
sus paisajes naturales lo habían deslumbrado.

-Yo no tenía ninguna experiencia en el comercio. Era sólo un comunista
del viejo partido, me dijo.

Por ingenuidad e inexperiencia, entregué a Ramón Rubiera, director de la
Revista Trabajo, donde yo laboraba, la entrevista hecha a Berman. Mis
pretensiones eran que, ya publicada, Fidel la leyera y conociera del
dolor de su ex amigo.
Pero la entrevista se quedó en una gaveta. No podía publicarse. Meses
después, supe del fallecimiento del ex ministro, cuando al parquear su
auto en una calle del Vedado, reclinó la cabeza sobre el timón, como si
fuera a dormir y allí mismo quedó muerto por un infarto masivo.

Días después hice una visita de pésame a su anciana madre, en su lujosa
mansión del reparto Kohly, confiscada a alguien que había partido al
exilio Cuba y regalada por Fidel a su amigo comunista.

Pero la historia no termina. El ministro que sustituyó a Berman, otro
viejo comunista, también fue castigado por comprar muebles de lujo en la
República Popular China: biombos con incrustaciones en nácar, baúles
exquisitamente tallados, mesas múltiples para salas amplias, a precios
tan altos que las tiendas especializadas de La Habana, como Indochina y
Roseland, tuvieron que venderlos a plazos, porque se morían de la risa
en las vidrieras.

Estos dos "pequeños errores" cometidos por los ministros de Castro no
son para nada comparables con los muchísimos cometidos durante medio
siglo por el mismo Comandante Invicto que los castigó. Es al Comandante
y no a los ministros a quien el periodista Ronquillo debería adjudicarle
el Record Guinnes de torpezas

Source: El hombre de las barredoras de nieve | Cubanet -
http://www.cubanet.org/actualidad/actualidad-destacados/el-hombre-de-las-barredoras-de-nieve/

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