Los pies bajo la sábana
MIRIAM CELAYA | La Habana | 2 Jul 2013 - 8:51 am.
'Granma' acusa a EEUU de la carestía de los trámites migratorios. Pero,
¿cuánto saca el régimen cubano a quienes viajan al extranjero? No hay
más que sacar algunas cuentas.
Un viejo cuento de camino narra la historia de un marido que llega
sorpresivamente a casa y descubre junto a su esposa, que está en cama,
un par de pies masculinos sobresaliendo bajo las sábanas. Furioso ante
la infidelidad, la interpela: "¡Mala mujer!, ¿de quién son esos pies?";
a lo cual ella, serena, le replica: "¡Ay, esposo!, Tú nunca me preguntas
de dónde salen los alimentos que disfrutas y que no podrías pagar con el
fruto de tu trabajo, ni cómo me las arreglo para pagar todas las cuentas
con el poco dinero que me das, y como logro llegar a fin de mes sin que
pasemos privaciones…" A lo que el marido, tras pensarlo un momento, le
respondió sabiamente: "Bien, mujer, pero al menos tapa esos pies".
Obviamente, el marido de este cuento no era exactamente un esposo
engañado; simplemente había incurrido en un error de cálculo. Ni más ni
menos que lo que ocurrió al órgano oficial del PCC, el periódico Granma,
cuando recientemente publicó una acusación, sin nombres, pruebas ni
fundamentos, contra funcionarios de la Sección de Intereses de Estados
Unidos en Cuba (SINA) por "aceptar sobornos de ciudadanos de la Isla
para concederles visas" e igualmente al gobierno estadounidense en
Washington por "lucrarse con las solicitudes de quienes quieren viajar
por razones familiares".
La fuente de la que se hace eco Granma, sin que medie investigación ni
proceso alguno, es un artículo publicado en el blog de uno de los más
contumaces talibanes del régimen, lo que constituye hasta ahora un mero
chanchullo destinado a crear algún nuevo escarceo en las siempre
beligerantes relaciones del régimen con el gobierno estadounidense,
váyase a saber con qué oscuras intenciones.
Pero el lance no resulta del todo estéril: la utilización de cálculos
por los medios oficiales es siempre una buena ocasión para el repaso de
las matemáticas, que jamás mienten. El manejo de cifras entraña el
riesgo de abrir la posibilidad a múltiples interpretaciones alrededor de
un mismo fenómeno, no necesariamente favorables a las intenciones
iniciales de las fuentes que ofrecen los datos. Como en este caso.
Yo propondría a los lectores, como divertimento, un ejercicio práctico:
asumamos por un momento que la información de Granma fuera completamente
cierta y que las cifras que ofrece el autor del chanchullo-artículo son
exactas. Es decir, en un alarde infinito de imaginación juguemos a que
el Granma es un periódico serio y hagamos exactamente el mismo cálculo
desde el ángulo opuesto.
Tendríamos que asumir, entonces, el panorama de 600 cubanos solicitando
visas cada día en la SINA, cada uno de los cuales debió abonar 100 CUC
en las oficinas del Ministerio del Interior para obtener su pasaporte,
lo que deja al régimen un beneficio de 60.000 CUC diarios, 300.000
semanales y 3 millones cada diez semanas. Todo ello, en un país donde
100 CUC equivalen a unas seis o siete veces el salario mensual promedio
de un cubano común. Y estos serían solo los cubanos que acuden a la SINA
y no todos los que solicitan visa en numerosas sedes diplomáticas en la
capital, que igualmente debieron gastar la astronómica cifra para
adquirir su pasaporte cubano.
Podríamos añadir el pequeño detalle de que la mayoría de esos cubanos
recibieron de sus familiares emigrados en EEUU las divisas necesarias
para la confección de su pasaporte, lo que hace del horrible librito
azul que te convierte oficialmente en viajero cubano —siempre potencial
emigrante y motivo de tensión en cada frontera en que se presenta— uno
de los negocios más lucrativos que haya hecho jamás el Gobierno a
costilla de este pueblo. Apenas sin invertir más que en mala cartulina y
tinta, con una pésima calidad de impresión, la industria de la
emigración sigue aportando directa o indirectamente jugosos dividendos a
la gerontocracia, principio y razón esencial de la existencia de unos 3
millones de cubanos y sus descendientes dispersos por todo el mundo.
Y no hablemos de otros ingresos adicionales, como el famoso chequeo
médico que deben realizarse los que emigran con carácter permanente, con
un costo de 400 CUC por cada adulto y 200 por cada menor, que van a
pasar directamente a las arcas castristas. Si el gobierno de EEUU
aprueba unas 20.000 visas anuales, asumamos hipotéticamente que la mitad
de ellas se destinen a adultos y la otra mitad a menores: la ganancia de
los Castro sería un total de 4 millones de CUC por adultos y 2 millones
por menores, anualmente. Faltaría sumar el cobro de las certificaciones
de títulos y otros documentos, con un costo de 200 CUC cada uno en la
Consultoría Internacional. Sumen. Resulta una cosecha de divisas nada
despreciable, digo yo.
Pero esto es solo un cálculo imaginario; no tenemos las estadísticas
oficiales de las oficinas de emigración. De hecho, las estadísticas en
Cuba son como las enfermedades: se echa mano de ellas solo cuando se les
quiere sacar alguna ventaja.
Ahora enfoquémonos en el aspecto sociológico del asunto. No existen
antecedentes en la historia de Cuba de tamaña cantidad de nacionales
aspirando a viajar, un elevado por ciento de los cuales anhela emigrar
definitivamente. Sin detenernos a dirimir entre las categorías de
emigrante político o económico —que resultan un tanto absurdas en el
caso cubano, donde la política de una dictadura de más de medio siglo ha
arrasado con la economía del país—, el éxodo constante de nacionales de
todas las edades y orígenes hace tiempo se ha convertido en un
plebiscito. Sobre todo porque hace décadas que los que más emigran no
son los representantes de las socorridas "oligarquías expoliadoras,
vende-patrias y explotadoras del pueblo humilde", sino los prospectos
del Hombre Nuevo, nacidos y crecidos bajo las doctrinas ideológicas del
Partido Comunista sembrado en el poder, es decir, ese mismo pueblo; y
porque incluso aquellos que solo permanecen temporalmente fuera del país
forman parte de una familia fracturada por la emigración. Una clara
demostración del fracaso político y económico del sistema.
Flaco servicio se presta Granma a sí mismo con la publicación de tan
lamentable artículo. No solo porque es la manifestación más elocuente de
las enormes cotas de desvergüenza que ha logrado alcanzar el régimen,
sino porque honra aquella sentencia acerca de que el exceso de soberbia
enturbia la razón.
Llegados a este punto, vuelvo al cuento con que inicié este comentario,
en cuyo paralelo el Gobierno viene siendo el esposo "engañado"; el
pueblo, la esposa cuyos favores garantizan la bonanza en casa, y "el
enemigo imperialista", el amante cuyos pies sobresalen bajo las sábanas.
¿Acaso no sería más apropiado que, en vez de acusar a alguien, el
régimen se preocupara por cubrir esos pies?
Este artículo apareció en el blog sin EVAsión. Se reproduce con
autorización de la autora.
Source: "Los pies bajo la sábana | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1372721878_4026.html
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