Wednesday, May 8, 2013

A la sombra del Gran Hermano

A la sombra del Gran Hermano
Martes, Mayo 7, 2013 | Por Camilo Ernesto Olivera Peidro

LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Me reencontré con un amigo de la
infancia y la adolescencia que reside fuera de Cuba desde hace casi
veinte años. A pesar del lapso transcurrido, el diálogo fluyó como si
nos hubiéramos dejado de ver ayer. Me llamó la atención la celeridad con
la que asumía los asuntos de la vida diaria.

La primera vez que le visité en la casa donde se hospedaba, le notaba
tenso y rápido en sus reacciones, y se lo dije. Me miró extrañado y me
respondió que en realidad ese era su ritmo normal. Por el contrario,
percibía que la vida en Cuba seguía siendo lenta y monótona. Veía como
un maltrato inaudito la demora, por ejemplo, en los servicios públicos.
Tampoco entendía los rodeos verbales con los cuales sus amigos le
pedíamos un determinado favor. Constantemente nos pedía que fuéramos
directos y concretos en lo que dijéramos.

El buen amigo, con el paso de los días aquí, entre nosotros, se fue
desacelerando poco a poco. Solo entonces logró comenzar a disfrutar
plenamente del tiempo de vacaciones que se había ganado trabajando muy
duro. Sin embargo, recuperó el ritmo físico y mental de los primeros
días, en cuanto puso el pie en la terminal aérea, a la hora de su
partida de regreso. Era como si saliera de un letargo y volviera al
trepidante mundo real. Me dijo que si algún día yo lograba salir de la
Isla, notaría la diferencia entre estar despierto y estar dormido. Con
el paso del tiempo, he podido entenderlo.

En un texto corto, inspirado en 1984, de Orwell, el escritor venezolano
Luis Brito García mostró cuán demoledores pueden ser los efectos de la
dictadura a nivel mental. En este texto, dos represores interrogan a uno
de los personajes en la celda.

Los policías le hablan de lo que ellos llaman el terror del "cuarto
101″. En el desenlace, los guardias llevan al individuo y lo colocan
frente a la puerta del referido cuarto. La abren y resulta ser la puerta
de la calle. Le dicen al prisionero que es libre de ir donde desee y de
hacer o deshacer. Éste titubea, le pregunta a sus captores si de veras
puede hacer lo que quiera. Los guardias le responden una o dos preguntas
y luego cierran la puerta. El hombre se ve de pronto a solas consigo
mismo y teniendo que decidir qué hacer con su vida a partir de ese momento.

Ningún ministerio o ley marcial se lo va a dictar. Para este hombre,
nacido y criado a la sombra del Gran Hermano, la calle libre de
obstáculos y el amanecer resultan como un gran abismo de terror.
Entonces, golpea la puerta y grita pidiendo que lo dejen regresar.

El exilio es duro, como puede serlo despertar y no sentir los olores y
los sonidos que alimentaron la niñez o la adolescencia y juventud.
Cuántos de los cubanos que hoy han logrado hacer su vida en libertad, no
titubearon frente a un abismo que luego resultó ser un espejismo, que
ocultaba un abanico de posibilidades. Pero despertaron, quizás de golpe
y con dolor. Despertaron a la gran responsabilidad que implica vivir en
una sociedad donde eres el resultado de ti mismo y tus potencialidades,
no la consecuencia de los desvaríos o las improvisaciones de una
dictadura con un "líder máximo".

Cuba está despertando, luego de cinco décadas de sueño populista y
totalitario. Las puertas van abriéndose una por una y a regañadientes.
Los cubanos de la Isla apenas intuimos el abanico de posibilidades que
subyacen tras estos umbrales. Sin embargo, las opciones están claras:
Estar despiertos y preparados para vivir en otra Cuba, o seguir dormidos
bajo la sombra opresiva de un sistema decadente.

http://www.cubanet.org/articulos/a-la-sombra-del-gran-hermano/

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