La crisis de Chávez y las preguntas de Raúl Castro
Publicado el Miércoles, 12 Diciembre 2012 08:31
Por Emilio Morales*
El agravamiento del presidente venezolano Hugo Chávez pudiera
desencadenar la aplicación de un plan B por parte del gobierno cubano en
sus empeños por salir adelante ante el nuevo e incómodo escenario.
Las señales de la operación quirúrgica y las apelaciones de Nicolás
Maduro a "la oración y la serenidad" de los venezolanos no hace pensar
en un panorama fácil para Venezuela y mucho menos para Cuba. La victoria
de Chávez en las recientes elecciones fue un alivio temporal a la
tensión que vive tras bambalinas el gobierno cubano, potenciada con la
sucesión de malas noticias de los últimos días.
Al menos, dio tiempo para poder designar un sucesor de la misma línea de
Chávez ante una eventual incapacidad para dirigir el país, ya sea por
inhabilitación física o mental, o por la muerte del mandatario. Sin
embargo, eso no exonera al gobierno cubano de la aplicación de un plan B
para profundizar las reformas económicas y evitar el colapso nacional.
La recién anunciada reforma migratoria, que entrará en vigor el próximo
14 de enero, es el primer paso del plan B que tiene oculto bajo la manga
el gobierno de Raúl Castro.
Resoluciones silenciosas
En los meses recientes hemos observado un sinnúmero de resoluciones y
movimientos que, sin mucho ruido, se están poniendo en práctica por el
gobierno. Algunas de estas medidas se han ido publicando en la Gaceta
Oficial y otras se están ejecutando lejos del visor de la prensa y los
medios de comunicación. En ambas casos no son más que medidas para
estructurar el futuro que se acerca inexorablemente.
Entre esas disposiciones destacan la disminución de impuestos para
ejercer el trabajo privado, medidas para estimular la producción
agrícola y la entrega de locales para ejercer servicios que no funcionan
bajo la administración del Estado.
A ese grupo se suma la reciente autorización a los dirigentes de los
organismos centrales del Estado (Resolución 372/2012 del Ministerio de
Finanzas y Precios) para reglamentar los precios en moneda convertible
de las carreras universitarias que ya se ofertan a estudiantes
extranjeros. No solo en el campo de la Medicina, sino extensivo a todas
las áreas académicas afines a esos organismos gubernamentales.
El deporte no se queda atrás dentro de los planes de apertura del
gobierno. La entrada de peloteros cubanos desertores en Grandes Ligas
empuja inevitablemente a una decisión que el régimen no digiere
fácilmente, pero que resulta inaplazable si es que quiere mantener un
béisbol competitivo. Para el año próximo se espera que muchos peloteros
cubanos engrosen ligas profesionales de Japón y Taipei de China.
Antes se autorizó el trabajo privado para 183 modalidades, así como a la
venta de casas y autos, rubros prohibidos por más de 50 años. A pesar de
que más de 500,000 personas ya estén laborando en el sector privado
(sumo los campesinos a los 395,000 cuentapropistas registrados por el
gobierno), la práctica ha demostrado que no es suficiente.
En el limbo estatal
Casi dos millones de cubanos siguen insertados en la estructura del
limbo estatal, una especie de lastre de huelga de brazos caídos,
totalmente improductiva. A estas alturas el gobierno ha sido incapaz de
crear los espacios apropiados para poner a producir a esa masa de
cubanos en el sector privado. Las reformas han resultado hasta el
momento poco profundas y muy inflexibles.
El ABC de un eventual plan B tendría que ser la apertura profunda, con
leyes flexibles y oportunidades para todos.
Pero habrá que volver a la pregunta clave que enfrenta el castrismo como
sistema totalitario e irremediablemente centralizado. ¿Cómo el gobierno
cubano enfrentaría la pérdida del suministro de petróleo y la bolsa que
significan 50,000 profesionales trabajando en Venezuela a precio de
primer mundo y que hoy constituyen uno de los tres rubros principales
que apuntalan la economía cubana?
No será con tanques en la calle como se acallaría una situación extrema,
porque los tanques, en última instancia, no dan de comer a la población.
Se impone una apertura verdaderamente profunda mediante la que los
cubanos puedan importar y exportar, los profesionales producir, y los
ciudadanos emprendedores convertirse en el motor de la economía.
Una apertura en la que la propiedad privada sea respetad y la gran masa
de población incomunicada se conecte con el mundo a través de internet.
Una apertura, en fin, en la que el Estado deje de ser el dueño y juez
supremo de todo.
Remesas, turismo y níquel
El país no puede seguir dependiendo de las remesas, el turismo y el
níquel. El desarrollo tiene que ser paralelo en todas las áreas.
Recuperar la industria azucarera significa en estos momentos trabajar
duro para atraer el capital extranjero y estimular a la fuerza laboral.
A su vez, el sector inmobiliario requiere de leyes más profundas. No
basta con autorizar la venta de las viviendas, sino conformar un
inventario de casas nuevas para poder mover el mercado. Actualmente se
anuncian más de 100,000 viviendas para la venta en internet, pero el
mercado permanece prácticamente inmóvil.
El Estado tiene además que liberar la construcción de viviendas,
facilitar la venta de terrenos y abrir el mercado para que los cubanos
puedan formar empresas constructoras. También los sectores de turismo,
agricultura, viales y producciones industriales requieren del desarrollo
de un liderazgo empresarial privado que dé respuesta a las necesidades
del país, permitiendo emplear a decenas de miles de profesionales y no
profesionales del ramo que hoy están sin producir (arquitectos,
ingenieros civiles, contadores, informáticos, albañiles, plomeros,
electricistas).
La economía necesita salir de la doble moneda y del racionamiento
sustentado. Pero para ello se requiere estimular la producción agrícola.
Entregar las tierras sin poner límites productivos. El control del
Estado debe ser solo a través de los impuestos y la producción
controlada espontáneamente por un mercado regido por la ley de oferta y
demanda. Su distribución debe ser ejecutada por un sistema de logística
privado, que garantice que las cosechas no se pierdan en el campo y que
las entregas se distribuyan puntualmente sin trabas burocráticas.
Señales de confianza
El gobierno cubano tiene que dar señales de confianza para que se hagan
realidad las inversiones extranjeras que necesita el país. Se impone
crear mecanismos y leyes más flexibles y verdaderamente atractivas.
Una nueva ley de inversiones pudiera aparecer en cualquier momento,
impulsada por las nuevas y cambiantes circunstancias.
Pero las inversiones no pueden ser solo oportunidades para los
extranjeros. Tanto los cubanos que viven fuera como dentro del país
tienen derecho a invertir, pues Cuba es prioritariamente para los
cubanos. El desarrollo de un sector empresarial autóctono es vital para
el desarrollo futuro del país.
La sociedad necesita reeducarse en el espíritu empresarial, pero para
ello no puede haber límite para el emprendimiento, como ha sucedido por
cinco décadas en la isla. El único límite debe ser el éxito individual y
cada empresario tiene que superarse a sí mismo. El empresariado cubano
que ahora se cobija bajo el manto del cuentapropismo necesita aprender a
usar los créditos, a implementar estudios de mercado y análisis de
factibilidad para para evaluar las inversiones, lo que significa, en
otras palabras, desprenderse del tutelaje del Estado paternalista y
paralizante.
Y los inversionistas extranjeros requieren de un ambiente seguro para
desembolsar el capital. Ese clima significa tener garantías para la
repatriación del capital, permitir a las empresas extranjeras radicadas
en el país pagar directamente a sus empleados los salarios que ellos
consideren, sin la necesidad de agencias empleadoras intermediarias.
La economía necesita la apertura al desarrollo de los sistemas de
franquicias, tanto nacionales como internacionales, lo que permitiría la
entrada de capital, tecnología y competitividad del mercado.
¿Qué hacer?
¿Parece un relato fantasioso apuntar el camino inevitable? ¿Jugará el
gobierno cubano con todas estas cartas para dar respuesta al nuevo mapa
político y económico que se recompone ante sus ojos? ¿Están conscientes
los cubanos de que el gobierno no podría pagar a precio de mercado los
100,000 barriles diarios de petróleo que llegan desde Venezuela a cambio
de la colaboración establecida?
Leyendo hoy las versiones periodísticas oficiales sobre las
declaraciones de Raúl Castro en el V Pleno del Comité Central del
Partido Comunista de Cuba, llama la atención la prioridad anunciada en
la preparación económica de los dirigentes a todos los niveles, y la
advertencia de que se valoran "propuestas de nuevas políticas o medidas
de superior profundidad y alcance".
Quisiera pensar que quienes detentan el poder -muchos de ellos
octogenarios aferrados a dejar el mando- estén muy preocupados en estos
días de cirugías urgentes y reajustes a marcha forzada, y se pregunten
qué harían ahora ante un recorte de suministros vitales como el que
atravesó el país tras el colapso socialista, con una población joven
descreída de promesas y cada dirigente histórico con 20 años más en las
costillas.
Esperemos que al menos se lo hayan cuestionado, en las reuniones
partidistas, los consejos ministeriales o en la soledad del despacho. De
lo contrario tendremos que cruzar los dedos.
*Economista cubano. Ex jefe de planeación estratégica de mercadotecnia
en la corporación CIMEX y autor de los libros Cuba: ¿tránsito silencioso
al capitalismo? y Marketing without Advertising, Brand Preference and
Consumer Choice in Cuba. Es presidente de Havana Consulting Group, en Miami.
http://cafefuerte.com/cuba/noticias-de-cuba/economia-y-negocios/2424-la-crisis-de-chavez-y-las-preguntas-de-raul-castro
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