Thursday, August 9, 2012

Está bien la ayuda, pero seleccionen mejor a los que envían

Oswaldo Payá, Represión, Oposición

Está bien la ayuda, pero seleccionen mejor a los que envían

Una visita solidaria a opositores en Cuba no es un picnic ni tarea para
improvisar

Eugenio Yáñez, Miami | 09/08/2012 8:44 am

No pongo en duda las buenas intenciones de los democristianos suecos y
los "populares" españoles cuando enviaron a Cuba a Jens Aron Modig y
Ángel Carromero, en misión de solidaridad con el Movimiento Cristiano
Liberación que dirigía Oswaldo Payá. Pero, como todos sabemos, de buenas
intenciones está empedrado el camino del infierno.

Como resultado de imponderables e irresponsabilidades, Oswaldo Payá y
Harold Cepero perdieron la vida en un dramático accidente; el español
Ángel Carromero está detenido en Cuba, acusado de homicidio
involuntario, y el ciudadano sueco no ha sido capaz de dar la cara al
regresar a su país ni para dar el pésame a la familia del difunto, mucho
menos para enfrentar los desmentidos de Rosa María Payá a sus declaraciones.

Fuera de Cuba ha habido análisis muy serios sobre el siniestro, mientras
los teóricos de las conspiraciones no han cesado de "demostrar" que se
trató de un asesinato orquestado por "la seguridad", aunque para eso
haya que olvidarse de hechos tales como que el vehículo accidentado se
desplazó desde La Habana hasta las cercanías de Bayamo en menos de ocho
horas (entre las 6:00 AM y la 1:50 PM) con tres paradas intermedias.
Quien haya manejado en Cuba y conozca el estado de sus carreteras, sabe
que se trata de una irresponsabilidad temeraria. Más aún si el chofer
del auto resultó ser alguien con un expediente de conductor bastante
deplorable, al extremo de que en España había intenciones de retirarle
el permiso para conducir.

Con lo anterior no pretendo absolver a la dictadura cubana de las culpas
que le puedan corresponder por este accidente, quizás más inducido que
provocado directamente, si estuvo involucrada en el siniestro:
simplemente, señalo que todavía no he podido constatar explicaciones
suficientes que me convenzan de las culpas del régimen, más allá de las
convicciones morales de asegurar que "esa gente son capaces de cualquier
cosa". Ni me impresiona para nada la noticia de que fue "desenmascarado"
como oficial de la inteligencia el Director del Centro Internacional de
Prensa en La Habana, quien estaba sentado junto al ciudadano sueco
durante la conferencia de prensa. Posiblemente todos los pioneros en La
Habana sepan que esos cargos no los desempeñan ni obreros de vanguardia,
ni dirigentes sindicales, ni cederistas destacados, sino oficiales de la
inteligencia.

La selección de Ángel Carromero y Aron Modig para la misión que se les
encomendó en Cuba partió del principio (erróneo) de que todo sería miel
sobre hojuelas y de que bastarían varios encuentros y conversaciones
para culminar las tareas encomendadas. En otras palabras, parecería que
no se previeron escenarios adversos, que en Estocolmo y Madrid razonaron
como si fueran burócratas de la nomenklatura cubana.

Quienes crean que los extranjeros fueron torturados no tienen idea de
cómo son las cosas en Cuba: ambos son jóvenes acostumbrados a vivir en
democracia y en un Estado de derecho, en posiciones de liderazgo
juvenil, con acceso a la prensa y los abogados, donde los agentes del
orden y los tribunales tienen que regirse por leyes y actuar
transparentemente, y donde pueden ser demandados en cualquier momento si
se sobrepasan en sus funciones. Cualquier escenario diferente es
desconocido para ellos.

¿Para qué sería necesario torturar a Carromero? Bastan unos días de
celda en 100 y Aldabó, ese lugar donde se dice que hasta Supermán llora,
sin acceso a servicios sanitarios ni agua potable, con comida miserable,
interrogatorios en horarios irregulares y con cambios bruscos del calor
de la celda a los locales refrigerados de los instructores, y dejarle
conversar con otros detenidos en la misma celda, para que en poco tiempo
sea capaz de declarar y firmar que quien besó a Jesucristo no fue Judas,
sino él mismo.

No hubo que darle golpes a Aron Modig para que, además de pedir perdón
en público por ser solidario con los demócratas cubanos, dijera que su
misión era entregarle 4.000 euros a Payá y asesorarle para crear un
movimiento juvenil, lo que Rosa María Payá desmiente tajantemente. Y ni
siquiera en la tranquilidad del territorio sueco se ha presentado ante
la prensa para ratificar lo que dijo en La Habana o para desmentirlo.
Quizás no dependa de él mismo, sino de "orientaciones" superiores para
actuar así, pero la imagen que ha dado hasta ahora es poco halagüeña.

Mientras no se demuestre lo contrario, me quedo con las palabras de la
hija de Oswaldo Payá y tengo que pensar que Jens Aron Modig no dice la
verdad, o por lo menos no dice toda la verdad. No creo que lo haga por
cinismo o inmoralidad, pero muy bien puede ser por miedo, por un
profundo temor a no se sabe qué, o por un cálculo de su organización
política, pretendiendo quien sabe qué en La Habana: a Modig le bastó una
semana como huésped de honor del "aparato" en Cuba para que el temor se
le sembrara en los genes y en el ADN, y según ha declarado, o estaba
dormido o no se acuerda de casi nada mientras estaba despierto. Sin
embargo, de lo que dice acordarse es de cosas que le vienen muy bien al
régimen para tratar de desacreditar a Payá.

Lo sucedido no tiene marcha atrás, y no es posible devolverle la vida a
Payá ni a Harold Cepero. Aron Modig ya está en su país. Carromero tiene
una situación compleja, pues hay dos muertos de por medio y habrá que
ver si el régimen lo quiere retener en el país como ficha de cambio por
algo que no sabemos todavía, o si podrá regresar a España, y en qué
condiciones.

El Gobierno cubano quiere aprovechar estos escenarios para intimidar a
las democracias y desalentarlas de reconocer y apoyar a la sociedad
civil cubana, a la vez que incrementar la represión contra opositores,
disidentes, periodistas independientes y bibliotecarios.

Esperemos que las democracias, por su misma razón de ser, no se dejen
someter al chantaje y las bravuconadas de una dictadura de más de medio
siglo. Y que mantengan, de una forma u otra, su apoyo moral y su
solidaridad concreta con los demócratas cubanos que se enfrentan a la
dictadura.

Sin embargo, si de verdad quieren que la ayuda sea efectiva, tendrán que
seleccionar mucho mejor a las personas que envían para apoyar a los
cubanos, y entender perfectamente que no es lo mismo ser opositor en
Estocolmo o Madrid que en La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas o Placetas.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/esta-bien-la-ayuda-pero-seleccionen-mejor-a-los-que-envian-279130

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