Friday, December 7, 2012

La unanimidad en Cuba: Descansa en paz

La unanimidad en Cuba: Descansa en paz
diciembre 6, 2012
Fernando Ravsberg*

HAVANA TIMES — Me contaba mi colega Angel Tomás que durante los primeros
años de la Revolución los debates políticos eran constantes y que muchos
dirigentes, incluso Fidel Castro, llegaban a la Universidad de La Habana
a conversar con los estudiantes.

Lamentablemente no conocí esa etapa, por el contrario la Cuba que yo me
encontré al llegar en los 90 fue la del pensamiento único, la de los
apoyos unánimes, la de los escrutinios del 99,99% y de Mesas Redondas en
las que todos repiten lo mismo.

Poco a poco me fui metiendo entre la gente común y comprendí que en Cuba
nada es lo que parece, mucho menos la imagen estereotipada que
oficialmente se pretendía vender. Me alegré, porque hubiera resultado
difícil vivir en semejante uniformidad.

Los debates se desarrollaban en el espacio íntimo de la familia o de los
amigos. Periodistas, académicos, economistas, investigadores e incluso
políticos solo expresaban sus puntos de vista cuando tenían la seguridad
de que no se harían públicos.

En las raras ocasiones que alguien cuestionaba algo de forma abierta
invariablemente empezaba la exposición diciendo "siguiendo las ideas
expresadas por nuestro Comandante en Jefe en torno a este tema yo creo
que…" y sólo entonces soltaba su opinión.

En el 2007 "se rompió el corojo", Raúl Castro convocó a la gente a un
debate nacional sobre el presente y el futuro del país. Cinco millones
de cubanos le respondieron con más de 1 millón de críticas, hiriendo de
muerte a la "unanimidad".

Y no fue el único debate, tras más de una década sin reunirse los
militantes del Partido Comunista celebraron un Congreso y una Asamblea
para discutir los destinos del país, el rumbo de las reformas y elegir a
las máximas autoridades partidarias.

El recuento me vino a la cabeza leyendo la más reciente conferencia del
destacado intelectual cubano Aurelio Alonso. Un excelente análisis que
regaló a los jóvenes sobre los desafíos de la Cuba actual, escrito
además con serenidad, equilibrio y mesura.

Aurelio les confesó que "el derrumbe del socialismo soviético" no fue
solo un asunto económico "se debió, sobre todo, al fracaso en generar
una cultura democrática participativa, sin la cual la institucionalidad
política se convierte en un andamiaje sin contenido".

Inmediatamente se me apareció la imagen de Alfredo Guevara recorriendo
universidades. Anda pregonando la buena nueva de que no todo estaba bien
hecho, que ni siquiera estaba todo hecho y pidiendo a los jóvenes que
continúen construyendo nación.

El socialista Julio Cesar Guanche y el democristiano Roberto Veiga
iniciaron un debate público sobre la democracia que terminó con una
reunión de intelectuales, llenos de contradicciones entre sí, cuyo único
punto en común es soñar una Cuba mejor.

Parieron un documento donde un marxista advierte sobre "el monopolio
monstruoso de la ideología, la política y la economía, en manos del
Estado" y un cura aclara que "con la soberanía nacional no se puede
permitir coqueteos".

Me enteré que por ahí hay reuniones de intelectuales y economistas con
debates que sacan chispas porque lo que es bueno para la economía no
siempre es bueno para la cultura, como sabemos perfectamente los demás
ciudadanos del mundo.

"¿Cómo se va a autofinanciar el ballet nacional o la escuela de ballet,
por ejemplo?", me preguntaba Graziella Pogolotti en una entrevista y
agregaba "la solución no puede ser subir los precios de la función y
dejar fuera a la mayor parte de los cubanos".

Los clichés se han roto definitivamente, los chicos del Observatorio
critican al gobierno, marchan el 1 de mayo con carteles contra la
burocracia y acuden después al parque Carlos Marx a rendirle honores al
alemán que inventó el socialismo.

El investigador Esteban Morales publica un artículo reclamando
transparencia en varios casos de corrupción. Lo expulsan del Partido
Comunista pero el académico termina ganando la pulseada, sigue siendo
militante y además continúa escribiendo.

Si estos debates no tienen más repercusión es porque la prensa nacional
sigue siendo sordo-muda-ciega ante este proceso creativo. El control
editorial es enorme, tanto que varios de los sitios de Internet que se
han hecho eco terminaron "suicidados".

Sin embargo, las cosas han cambiado y ya no tienen el control total,
personas como el escritor Leonardo Padura aprovechan su espacio nacional
e internacional para subrayar cuales son, a su juicio, los problemas que
afectan a sus compatriotas.

Cuba se ha quedado sin paradigmas y parece estar despertando de tantas
certezas embotadoras. El silencio se ha roto y cada día se oyen más
voces opinando por su cuenta. Y a mí me gusta pensar que ese ejercicio
puede servir para fortalecer a la nación.

http://www.havanatimes.org/sp/?p=76296

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