Friday, May 10, 2013

Ni tan instruidos, ni tan superiores

Ni tan instruidos, ni tan superiores
Viernes, Mayo 10, 2013 | Por Miriam Celaya

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -A veces he escuchado decir que
el hambre permanente puede afectar la visión. Por un tiempo creí que tal
sentencia era solo un mito popular basado en alguna superchería; sin
embargo, resulta rigurosamente cierta. El hambre y otras carencias
provocan, además, ciertas distorsiones, como la falta de percepción de
la realidad y la ausencia total de perspectivas. Eso explica que para
muchos cubanos "de adentro" casi todo es irrelevante y nada es
trascendente más allá de los estrechos marcos de la supervivencia
cotidiana. Décadas de carencias materiales y de totalitarismo han
arruinado la capacidad de discernimiento de un amplio sector de la
población de la Isla, a despecho de los altos índices de instrucción que
exhiben las estadísticas oficiales, convirtiendo a los sujetos en
esclavos de sus propias y primitivas necesidades.

Un ejemplo de esto fue el reciente proceso electoral de Venezuela que
demostró, con diferencia, cuán lejos estamos los cubanos de alcanzar
siquiera el primer peldaño de esa difícil escalera llena de obstáculos,
llamada democracia. Mientras los venezolanos nos ofrecían un verdadero
ejemplo de civismo ejerciendo su derecho al voto y haciendo valer el
poder del sufragio –una experiencia que desconocemos millones de
cubanos–, la máxima preocupación de la gente común en la Isla era la
posibilidad de que se iniciara una nueva etapa de apagones y un nuevo
"período especial" en caso de que ganara el candidato opositor, Henrique
Capriles. Paradójicamente, hay muchos cubanos que se refieren a los
venezolanos como "brutos", "analfabetos" e "ignorantes".

La acción combinada del monopolio de la información y de la instrucción,
la inexistencia de libertad de asociación y la manipulación de la prensa
han sido tres pilares básicos que –unidos a las precariedades materiales
de la existencia– han sumido a la población cubana en una ignorancia de
fondo que no reflejan las bondadosas estadísticas. El caso cubano
demuestra cómo precisamente el uso de las cifras estadísticas ha
permitido al gobierno alimentar la vanidad nacional desinformando a la
población. La farsa, muchas veces repetida, se ha extendido de manera
alarmante hasta el punto de que incluso numerosas organizaciones
internacionales de prestigio han reconocido los "logros" de la
revolución en materia de educación y salud, así como en otros
indicadores de desarrollo social.

Los números, sin embargo, son veleidosos, y enmascaran una realidad bien
diferente de la imagen que proyectan. Décadas de información
tendenciosa, incompleta y sesgada, han dado lugar a que solo una minoría
de los cubanos hoy es capaz de analizar cuestiones relacionadas con la
política, la economía o cualquier evento que se produzca en el mundo.
Las "masas", por su parte, opinan desde el adoctrinamiento y las
pasiones… Cuando opinan. Por lo general, el criterio más extendido entre
las personas ante cualquier asunto que no se relacione con su
subsistencia cotidiana se limita a un apático encogimiento de hombros.

La indiferencia e ignorancia crecen, mientras cada año las estadísticas
son más triunfales, y menos confiables. Pongamos por caso la formación
de médicos y otros especialistas de la salud. Las graduaciones son
masivas, pero la calidad de los egresados es generalmente muy baja. Los
niveles de profesionalidad suelen ser extremadamente pobres y apenas
descuellan unas pocas decenas de graduados talentosos en medio de
millares de nuevos galenos y personal técnico en cada promoción.

Otro tanto ocurre con la enseñanza general. Oficialmente se declara que
hay un maestro al frente de cada aula, lo cual es una falsedad. No
obstante, lo más grave es que casi no quedan maestros capaces de educar
e instruir a los educandos, en tanto los niveles y la calidad de la
enseñanza han descendido de manera dramática a lo largo de los años, en
especial, desde los 90'.

La proverbial ignorancia de muchos de estos "maestros", unida a la
incapacidad para transmitir conocimientos ha obligado a los padres a la
búsqueda de soluciones alternativas, como es el pago a "repasadores",
profesores que, por lo general, se han separado del sistema oficial de
educación debido a los pésimos salarios y a las deplorables condiciones
de trabajo, y se dedican a la enseñanza privada. Esta opción ha
demostrado la eficacia de la que carece el sistema oficial, y está
marcando un cisma importante entre los estudiantes cuyos padres se
pueden permitir el gasto que supone contratar los servicios de un
maestro privado y aquellos que deberán conformarse con los exiguos
conocimientos que reciben en las aulas.

Pero, entre tanto, ahí están los números y la prensa oficial. Las
estadísticas respaldan la fanfarria gubernamental acerca de las ventajas
del sistema cubano, y a la vez engañan a la opinión pública
distorsionando, a la vez, el criterio general de la sociedad. Los medios
se regodean jubilosos en las ventajas del sistema. Quizás esto explica
que los cubanos se perciban a sí mismos como personas muy instruidas e
intelectualmente superiores a muchos pueblos de la región. Otro engaño
que de cierta manera constituye un magro consuelo tras medio siglo de
dictadura que ha borrado la memoria de todo un pueblo.

http://www.cubanet.org/articulos/ni-tan-instruidos-ni-tan-superiores/

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