Thursday, June 19, 2014

El eje del lucro y de la maldad

El eje del lucro y de la maldad
[18-06-2014 13:20:39]
Alfredo M. Cepero

(www.miscelaneasdecuba.net).- "En materia de conciencia la ley de la
mayoría no cuenta", Mahatma Gandhi.
Bajo un titular que reza: "Sondeo: electores de Miami-Dade apoyan los
viajes a Cuba sin límites", desplegado en la primera página de su
edición del 8 de abril, el periódico el Nuevo Herald destaca que: "En
general, los votantes de Miami-Dade se mostraron a favor de los viajes
sin restricciones a Cuba por un margen de 51-40". Pero, con el objeto de
preservar su presunta imagen de objetividad, apunta más abajo que: " Los
votantes cubanos nacidos en EEUU estuvieron a favor de los viajes sin
restricciones por un margen 61-34, pero los nacidos en Cuba estuvieron
en contra 58-36". La firma encuestadora fue nada menos que Bendixen &
Amandi International, manipuladora de estadísticas para promover los
objetivos de lucro, apaciguamiento y claudicación de Carlos Saladrigas y
sus apandillados del Cuba Study Group.

Bendixen lleva más de 30 años en Miami y siempre ha cojeado de la pierna
izquierda. Por lo que creer en las estadísticas de éste ideólogo
disfrazado de encuestador es como creer en las promesas de Barack Obama
o de Fidel Castro. Obama nos prometió que su "Obamacare", además de
ahorrarnos dinero en primas, nos permitiría mantener nuestro médico y
nuestro plan de salud. Castro dijo a los cubanos que su revolución no
era roja sino verde, que no era comunista y una copia de la soviética
sino cubana como las palmas. Ya sabemos el costo que hemos pagado por
haber creído en esas promesas.

Veamos ahora la otra pata de esta mesa que, para mantenerse erecta,
tendría que desafiar las leyes de la lógica, de la historia y hasta de
la gravedad. Es un secreto a voces que The Miami Herald y el Nuevo
Herald han sido siempre enemigos jurados y solapados del exilio de acero
de los primeros años que ni pide ni da cuartel a la tiranía de los
asesinos de Birán. Sin embargo, ha hecho causa común con miembros del
exilio de poliéster que ha venido a estas playas en los últimos treinta
años huyendo del hambre de la tiranía y sin la menor idea de patria, de
democracia o de libertad. Por otra parte, el Herald ha llenado su nómina
con graduados de esa escuela de periodismo contaminado y arrodillado que
es el libelo Granma.

A propósito de este tema, durante mis estudios en la Escuela de
Periodismo Manuel Márquez Sterling, en La Habana de 1955, mis profesores
me enseñaron que los periódicos tenían la doble misión de servicio
público y de empresa privada. Exactamente en ese orden, primero el
servicio y después el lucro. Abundando sobre la fórmula de mis
profesores, yo agrego que, en cualquier medio de información donde la
preservación de la credibilidad sea el principal objetivo, el servicio
público de búsqueda y presentación de la verdad no puede ser contaminado
por resabios ideológicos o alterado por intereses empresariales. Sin
embargo, para el Herald, no hay derecha que no sea "extrema" ni
izquierda que no sea "moderada o progresista". Esa es la conducta que
sin dudas predomina en las altas esferas que determinan la línea
editorial del Miami Herald. Por eso el periódico está sufriendo la
deserción de muchos de sus lectores.

Pero, supongamos por un momento que las estadísticas que ha arrojado
esta encuesta fueran correctas. La historia es rica en ejemplos de
mayorías equivocadas que llevaron a sus naciones a la ruina, a la guerra
y hasta al holocausto. En abril de 1924, el Bloque Nacional, liderado
por los fascistas de Benito Mussolini e integrado por liberales,
conservadores y católicos, lograron una resonante victoria y obtuvieron
las dos terceras partes de los escaños en el Parlamento Italiano.

En las elecciones de marzo de 1933 el Partido Nacional Socialista de
Hitler obtuvo el 33 por ciento de los votos superando por un amplio
margen a los otros 5 partidos. En solo unos meses, utilizando la
manipulación y la represión, los nazis diezmaron a la oposición y dieron
el tiro de gracia a la democracia alemana. Quienes fuimos testigos del
tsunami de idolatría y estupidez que protagonizó el pueblo cubano cuando
el diablo encarnado bajó de la Sierra Maestra no podemos tener duda
alguna de que, de haber celebrado elecciones, Fidel Castro habría
obtenido por lo menos el 80 por ciento de los votos en 1959.

Sin ir muy lejos y en tiempos más recientes, Hugo Chávez perpetró el
mismo fraude sobre el pueblo de Venezuela. En 1998, el golpista Chávez
llegó a Miraflores con etiqueta de demócrata obteniendo el 56 por ciento
de los votos frente a Henrique Salas Romer. En el 2000 ganó las
presidenciales con el 60 por ciento de los votos frente a Francisco
Arias. En el 2006 fue reelegido con el 62 por ciento de los sufragios
frente a Manuel Rosales. Y en el 2012, bajo acusaciones creíbles de que
había cometido un fraude masivo, le robó la presidencia a Henrique
Capriles diciendo que había recibido el 55 por ciento de los votos.

Ahora bien, lo verdaderamente trágico es que el eslabón perdido de
Sabaneta no dijo mentiras. Dijo bien claro que quería enfilar la barca
de Venezuela hacia el mismo "mar de felicidad" por el que navegaban los
cubanos bajo el castrismo. Los venezolanos dijeron: "Eso no pasa aquí
porque nosotros somos más bravos que los cubanos".

Y efectivamente están demostrando con su heroísmo en las calles y las
plazas de Venezuela que son un pueblo genuinamente bravo. Pero se
habrían ahorrado mucha sangre, dolor y lágrimas si hubieran aprendido de
nuestro error. De todas maneras, sería un ejercicio inútil que
beneficiaría solamente a nuestros tiranos que nos pusiéramos ahora a
buscar un termómetro que midiera la bravura comparativa entre cubanos y
venezolanos. Además, si ambos pueblos estamos purgando nuestras penas y
pagando nuestros pecados, lo inteligente y lo práctico es que hagamos
causa común para devolver al infierno a nuestros respectivos diablos.

Por otra parte, la verdad incontrovertible es que los soldados de la
libertad nunca han perdido tiempo analizando encuestas ni esperado por
el apoyo de las mayorías para poner en marcha su misión redentora.
Nuestros próceres no lo hicieron. Si lo hubieran hecho, las potencias
europeas del Siglo XIX habrían preservado por muchos años el control
sobre sus colonias americanas. Ni Washington, ni Bolívar, ni Martí
respondieron al llamado de multitudes cuando decidieron arriesgar
bienestar, familia y hasta la propia vida retando poderes y potencias
que parecían invencibles. La verdad es que fueron tachados de locos y
abandonados a su propia suerte, confirmando que las grandes causas son
siempre el predio de minorías iluminadas por un ideal. Esta es la
situación en que nos encontramos hoy quienes nos enfrentamos a los
tiranos que han traicionado los ideales de Washington, de Bolívar y de
Martí.

Siguiendo el ejemplo de aquellos grandes hombres, los cubanos que nos
hemos impuesto como misión trabajar por una patria iluminada por el sol
de la libertad no podemos permitir que nuestra conducta sea influenciada
por la insidia y la maldad de los enemigos de la luz. Nuestros
principios tienen que ser la vacuna que nos inocule contra los virus de
la inercia y de la desesperanza. Sepan quienes están en la labor
miserable de cambiar patria por fortuna que están perdiendo el tiempo y
que ninguna cantidad de estadísticas manipuladas, de informaciones
tergiversadas o de maniobras mercantilistas habrá de restarnos un ápice
de energía para luchar por la libertad de Cuba.

Source: El eje del lucro y de la maldad - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/53a176073a682e0f9c46f8ed#.U6K3E_mSwx4

No comments:

Post a Comment