Publicado el 05-04-2013
Cuba, paraíso del caos
POR IVÁN GARCÍA
ESPECIAL PARA DIARIO LAS AMÉRICAS
LA HABANA.- Las mujeres cubanas en edad fértil deben tener una opción B
cuando llegan los días de su período menstrual.
La situación la ilustra perfectamente Miladis, de 36 años y ama de casa.
"En los años duros del Período Especial (años de severa crisis
económica) hervía trozos de sábanas viejas para utilizarlos como
almohadillas sanitarias.
Otras amigas hacían un emplasto con yerbas y relleno sacado de
colchones. Ahora la cosa ha mejorado un poco. Una vez al mes, todas las
mujeres en edad fértil recibimos un paquete de 10 almohadillas. Se les
conoce como Íntimas (por el nombre de la marca) y cuestan 80 centavos (5
centavos de dólar). Además de resultar insuficientes, son de pésima
calidad", relató Miladis, mientras esperaba en fila en la farmacia de su
barrio.
Hay almohadillas de más calidad, en pesos convertibles. Cada paquete
cuesta de 90 centavos a 1.30 CUC (moneda convertible). "Es verdad que 90
centavos representan 24 pesos,
el salario de
dos días de un obrero, pero resisten más los sangramientos", explicó
Lucía, una oficinista de 28 años.
El problema es que esas almohadillas no están al alcance de todas las
mujeres. Sólo pueden comprarlas quienes reciben una parte de su salario
en divisas o le giran dólares o euros desde el extranjero. La mayoría
debe arreglárselas como pueda.
Tener un día perfecto en Cuba es difícil. Cada mañana, para poder
asearse, un segmento amplio de la población utiliza agua envasada en
depósitos no siempre con la debida higiene.
El desayuno de muchos es café sin leche y un panecillo de 80 gramos,
desabrido y mal elaborado, al que se le unta aceite, sal y ajo o
mayonesa casera.
Luego, si no tienes transporte que te lleve al trabajo, pierdes una hora
en la parada de ómnibus. El servicio urbano de transporte público
funciona a medio gas.
Más de 180 ómnibus articulados están parados por falta de piezas de
repuesto. En La Habana se diseñó desde 2006 una línea de Metrobús
compuesta por 17 rutas.
Funcionaban con una frecuencia entre 5 y 10 minutos en horas picos.
Circulan por populosos barrios y avenidas. En esos ómnibus se mueven
cientos de miles de personas diariamente.
Existen seis terminales con un parque de 479 autobuses articulados. Al
estar fuera de servicio un tercio de ellos, el mayor transportista de
pasajeros en La Habana ha quebrado.
Ir a cualquier punto de la ciudad en horario pico puede demorar a veces
dos horas. Los ómnibus siempre transitan atestados. El calor y viajar
apretado tienen el efecto de una lija de fósforos: el menor roce puede
provocar una riña.
En la capital ya desaparecieron los antiguos 'camellos', camiones a los
cuales se le adaptaba un remolque y podían transportar hasta 300
pasajeros. La gente les decía 'la película del sábado', porque en ellos
había violencia, sexo y lenguaje de adultos.
Esa apelativo ahora lo reciben los metrobuses. No sólo algunas mujeres
son acosadas sexualmente. Si se anda despistado, se puede sufrir el
hurto de la billetera. En las paradas, los carteristas aprovechan las
aglomeraciones para intentar robarte.
Salvo excepciones, la infraestructura de servicios funciona mal en Cuba.
Es del cuarto mundo. Las calles, carreteras y autopistas son un infierno
chiquito, irregulares y con tortuosos baches.
Todas las noches se pierde el 60 por ciento del agua potable por
salideros en tuberías conductoras. Las calles del Reparto Sevillano, en
el municipio Diez de Octubre, se convierten en auténticos ríos los días
de distribución del preciado líquido. Excepto en las barriadas
exclusivas donde residen generales, ministros y empresarios consentidos
por el régimen, el agua se distribuye en días alternos en la capital.
En el municipio Centro Habana, de la capital, viven familias que no
tienen servicio de agua corriente. La reciben mediante camiones
cisterna. La escasez ha creado una nueva modalidad dentro del trabajo
por cuenta propia (independiente): 'los aguateros'. Son tipos que cargan
cubos de agua por dinero. Llenar un tanque de 55 galones cuesta entre 40
y 50 pesos.
Otro motivo de disgusto por parte de los ciudadanos son las colas, el
mal trato y la exasperante burocracia. En Cuba hay filas para todo.
Comprar el pan, hacer un trámite legal o sacar dinero del banco.
"Le llamo Cuba-cola. Llevo hora y media en la fila de una notaría para
legalizar los papeles de la venta de mi casa", comentó Oscar. Pero
siempre alguien se aprovecha de las penurias para hacer dinero.
Rodovaldo, 61 años, se levanta todos los días a las 3 de la mañana para
ser de los primeros en la fila de espera en las oficinas de atención al
público. "Cobro 30 pesos por los primeros turnos, lo mismo para hacerte
un pasaporte que comprar el uniforme escolar", explicó.
Viejos jubilados, cargados de achaques, van a las panaderías que ofertan
pan en venta libre y por 50 pesos compran para los dueños de cafeterías
particulares de 60 a 80 barras de pan de flauta.
El 85 por ciento de la población en Cuba es propietaria de su vivienda.
Y los que tienen que pagar alquiler pagan muy poco. Aunque por falta de
dinero, el 60 por ciento de las casas y apartamentos se encuentra en
regular o mal estado.
A la inmensa mayoría de los cubanos casi toda la plata, en pesos o en
divisas, se le va en comida. Los precios de los alimentos son del primer
mudo. El pollo y la carne de res valen más caros que en Miami. Y las
carreteras e infraestructuras compiten con las de las naciones más pobres.
http://www.diariolasamericas.com/noticia/155951/cuba-paraiso-del-caos
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