Ahogados en la inmundicia
Miércoles, 17 de Abril de 2013 00:38
Escrito por Gladys Linares
Cuba actualidad, Lawton, La Habana, (PD) Los escombros, acompañados de
basura y tarecos, ya forman parte del paisaje habanero, y con ellos, las
aceras rotas por el descuido al recoger los desechos con palas
automáticas cuando hay algún plan maratónico e infructuoso de saneamiento.
Resulta muy desagradable caminar por tantas calles convertidas en
vertederos, donde merodean roedores, moscas, cucarachas y otros
vectores, ya adaptados a convivir con nosotros como parte de la
insalubridad en que vivimos.
Esta situación se repite en cualquier punto de la ciudad. La mayoría de
los contenedores no tienen tapa, y algunos tampoco tienen ruedas, por lo
que se vuelcan con facilidad. A pesar de que están llenos, los vecinos
siguen botando desechos a su alrededor. Cuando el aire sopla, los malos
olores invaden nuestros hogares.
Dice Julio, un vecino que vive en una de estas esquinas, que le llamó la
atención a una señora que botaba la basura fuera del contenedor, y esta
le gritó, molesta: "¡Si no te gusta, quéjate a Comunales!"
Según nos comentó un trabajador de este organismo, de los diez camiones
asignados al municipio Diez de Octubre, solo funcionan tres o cuatro, el
resto está roto y, según les han dicho, no hay piezas para arreglarlos,
aunque alguna que otra vez, con el esfuerzo de mecánicos y la
persistencia de choferes, puede arreglarse otro.
Abel el Loco cumplió cuatro años de prisión. Poco después de extinguir
su condena fue ubicado en Comunales como chofer de tractor. El día que
comenzó a trabajar, el jefe le señaló uno y le dijo: "Ese es el tuyo".
Cuando lo revisó, Abel vio que el vehículo estaba roto. Tenía que
arreglarlo por sus medios si quería trabajar, y así lo hizo. Según él,
después recuperó el dinero invertido con un trabajito por aquí y otro
por allá.
Me cuenta Teresa que cuando visitó a su hermana en Francia la impresionó
la limpieza, sobre todo de las calles, además de la forma en que en los
hogares recogen los desperdicios. Nunca vio una cucaracha, ni salideros
de agua. Tampoco sintió el mal olor de las alcantarillas. Al regresar a
Cuba, el contraste fue impactante. En su primera semana tuvo que caminar
doce cuadras para llegar a una tienda, y en ese tramo se tropezó con
ocho contenedores desbordados.
La inconstancia en el saneamiento de la ciudad provoca la grave
insalubridad en que vivimos. Como dijera el Apóstol, la verdadera
medicina que cura es la higiene.
Para Cuba actualidad: gladyslinares42@yahoo.com
http://primaveradigital.org/primavera/cuba-sociedad/sociedad/7125-ahogados-en-la-inmundicia-.html
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