Publicado el sábado, 07.21.12
Las contradicciones del embargo
Joaquín Roy
La llegada del "Ana Cecilia", un pequeño carguero con bandera de Bolivia
(que no tiene mar) de conveniencia, a La Habana, procedente de Miami, se
ha insertado en la historia tormentosa de las relaciones entre Estados
Unidos y Cuba. El detalle novedoso es que la carga se compone
básicamente de donaciones del exilio cubano a sus familiares. Así se
suavizará la presión de los vuelos fletados desde varias ciudades de
Estados Unidos, y se reducirá considerablemente el coste.
En ese contexto, se habla ya de las expectativas referentes a que el
presidente Barack Obama llegue a poner término al embargo. No es la
primera vez que se comenta ese aparentemente irrealizable proyecto, ni
será la última. A ambas partes, el embargo les sirve de coartada. A
Washington, como reliquia asequible de su hegemonía en Latinoamérica; a
La Habana, convirtiendo el "embargo" en "bloqueo", como excusa por las
carencias socioeconómicas del régimen.
Es cierto que la vigencia del embargo evita que el atraque de un simple
buque mercante, en unos muelles no lejos del lugar donde explosionó el
Maine en 1898, rebase límites geopolíticos. Emblemáticamente el
acontecimiento comparte también el escenario con el sitio desde donde
meses después fueron repatriados miles de soldados mandados a la guerra
que se debía luchar "hasta el último hombre y la última peseta" (según
Cánovas del Castillo).
Pero, resulta que a pesar del embargo y sus suplementos Estados Unidos
se ha convertido en el sexto socio comercial de Cuba, mediante el
subterfugio de la venta de mercancías bajo el pago en cash. En
importaciones cubanas solamente está superado por Venezuela, la Unión
Europea, Canadá, Brasil y China. En exportaciones, solamente superan a
Washington China, Canadá, la Unión Europea, Venezuela y Guyana. En
alimentos, Estados Unidos ya es el primer proveedor de Cuba.
Ya está lejano el aniversario en 1999 del medio siglo de vida de la
Revolución cubana. Entre finales de enero y primeros de febrero pasados
apenas se recordaron otros cincuenta años desde que Cuba fue expulsada
de la OEA en sonado cónclave celebrado en Punta del Este. Al final de
unas febriles negociaciones recabando votos, Dean Rusk consiguió la
"colaboración" de Papa Doc de Haití, gracias al pago de la construcción
de un aeropuerto en Puerto Príncipe. El caso es que desde entonces, los
hermanos Castro tienen como gran orgullo la expulsión. En un reciente
intento para su reingreso, todos los protagonistas del hemisferio
estaban de acuerdo… excepto Cuba y Estados Unidos.
Unos días después, el 3 de febrero de 1962, Kennedy firmaba una ley,
basada en legislación de la Primera Guerra Mundial referida a un embargo
contra el "enemigo", en la que se daba el toque final a un embargo total
contra Cuba, que hasta entonces había sido escalonadamente parcial,
desde los años de Eisenhower. Así Washington había respondido a cada una
de las provocaciones de Cuba con respecto a la confiscación de propiedades.
Esta decisión se enmarcó en una cómica maniobra de Kennedy, que revela
sus debilidades por la buena vida. Unas horas antes de firmar un nueva
escalada del embargo parcial en pleno 1961, poco tiempo después de Bahía
de Cochinos, ordenó a su secretario de prensa Pierre Salinger que le
comprara mil cigarros puros habaneros. Legalmente hablando, no rompió la
ley.
Por su parte, Castro había "ayudado" a Washington en las represalias, ya
que justamente mientras se preparaba la invasión de Bahía de Cochinos,
se declaró marxista de toda la vida. Igual hizo en 1996 cuando la ley
Helms-Burton no estaba segura de recibir el voto congresista y decidió
derribar las avionetas de Hermanos al Rescate, que se habían aventurado
en lanzar panfletos sobre La Habana. Clinton respondió de acuerdo con la
partitura. En el contexto de las elecciones presidenciales de noviembre
en Estados Unidos, seguro que uno de los testigos externos sabrá sacar
ventaja: Raúl Castro. No tiene el lastre de elecciones.
Pero, en resumidas cuentas, se duda que Obama dé un paso osado antes de
la disputa electoral ante Romney. Nada tiene que ganar con el riesgo y,
por ahora, algo que perder en pasar a la historia como el primer
presidente norteamericano que claudicó ante los Castro, especialmente
mientras Fidel esté vivo. Una vez desaparecido éste, su hermano o su
sucesor pueden abrir un nuevo escenario para terminar la farsa. Quizá
para entonces, en lugar de un modesto buque de carga, llegue un ferry
desde Cayo Hueso (como en los viejos tiempos) con automóviles Honda y
Toyota (fabricados en territorio de Estados Unidos), que sustituyan a
los Lincoln, Cadillac y Chevrolet, que hacen las delicias de los
estupefactos turistas en el insólito parque temático del centro de La
Habana.
Catedrático 'Jean Monnet' y Director del Centro de la Unión Europea de
la Universidad de Miami
http://www.elnuevoherald.com/2012/07/21/1255846/joaquin-roy-las-contradicciones.html
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