Euforia en el Caribe
Raúl Rivero | Madrid | 11 Mayo 2013 - 10:11 am.
Christian Leffler, director ejecutivo para las Américas del Servicio
Exterior de la Unión Europea (UE), viajó a Cuba para mejorar las
relaciones con la dictadura.
Se dice en las tertulias acosadas pero vivas de la oposición pacífica
que a algunos políticos europeos que visitan La Habana el Gobierno les
pone, con los mojitos y las guarachas de bienvenida, unas orejeras para
que no puedan desviar su mirada hacia ningún punto inconveniente. Otros,
traen unas más sofisticadas de sus países de origen y se las ajustan
durante el largo viaje en el avión. El sueco Chistian Leffler usó esta
semana en Cuba las que llevó del viejo continente y las que le dieron
los comunistas en el aeropuerto.
El funcionario, que es el director ejecutivo para las Américas del
Servicio Exterior de la Unión Europea (UE), viajó a ese país del Caribe
para mejorar las relaciones con la dictadura y, según dijo a la prensa,
"a celebrar lo que nos une y discutir lo que nos separa".
El hombre fue a buscar un nuevo esquema legal que le permita a la UE
colaborar con el régimen en la actualización de sus estructuras
económicas y superar las limitaciones que le imponen en ese sentido la
llamada Posición Común, adoptada en 1996, que condiciona la cooperación
con la Isla a cambios sustanciales en el respeto a la democracia y a los
derechos humanos.
El enviado sueco y sus jefes de Bruselas aprecian que el Gobierno ha
iniciado un proceso de transformaciones importantes porque permitió una
ampliación del trabajo privado, ha dado cierta autonomía a empresas
estatales y dio autorización para que los ciudadanos puedan abrir
timbiriches y fondas particulares.
Un cambio en el mecanismo de control migratorio que permite ahora viajar
al exterior a algunos de los representantes de la oposición, es un nuevo
motivo de alborozo y regocijo del viajero. Otro argumento para buscar un
acuerdo que deje sin sentido la Posición Común.
Berta Soler, la portavoz de las Damas de Blanco, y otros líderes de la
oposición han solicitado a la UE que no ceda en sus exigencias porque
las señas de cambio del castrismo son mensajes tramposos, necesidad de
oxígeno para seguir en el poder.
Los tertulianos de esa Cuba marginada confían en que el sueco con
orejeras, en medio de sus celebraciones con el oficialismo, pudiera
escuchar esta cifra de abril: 366 detenciones arbitrarias por motivos
políticos.
Este artículo apareció en El Mundo. Se reproduce con autorización del
autor.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1368259873_3194.html
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