Grandes apuestas, grandes riesgos
Yaxys Cires Dib | Madrid | 10 Mayo 2013 - 12:52 am.
¿Podrá competir el Mariel con otros puertos de la región si el Gobierno
no normaliza sus relaciones con EEUU?
Si le asignáramos un valor monetario a las oportunidades que Cuba ha
perdido por no insertarse a tiempo en los cambios que desde hace años
ocurren en el campo industrial y tecnológico a nivel mundial, seguro que
el monto resultante sería sorprendente. Y aunque existe la posibilidad
de subir al tren de la globalización en cualquier momento, mientras más
rápido se haga, mejor. Aprovechar lo nuevo para hacer un país más
eficiente y competitivo a nivel internacional, aunque es un objetivo
posible, no es algo que se logre de la noche a la mañana.
Actualmente Cuba se encuentra a las puertas de un momento de
oportunidades de esos que hay que aprovechar. Según los pronósticos de
la Autoridad del Canal de Panamá, las obras de ampliación ya estarían
concluidas para el 2015. Una vez construido el tercer juego de esclusas,
el canal permitirá el tránsito de megabuques (post-Panamax) que cuentan
con capacidad para transportar hasta 12.600 contenedores, a diferencia
de los que transitan ahora, con capacidad solo para 4.500. Una de las
primeras consecuencias será un mayor ahorro en costes y tiempo en el
transporte internacional.
El canal ampliado y administrado eficientemente —como sucede en la
actualidad—, potenciará el comercio internacional a gran escala,
especialmente entre Asia y América. Será una oportunidad para países
como Cuba, que por sus condiciones geográficas pueden servir de punto de
redistribución o trasbordo de carga hacia otras regiones y hacia la
costa este norteamericana.
Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo titulado
Diagnóstico sobre el desempeño de los puertos y estudio de conectividad
portuaria en Belice, Centroamérica y la República Dominicana, plantea la
nueva realidad de esta manera: "Con la expansión mencionada, buques de
mayor tamaño como el Nuevo Panamax cruzarán el Canal hacia la costa
atlántica, y tendrán que hacer escala en uno o más megapuertos, desde
los cuales se usarán buques alimentadores para distribuir la mercancía.
La pregunta es cuáles serán esos megapuertos".
Oportunidades y retos
Panamá y República Dominicana llevan la delantera, pues cuentan con
puertos capaces de recibir esos buques y tienen servicios directos hacia
y desde el continente asiático; sin embargo, ya hay otros países que
realizan proyectos para poder competir, Cuba entre ellos.
La ubicación geográfica de la Isla, así como el buen nivel de
instrucción de los cubanos —cosa importante para proyectos que puedan
venir asociados al portuario— hacen de Cuba un potencial competidor.
El puerto del Mariel es una de las cartas que tenemos los cubanos para
insertarnos en una nueva dinámica. El régimen trabaja en un ambicioso
plan de ampliación y restauración de este puerto habanero. Para la
financiación de las obras, Brasil ha otorgado a La Habana una
multimillonaria línea de crédito, mientras la empresa constructora
brasileña Odebrecht, en asociación con una empresa ligada al ejército
cubano, se encarga de las obras de ingeniería y construcción.
Es evidente que la financiación y la adecuación del puerto no serán
escollos para el régimen, pero estas solo representan el primer paso de
un proceso cuya principal meta o idea es lograr que el proyecto sea
viable y competitivo. Meta difícil de alcanzar si antes Cuba no se
convierte en un país normal, es decir, capaz de tener relaciones
comerciales plenas y confiables con otros países, en especial con
Estados Unidos, ventaja que sí tienen sus competidores en la región.
Supongamos que Cuba llegue a tener, entre otras cosas, buenas
infraestructuras (puertos, terminales, carreteras, etc.), costes de
servicios competitivos, regulaciones transparentes y facilitadoras de
los flujos de mercancía… ¿Podrá competir el Mariel con otros puertos si
el país no tiene un acceso normal a Estados Unidos, tal y como tienen
sus vecinos del área?
Por citar un ejemplo, "The Cuban Assets Control Regulations" recoge
entre sus prohibiciones que los buques que entren a Cuba en actividades
de comercio de bienes o servicios, no podrán entrar a un puerto de EEUU
para cargar o descargar mercancía hasta 180 días después de haber salido
de la Isla. Como esta, hay otras prohibiciones que afectan no solamente
al posible éxito de la actividad logística o portuaria cubana, sino
también a proyectos futuros como el de la llamada Zona Especial de
Desarrollo del Mariel.
Los promotores de la iniciativa deberán mover ficha si es que no quieren
tirar el dinero que han invertido.
Probablemente, en los dos próximos años vivamos un importante punto de
inflexión en las relaciones de Cuba con otros países. Está por ver si
estos procesos tendrán un reflejo en la situación interna. Ello
dependerá en gran medida de las exigencias de otros gobiernos. Quizás la
única certeza que hoy podemos tener es que la necesidad de diversificar
los vínculos económicos y políticos de la Isla con otros países será
creciente.
Hay quienes dicen que no sería la primera vez que el régimen se empeña
en un proyecto condenado al fracaso. Sin embargo, viendo cómo está la
cosa en Venezuela, y ante la inexistencia de un país dispuesto a
subsidiar a La Habana, es difícil que este sea un lujo que puedan darse
los promotores cubanos del proyecto. Tampoco sus socios extranjeros, por
muy a largo plazo que apuesten.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1368060453_3173.html
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