Derechos Humanos
Damas de Negro, un antecedente ignorado
Dimas Castellanos
La Habana 14-06-2012 - 6:10 pm.
En 1915, las esposas de los miembros del Partido Independiente de Color
lograron algo que a las Damas de Blanco se les niega en pleno siglo XXI.
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, habla con un grupo de
periodistas tras su encuentro con el cardenal Jaime Ortega. (AP, 7 de
junio de 2012)
En el marco del centenario del crimen cometido contra cubanos negros en
1912, se han divulgado datos y hechos antes relegados por la
historiografía. Esas informaciones —además de mostrar la forma
incorrecta en que se trató el conflicto— ponen en evidencia varias
similitudes con el presente, como es el capítulo protagonizado por las
mujeres negras, a las que me permito nominar como Damas de Negro.
La historia de la rebeldía masiva de los negros en Cuba comenzó con el
alzamiento de los esclavos de la mina de El Cobre en 1677, se repitió en
el mismo lugar en 1731, se manifestó en la insurrección liderada por
José Antonio Aponte en 1812 y en la Conspiración de la Escalera en 1844.
Después, los negros se incorporaron a la Guerra de los Diez Años en
1868, a la Guerra Chiquita en 1879 y a la Guerra de Independencia de
1895. No obstante, en la República, ese sector continuó siendo víctima
de la injusticia social y la discriminación racial.
Cerrados los caminos pacíficos, los negros optaron por la violencia.
Participaron en la Guerrita de 1906 contra el intento de reelección
presidencial de Tomás Estrada Palma y en 1907 fundaron la Agrupación
Independiente de Color, la que renombraron en 1908 como Partido
Independiente de Color (PIC). Las razones de la fundación fueron
expuestas en Previsión, su órgano oficial, con las siguientes palabras:
"Nada puede esperar la raza de color cubana de los procedimientos usados
hasta aquí por los partidos políticos porque nada han hecho que pueda
ser para nosotros apreciable... Vamos a demostrar que practicando una
candidatura en la que todos sean de color, fuera de los partidos
políticos, nadie podrá negar que por muy poca que sea la minoría que dé
el resultado será siempre mayor que el alcanzado hasta ahora…"
En 1910 el Congreso de la República convirtió en ley una enmienda
constitucional, según la cual: "No se considerará en ningún caso como
partido político o grupo independiente, ninguna asociación constituida
exclusivamente por individuos de una sola raza o color, ni por
individuos de una clase con motivo de nacimiento, la riqueza o el título
profesional", por lo que el PIC desarrolló una campaña dirigida a
derogar dicha Ley, que desembocó en el alzamiento armado del 20 de mayo
de 1912. La respuesta del gobierno fue la movilización de la Guardia
Rural, del Ejército Permanente y de fuerzas paramilitares, unidas bajo
el mando del general José de Jesús Monteagudo.
Algo más de un mes después del inicio del alzamiento, el 27 de junio,
murió Evaristo Estenoz, su principal líder. A partir de ese momento el
movimiento, ya debilitado, quedó controlado por las fuerzas
gubernamentales. Las Garantías Constitucionales, que habían sido
suspendidas, fueron restablecidas el 15 de julio. El 17 de julio, el
General mambí Pedro Ivonnet, la otra figura más importante del
alzamiento, fue capturado y muerto bajo la ley de fuga, lo que puso fin
a una insurrección, que según cálculos aparecidos en el Cubano Libre, de
unos 6.000 alzados, 3.500 habían caído en la contienda y 1.500 habían
sido muertos por la fuerza pública en emboscadas y caminos.
Las Damas de Negro
Una vez sofocado el movimiento, comenzó la lucha cívica por la
liberación de los encarcelados que, indistintamente, habían sido
detenidos por sus relaciones con el alzamiento, habían depuesto las
armas o habían sido capturados durante los encuentros armados. Para esa
fecha el movimiento feminista, surgido en la Europa de fines del siglo
XVIII, había tocado tierra cubana, donde la mujer, a pesar de haber
tenido participación en los procesos políticos —como lo demuestra su
presencia en la Guerra de Independencia, donde unas 25 alcanzaron altos
grados militares, entre ellas una el grado de general, tres coronelas y
más de veinte capitanas—, lo hizo casi siempre subordinada a roles
definidos y trazados por los hombres.
Así, en correspondencia con esa cultura patriarcal y machista, el
programa del PIC no contemplaba reivindicaciones de género, sin embargo,
muchas mujeres negras se identificaron con las aspiraciones de sus
compañeros, lo que se expresó mediante la constitución de comités de
damas en todas las provincias del país. Esos comités, a semejanza de los
clubes femeninos del Partido Revolucionario Cubano de fines del siglo
XIX, tenían una presidencia de honor masculina, lo que no fue
impedimento para que en sus reuniones y mítines, las mujeres se
pronunciaran a favor de derechos femeninos como el voto y el divorcio,
lo que las ubica dentro del movimiento feminista cubano.
En septiembre de 1912, esas mujeres negras, familiares de los sublevados
—incluidas algunas de las que habían sido procesadas—, iniciaron una
campaña dirigida a la aprobación de una ley de amnistía, es decir, de
extinción de la responsabilidad contraída en el alzamiento. Esta
iniciativa contaba al menos con dos antecedentes en Cuba: uno, cuando en
1861 el gobierno español amnistió a los conspiradores y permitió el
retorno a Cuba de los exiliados; dos, cuando la amnistía decretada
después del Pacto del Zanjón permitió a los cubanos exiliados regresar a
Cuba, entre ellos figuras claves como José Martí, Juan Gualberto Gómez,
Antonio Maceo y Calixto García.
Una de esas mujeres, Rosa Brioso Tejera, escribió al juez especial de
Santiago de Cuba denunciando los maltratos a los presos en el Cuartel
Moncada, acudió al secretario de Justicia y presidió una comisión de
féminas que solicitó al gobernador Rafael Manduley, mediar ante el
Congreso para que se dictara una ley de amnistía a favor de las
prisioneras y prisioneros. Rosa viajó a La Habana, donde se entrevistó
con diversos representantes de la Cámara. La amnistía no fue aprobada
hasta el 10 de marzo de 1915, ¡pero fue aprobada!, algo que aún no se ha
podido lograr para los actuales presos políticos.
Las Damas de Blanco
De forma similar, posiblemente sin conocer estos antecedentes, las
esposas, madres, hijas, hermanas y tías de los 75 prisioneros
encarcelados en marzo de 2003 —no por alzarse en armas, sino por hacer
uso del derecho a la libertad de expresión—, inmediatamente después de
la detención, ya en pleno siglo XXI, comenzaron a denunciar las
condiciones de confinamiento y la depauperación sufrida por sus
familiares en los interrogatorios y en los juicios sin las debidas
garantías procesales. Estas mujeres han trascendido como las Damas de
Blanco.
La principal diferencia entre los escenarios en que se produjeron las
acciones de éstas y aquellas Damas, es que en materia de libertades
cívicas Cuba ha sufrido un considerable retroceso, pues ahora las Damas
de Blanco, además de que sus familiares no han sido amnistiados, son
víctimas de actos de repudio, algo de lo que —al menos hasta ahora— las
investigaciones historiográficas acerca de la matanza de 1912, no han
arrojado evidencias.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/11564-damas-de-negro-un-antecedente-ignorado
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