Prensa castrista: creer o no creer
¿Quién puede contrastar datos de forma rápida y fidedigna con las
autoridades de un régimen autoritario?
Joan Antoni Guerrero Vall
julio 19, 2012
Una de las acusaciones más habituales entre los defensores del
castrismo, dirigida contra aquellos que escriben y publican información
u opiniones sobre Cuba, es una supuesta falta de imparcialidad.
De alguna manera, esto es relativamente cierto si tenemos en cuenta que
la fuente que no puede ser contrastada es usualmente la misma (el
régimen) y, al mismo tiempo, la que tiene por norma establecer un muro
de contención ante cualquier posibilidad de explicar públicamente algo
relativo a hechos de actualidad.
¿Quién puede contrastar datos de forma rápida y fidedigna con las
autoridades de un régimen autoritario? Pues, por supuesto, nadie. Hay
que ser cínico o iluso para pensar que la ortodoxia periodística se
pueda aplicar en cuanto a Cuba, donde por lo general la mayoría de
informaciones se nutren en buena medida de fuentes alternativas, los
hechos se conocen gracias a filtraciones y múltiples versiones de un
mismo caso pueden difundirse hasta que oficialmente se decide emitir una
nota informativa cuando ya es inevitable ocultar nada. De todas maneras,
y tratándose de un régimen atípico, creer en la veracidad de una nota
informativa que difunden sus órganos de prensa ya son ganas de ser crédulo.
Los amigos del régimen siempre están dispuestos a atacar a aquellos que
intentan hablar sobre lo que sucede en la Isla, sobre todo cuando se
intenta abordar algo que es de interés general pero de lo cual los
medios de comunicación castristas no hablan por estar, digámoslo de
alguna manera, secuestrados (o más bien ocupados) por las directrices
políticas de un partido, los intereses concretos y exclusivos de una
élite en el poder.
Así lo hemos visto recientemente en el caso del brote de cólera que, a
ciencia cierta, nadie sabe muy bien a cuántas personas ha afectado y qué
consecuencias ha tenido para sus vidas. Se ha sabido que se han
producido varias muertes, pero la prensa nacional no ha contado sus
historias, no se ha acercado a los lugares donde tenían lugar los
hechos, por lo que podemos decir que no ha cumplido con su trabajo. Una
vez más, en la prensa cubana, el periodismo queda anulado cuando por
delante pasan los intereses de ocultación que tienen las autoridades.
Dirán que esto sucede también igual en cualquier democracia, pero no
resaltarán que lo que los grandes medios pueden llegar a ocultar en un
país democrático, lo puede en cambio poner al descubierto cualquier
ciudadano a través de múltiples canales sin que ello constituya un
delito. Eso en Cuba resulta imposible. Los medios públicos en democracia
son sometidos a control y crítica de los partidos en la oposición, por
lo que nunca se da la posibilidad de que cualquier abuso por parte del
partido en el poder quede totalmente impune. En Cuba, no hay
prácticamente nadie que haya podido levantar la voz contra la falta de
información a nivel nacional de lo sucedido con el brote de cólera. La
desinformación (por mucho que el régimen diga que informó a través de
medios locales de las zonas afectadas) habrá sido también un factor que
quizás podría haber agravado la situación, pero está claro que ningún
partido opositor podrá pedir explicaciones ni ningún periodista podrá
investigar sobre el asunto.
La falta de transparencia por parte del régimen no significa que haya
vía libre para la mentira. Lo que sí es cierto es que cualquier
información relacionada con Cuba debe ser contemplada con cautela, ya
que no se dan las condiciones ideales para que el periodismo pueda
trabajar con normalidad. De esta situación tenemos múltiples ejemplos y
muchos periodistas independientes, como es el caso de Iván García, lo
han apuntado en varias ocasiones. A pesar de que periodistas tanto en
Cuba como en España pueden tropezar con impedimentos por parte de las
autoridades, lo que está bien claro es que seguirá teniendo más
garantías de un buen trabajo un periodista en España, donde haya un
respeto a la instituciones, que no si está en Cuba, donde no hay nada
que pueda pasar por delante del estricto interés de la poderosa junta
militar que maneja el timón.
http://www.martinoticias.com/content/article/12936.html
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