¿Censo para qué?
Viernes, Julio 20, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Una vez más el gobierno cubano
se dispone a poner en tensión una enorme cantidad de recursos materiales
y humanos para realizar un nuevo Censo de Población y Viviendas. Entre
los días 15 y 24 del próximo mes de septiembre todos los hogares cubanos
se verán invadidos por una legión de enumeradores y supervisores,
previamente preparados, para recoger la información que actualice las
referencias oficiales sobre la realidad socioeconómica y demográfica del
país.
Los censos de población constituyen un instrumento efectivo que la
mayoría de los estados utilizan y que en Cuba tuvo varias ediciones
antes de 1959 y tres momentos en el último medio siglo: 1972, 1981 y 2002.
Sin embargo en las condiciones de la Cuba actual este complejo proceso
de investigación sociológica parece un esfuerzo un tanto inútil. De
hecho los resultados estadísticos del pasado censo fueron publicados
parcialmente varios años después de efectuado. Realizar un censo y no
atreverse a publicar lo que este arroja constituye un retrato nítido del
deterioro estructural y ético de un gobierno que asumió poder absoluto y
es incapaz de aceptar su responsabilidad en el desastre generalizado que
nos agobia.
Según trascendidos y filtraciones el censo del 2002 registró un 25% de
pobreza solo en la capital del país, por demás la zona más
económicamente promisoria de la Isla.
Lo arrojado por el pasado censo no sirvió para poner en conocimiento
público el estado ruinoso del fondo habitacional o el gigantesco déficit
de viviendas generado por tantos lustros de caprichoso monopolio estatal
sobre la construcción y distribución. No hemos sido informados de
cuantos profesionales graduados que aportan sus conocimientos a la
sociedad carecen de una residencia decorosa o un automóvil.
El gobierno cubano y sus voceros viven permanentemente "preocupados" por
la pobreza y las carencias socio-económicas que ensombrecen el panorama
social en muchos rincones del planeta sin reconocer los retrasos y
debilidades que aquejan a nuestra sociedad. Las autoridades se hacen eco
incluso de la referencia universalmente asumida de dos y un dólar diario
de ingreso per cápita para medir los umbrales de pobreza y miseria
respectivamente, sin tener en cuenta como los niveles de ingreso de la
inmensa mayoría de los cubanos está por debajo de esa cifra.
Los gobernantes cubanos deben reconocer abierta y honestamente la
existencia de pobreza en Cuba, de acuerdo a nuestras condiciones
socioeconómicas definir un índice de pobreza, tan necesario para diseñar
políticas y acciones concretas para enfrentar el fenómeno y asistir a
tantas familias víctimas de la desventaja y el desamparo.
Esa pobreza, esas desventajas y esos desamparos serán seguramente
registrados por el censo, sin embargo todos sabemos que difícilmente el
alto liderazgo de La Habana admitirá su existencia, paso esencial e
insoslayable para tomar medidas y acciones destinadas a enfrentar el
deterioro acelerado de las condiciones de vida de amplios sectores de la
población.
Seguramente el próximo censo volverá a perder una maravillosa
oportunidad de incluir a los afrodescendientes como un patrón
referencial de estadística y así valorar en justa medida las complejas
condiciones socioeconómicas en que se desenvuelve este importante
segmento de la sociedad siempre perjudicado por cada nueva medida de
"actualización del modelo económico".
Es muy posible que el próximo censo nos reafirme que los cubanos de piel
negra solo somos el 10 por ciento de la población, tal vez acaso menos,
referencia según la cual provincias de altísima población
afrodescendiente como Guantánamo, Santiago de Cuba y Matanzas o
municipios habaneros como Habana Vieja, Centro Habana, Cerro, Marianao,
La Lisa y San Miguel del Padrón no existirían.
Según esta increíble estadística oficial cabe preguntarse ¿Para qué
tanto esfuerzo y gasto de recursos si los que gobiernan nos ven
simplemente como quieren vernos?
Otra laguna insoluble de cuanto censo realice el actual gobierno es la
veracidad y confiabilidad de los datos aportados, especialmente en el
terreno de la posesión de objetos de cierto valor. Los ciudadanos,
siempre recelosos de un poder tan adicto a irrespetar la propiedad
ajena, se muestran reticentes a brindar a los encuestadores información
fidedigna sobre tan delicado asunto.
Otras interrogantes directamente conectadas con la veracidad y exactitud
de los resultados del censo serán: ¿En que lugar quedaran ubicados los
miles y miles de cubanos que mal viven como moradores ilegales en los
muchos asentamientos insalubres o marginales extendidos a lo largo de
toda la Isla? ¿Cómo serán reconocidos y registrados los cientos de
indigentes y menesterosos diseminados por la capital como reflejo de la
creciente polarización social de la Cuba actual?
Para nadie es un secreto que no se requieren nuevos censos para impulsar
las transformaciones estructurales encaminadas a devolver a los
ciudadanos espacios y derechos y a la sociedad sus reales
potencialidades de desarrollo.
Más allá de la información recogida en el nuevo proceso de investigación
sociológica que se avecina, si las autoridades no demuestran valentía,
voluntad política y sensibilidad humanista para conectar se manera
consecuente y responsable con los traumas y necesidades de la Cuba real
y profunda, los gobernantes atrincherados en su retorica trasnochada
continuaran su marcha de espaldas a una sociedad que se hunde en el
desastre, tal vez a la espera de otro inútil censo.
elical2004@yahoo.es
http://www.cubanet.org/articulos/%c2%bfcenso-para-que/
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