Publicado el sábado, 05.04.13
Mariel digital, treinta años después
Jose Abreu Felippe
Especial/El Nuevo Herald
A principios de la década de 1970, un pequeño grupo de amigos se reunía
en el Parque Lenin, en la afueras de La Habana, para leer sus trabajos e
intercambiar libros. Los domingos, temprano, se citaban en el Paradero
de la Víbora –en la primera parada de la ruta 88–, para partir juntos
hacia el Parque. Poco a poco iban llegando los lectores subversivos,
casi siempre el último en arribar era Reinaldo Arenas. El pelo
encaracolado, flaco, con ese caminar bamboleante de guajiro cerrero,
medio pomo de perfume arriba y una mochila de careta antigás, teñida de
amarillo, cargada de libros y manuscritos.
Ya en el Parque, después de desayunar –leche fría y queso crema– en
alguno de los intrincados quioscos, el grupo se sentaba en algún lugar
apartado, desde donde se pudiera detectar a tiempo la presencia de algún
intruso –o algún policía– y comenzaba la tertulia. Allí Reinaldo leyó,
entre otras muchas cosas, los seis cantos de la segunda parte de Otra
vez el mar, El asalto –que estaba escrito en unos rollos de papel que
llamaban "papiros"– y el largo poema Morir en junio y con la legua
afuera. También se creó la revista literaria Ah, la marea, donde
participaron todos los miembros del grupo.
Un sueño en medio del delirio, en un momento negro, no gris, de la
historia de Cuba, creado por un grupo de locos sin escapatoria,
aportaría la semilla, el germen, de lo que, una década después, ya en
libertad, sería la revista Mariel. El propio Reinaldo Arenas lo narra
así en su autobiografía Antes que anochezca: "Era como el renacimiento
de aquella revista que llamamos Ah, la marea y que hacíamos
clandestinamente en el Parque Lenin".
El primer número de la revista Mariel apareció en la primavera de 1983.
Fue financiado íntegramente por sus propios creadores, todos marielitos
llegados a Estados Unidos con la ropa que tenían puesta, apenas tres
años antes, durante el éxodo del Mariel –de ahí el nombre de la revista–
que trajo más de 125,000 cubanos a tierras de libertad. En sus ocho
números de existencia, Mariel tendió puentes entre varias generaciones
de exiliados, rindió homenajes a sus mayores –Lezama Lima y Virgilio
Piñera, murieron silenciados por la dictadura– y demostró que existía un
grupo de creadores, sin posibilidades en Cuba de publicar nada, que aquí
daba a conocer sus obras. Basta hojear los distintos números de la
revista Mariel para comprobar que en sus páginas colaboraron los
intelectuales exiliados –escritores, pensadores, pintores– más
prestigiosos de la época. El último número de Mariel, dedicado a José
Martí, se editó en el invierno de 1985.
Mariel contaba con un Consejo de Dirección –integrado por Juan Abreu,
Reinaldo Arenas y Reinaldo García Ramos–, y un Consejo de Editores
formado por los tres directores más René Cifuentes, Luis de la Paz,
Roberto Valero y Carlos Victoria. Su Editora Administrativa era Marcia
Morgado y la asesora –y alma de la publicación–, Lydia Cabrera. Ahora,
30 años después de la aparición del primer número de la revista,
Reinaldo García Ramos, uno de sus fundadores, tuvo la feliz idea de
digitalizar los ocho números. " Mariel –dice García Ramos– se imprimió
en papel gaceta, que no resiste el tiempo; era el único papel que los
editores podíamos costear con nuestros limitados recursos financieros.
Al cabo de tres decenios, los escasos ejemplares que existen se
encuentran en un estado muy frágil, terminarán por hacerse polvo algún
día. Por otro lado, a lo largo de estos años muchas universidades,
centros de documentación, bibliotecas especializadas, estudiantes y
profesores, críticos interesados en el desarrollo de nuestra cultura, a
menudo nos han pedido tener acceso a la revista, querían consultarla. Al
digitalizar los ocho números y colgarlos en internet, se han resuelto
ambos problemas: la conservación de los ejemplares completos y el acceso
permanente de los lectores a esos documentos". El poeta George Riverón
se encargó de crear y diseñar la página web. García Ramos afirma que
está feliz con el resultado, que la revista estaría así salvada
permanentemente en formato digital y que este trabajo es también "un
homenaje a los tres miembros del Consejo de Editores que han
desaparecido: Arenas, Carlos Victoria y Roberto Valero".
Luis de la Paz –uno de los contertulios del Parque Lenin–, destaca una
de las características de Mariel: "Tendió puentes intergeneracionales.
Mientras otras publicaciones hacían énfasis en destacar la labor de los
escritores de sus propias promociones, la propuesta de Mariel fue
abierta, buscaba interactuar con aquellos que nos habían precedido en el
exilio. Quizás en eso radique su vigencia tres décadas después, pues
esos puentes fueron muy beneficiosos para la cultura cubana". Y
concluye: "Tras tres décadas, Mariel sigue siendo para muchos un
referente cultural, por lo que la digitalización de los ocho números de
la publicación constituye un importante paso para que los estudiosos de
la literatura cubana puedan acceder a una fuente de análisis e
investigación".
Para consultar Mariel: www.revista-mariel.com.
http://www.elnuevoherald.com/2013/05/04/1469635/mariel-digital-treinta-anos-despues.html
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