Monday, May 13, 2013

El negocio de la caridad en Cuba

El negocio de la caridad en Cuba
mayo 13, 2013
Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — La sobrina de Odalys, una vecina de mi madre, ha
incrementado ostensiblemente su guardarropa en los últimos tiempos.
Tiene piezas de primera, pero no gana un salario que pueda costear tanta
calidad.

Tampoco tiene amigos o parientes en el norte; simplemente trabaja en una
de las organizaciones políticas que reciben y envían la ropa de donación
para los damnificados por el ciclón en Santiago de Cuba.

Se presenta para que su tía, que es costurera, le arregle las últimas
adquisiciones. Odalys le lanza frecuentes miradas recriminatorias, a las
que la sobrina responde con un: "¿Ay mija, de cuando a acá tú has sido
tan consciente?" o "Tía, no seas aguafiestas, que allá todo el mundo
hace lo mismo".

Y es cierto que hay necesidad, pero también hay que tener muy poca
sensibilidad para hacer lo que hace la sobrina de Odalys. En fin, creo
que el cubano promedio se ha acostumbrado demasiado a malversar, tanto
que ya no lo ve como algo condenable.

Con la ropa que entra desde el exterior sucede otro tanto, o tal vez
peor. Ahí no se trata de un puñado de obreros revolviendo las cajas para
entresacar lo que les resuelve, sino de una cadena de negocios que es
casi un renglón económico.

De almacén en almacén y de camión en camión la ropa se desvía
ilegalmente, se compra y se vende. He escuchado que una caja sellada con
no-sé-lo-que-tendrá-dentro cuesta unos 200 o 300 cuc. Sobre esta
inversión el revendedor puede llegar a ganar unos 1000 o 2000 cuc, si se
pone a vender la ropa con calma.

Por todo ello, la ropa que vende el Estado en sus tiendas de reciclaje
es una basura que solo los más alocados o apretados económicamente se
atreven a usar.

De vez en cuando se puede resolver comprar alguna camisita de donación
bastante buena y en un precio razonable, 30 o 40 pesos, pero eso es solo
si conoces al alguien que esté metido en el negocio.

Total, que cuando conocí a la sobrina de Odalys me llevé las manos a la
cabeza preguntándome: ¿A dónde habrá ido a parar la ropita que con tanto
trabajo mandé para Santiago?

http://www.havanatimes.org/sp/?p=85131

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