Monday, July 9, 2012

Recuerdan la ofensiva revolucionaria de 1968?

Ofensiva Revolucionaria

¿Recuerdan la ofensiva revolucionaria de 1968?

El informe presentado por Fidel Castro contra los pequeños negocios
urbanos constituyó una burda manipulación de la opinión pública

Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 09/07/2012 10:46 am

El 13 de marzo de 1968, Fidel Castro, en uno de sus kilométricos
discursos, anunció al pueblo cubano lo que llamó "la ofensiva
revolucionaria". En realidad no había nada de revolucionario en ella,
sino al contrario, fue una medida esencialmente contrarrevolucionaria
dirigida a eliminar al sector de la pequeña burguesía urbana. Y con ello
eliminar una de las pocas áreas de autonomía social que quedaba en el
país tras la brutal estatización de todo lo que se moviera. Después de
este paso solamente quedó fuera del sector estatal un área limitada de
pequeños campesinos cooperativizados de diferentes maneras, que poseían
el 30 % de la tierra y suplían algo así como el 70 % de los alimentos
agrícolas de la población cubana.

La ofensiva revolucionaria fue un paso más en el control sociopolítico
de la población y en la construcción de un régimen thermidoriano con
aspiraciones totalitarias que se consolidaría finalmente sobre la base
de los subsidios soviéticos. Fue también otro paso en la represión de
todo aquello que parecía extraño a una nueva moral más parecida al
ascetismo plebeyo de los movimientos campesinos medievales que a la
propuesta marxista. Y que se llevó consigo a todo lo que resultaba
diferente de la manera como los nuevos dirigentes percibían la dignidad:
homosexuales, críticos, artistas irreverentes, peludos, religiosos, y,
por supuesto, pequeños propietarios.

Y fue también un arrebato particularmente dañino del sentimiento
anti-urbano, en la misma medida en que consideraban a las ciudades como
viveros de manifestaciones amorales y al mundo rural como el espacio
idóneo para cultivar las nuevas virtudes revolucionarias. Si alguna
duda, lean este breve párrafo de un discurso tan homofóbico como
antiurbano que pronunciara FC en marzo de 1963:

"Muchos de esos vagos… han llevado su libertinaje a extremos de querer
ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows
feminoides… nuestra sociedad no puede darle cabida a esas
degeneraciones. La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de
degeneraciones. Hay unas cuantas teorías, yo no soy científico, no soy
un técnico en esa materia, pero sí observé siempre una cosa: que el
campo no daba ese subproducto. Siempre observé eso, y siempre lo tengo
muy presente".

Y de aquí, obviamente, se derivaron prácticas como las movilizaciones
agrícolas que nos azotaron por décadas, las escuelas al campo y en el
campo que aterrorizaron a las familias hasta hace muy poco tiempo y las
fatídicas UMAP que destruyeron vidas y sueños de miles de cubanos. Todo
un intento de someter a una población caribeña a un status estoico y
monacal del que, lógicamente, la nueva clase política escapaba
reservándose íntimos espacios lúdicos dentro y fuera del país.

En estos días he revisado de nuevo el discurso que anunciaba la ofensiva
revolucionaria. No había vuelto a él desde el día que lo oí, cuando era
un adolescente, hundido en una muchedumbre que llenaba la calle San
Lázaro. Y leerlo me ha servido para reafirmar mi convicción del valor de
la democracia, del debate público y de la prensa independiente. Pues el
informe presentado por Fidel Castro (FC) contra los pequeños negocios
urbanos —en medio de una perorata de varias horas que incluía
observaciones sobre la sequía, la lucha contra el imperialismo y la
victoria de los 10 millones de toneladas de azúcar— constituyó una burda
manipulación de la opinión pública que solo puede hacerse desde un poder
incontestado.

El informe de FC se apoyó en un estudio aplicado sobre 6.452 negocios
privados —friteros incluidos— y a 955 bares que nunca queda claro si se
incluían en la cifra anterior o eran un racimo independiente. Fue
realizado por los militantes del Partido Comunista de cada municipio con
el apoyo de los frentes de vigilancia de los CDR, lo que obviamente
determinó que los resultados fueran construidos de acuerdo con las
conclusiones que se querían alcanzar para legitimar la operación. Y en
particular aquellas conclusiones que mejor alimentaban las pasiones
políticas de la coyuntura. De manera que en el estudio se brindan datos
francamente infantiles como precisar que el 66 % de los clientes de los
bares y el 72 % de sus propietarios eran "antisociales y amorales"
desviados de los propósitos revolucionarios. Afirmaciones difícilmente
comprobables, pero suficientes para identificar en los bebedores alegres
a enemigos zigzagueantes de la revolución.

Por otro lado, en su discurso FC distorsionó la estadística de manera
grotesca. Digamos, por ejemplo, que cuando solo un 28 % de los negocios
no tenía registro legal, esto se presentaba como "casi un tercio": o que
cuando tuvo que explicar que el 51 % de los negocios tenían buenas
condiciones higiénicas, el 40 % regulares y solo un 9 % malas;
presentaba el dato como que casi la mitad tenía condiciones higiénicas
"no buenas". Y así sucesivamente, lo que convierte la lectura en una
invitación a la risa si no fuera porque tras él se escondía una ola
expropiatoria contra trabajadores, contra el "pueblo" que el propio FC
definió en su alegato legal de 1953, y contra los pocos espacios
remanentes de autonomía social.

Y digo expresamente trabajadores, porque hay algo que ni los afanes de
los investigadores, ni la manipulación del orador pudieron ocultar: de
los 6.542 pequeños negocios analizados en La Habana, el 72 % estaban
registrados y pagaban puntualmente sus impuestos, el 88 % de los dueños
trabajaban en los negocios y se apoyaban en trabajo familiar, y solo el
31 % de ellos tenían otros empleados. El 73 % de las familias
propietarias no tenían otros ingresos, y la abrumadora mayoría tenía
ingresos brutos diarios de menos de cien pesos.

Curiosamente, solo el 6 % de los propietarios de negocios había
solicitado la salida del país.

En un país donde ya por entonces la única manera de expresar descontento
era con los pies.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/recuerdan-la-ofensiva-revolucionaria-de-1968-278323

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