Exilio
Una reunión respetuosa y disciplinada en Washington
Los cubanoamericanos que fueron a DC vitorean alborozados una "voluntad
e interés" que aún no se ha manifestado por ningún lugar, como quien
aplaude una maroma que no se ha producido
Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 21/05/2012 9:12 am
A fines de abril se efectuó en Washington una llamada primera reunión de
cubanos residentes en Estados Unidos, sospechosamente convocada por la
Oficina de Intereses. Se habló de un centenar de delegados que
presenciaron conferencias y paneles sobre la situación cubana, entre
ellas la comparecencia de un vicecanciller que les agradeció el apoyo y
les aseguró que Estados Unidos mantiene su intención de derrocar a lo
que llamó la "revolución cubana". La reunión fue una entre muchas
similares —Andalucía, Galicia, Belice, Bolivia— pero al tener lugar en
el país donde reside más del 80 % de los migrantes cubanos, y en un
contexto en que el gobierno insular habla de una "actualización" de su
política migratoria, no era irracional haber esperado algún resultado
interesante.
Yo no conozco las interioridades de la reunión. No sé que se habló en
detalles, y no dudo que pudo haberse producido alguna intervención o
debate interesante. Pero hasta el momento, por lo que se conoce de la
descripción y del documento publicado, la reunión debió haber sido muy
aburrida y con toda seguridad decepcionante para la abrumadora mayoría
de los cubanos emigrados.
Casi todas las conclusiones que contiene la declaración emitida se
refieren a apoyos al Gobierno cubano en el marco de la confrontación con
su homólogo americano. Temas redundantes: la libertad de los cinco
héroes/espías, el fin de las injerencias americanas, la extradición de
Posada Carriles a Venezuela, la salida de Cuba de la lista de países
terroristas y, por supuesto, el fin del bloqueo/embargo. Solo una
conclusión se refería a la situación de los emigrados como comunidad.
Por única y muy expresiva, la cito aquí:
"Apreciamos la voluntad e interés del Gobierno cubano de continuar el
proceso humanitario de flexibilización de las regulaciones migratorias
necesarias para la unificación de la familia cubana y que contribuyen al
fortalecimiento de las relaciones entre la nación y la emigración"
Es decir que los cubanoamericanos que fueron a DC vitorean alborozados
una "voluntad e interés" que aún no se ha manifestado por ningún lugar,
como quien aplaude una maroma que no se ha producido. Luego, ven como un
proceso "humanitario" para reunir a las familias lo que en realidad debe
ser un proceso de restitución de derechos inalienables al libre tránsito
y de construcción de la ciudadanía. Y finalmente, con el mejor lenguaje
oficialista hablan de fortalecer las relaciones de la nación y la
emigración, es decir, de dos cosas distintas y separadas. Ni siquiera de
una nación con su emigración, menos aún de una sola sociedad
transnacional, lo que es Cuba en estos momentos.
Hace unas semanas, cuando esta convocatoria se desplegó, escribí mi
oposición a la limitación de ella a un grupo de emigrados política y
emocionalmente muy cercano al Gobierno cubano, o al menos dispuestos a
colaborar en la "actualización" asumiendo que es mejor trabajar dentro
que criticar desde afuera. Pero escribí que participar no implicaba un
cruce de Rubicón ético, toda vez que presumí que la invitación iba a ser
más amplia y las conclusiones más estimulantes.
Pero al leer este breve documento emitido —hasta ahora el único— creo
que debo corregir mi apreciación: apoyar o suscribir este documento sí
es transgresión ética y política. No se trata de matices o de grados
críticos, sino de una total y absoluta complacencia con una situación
deplorable para la sociedad cubana. Se trata del otorgamiento de una
patente de corso al Gobierno cubano para que continúe su práctica
antinacional, excluyente y discriminatoria.
Pero realmente lo que hace este centenar de compatriotas
pro-gubernamentales es poco relevante. Me interesa más analizar lo que
significa este tipo de reunión para el Gobierno cubano, y en que medida
nos sirve para evaluar la situación interna de la política cubana. Y en
este sentido creo que se están mostrando las inmensas grietas de la
élite política cubana, y que harán de alguna manera eclosión,
preferiblemente cuando desaparezcan los "padres fundadores".
La clase política cubana siente que necesita a la emigración. En eso
nunca se ha equivocado desde 1978. Pero percibe su uso de dos maneras
diferentes.
Desde el sector burocrático rentista —especialmente asentado en el
Partido Comunista— cualquier paso hacia un mejoramiento de relaciones
con la emigración más allá de estos convites de adeptos es un peligro
"político/ideológico" inaceptable. Y fiel a su concepción mezquina de la
vida, opta por continuar esquilmándola por la vía fiscal, captando las
remesas a través de mecanismos fiscales y de precios leoninos, y
mediante el incentivo a visitas que hoy resultan un componente principal
de la actividad turística de la Isla.
Para el sector tecnocrático/empresarial vinculado a los militares,
la cuestión está en cómo poner el caudal económico de los migrantes al
servicio de la recuperación económica y de su propia conversión
burguesa, principalmente mediante inversiones. Y al mismo tiempo tratar
de conformar un lobby anti-bloqueo/embargo con los empresarios
cubanoamericanos, desde el mismo corazón de la Florida.
Es decir, que, como es de sospechar, los burócratas rentistas no
quieren cambiar prácticamente nada. Es su tendencia natural y son
consecuentes. Para lograr su propósito, en cambio, los tecnócratas y los
militares están dispuestos a hacer concesiones pequeñas a favor de los
migrantes, tales como la reducción de tarifas y los alargamientos de los
tiempos de los permisos de viajes al exterior, si eso les permite una
mejor plataforma para entrar en grande en las relaciones con los
"cubanos de ultramar". Pero, y en eso coinciden con los burócratas
rentistas, todos los cambios tendrían siempre un sentido administrativo,
es decir, sin considerar la efectiva restitución de derechos ciudadanos.
Y es así porque tanto unos como otros perciben a las restricciones
migratorias como piezas claves de seguridad para el sistema. Sea
manteniendo el control sobre los contactos, limitando la posibilidad del
retorno u obligando a los cubanos a portarse bien —fuera y dentro de la
Isla— si quieren salir y/o entrar
No creo que hoy se discuta mucho más en los corrillos del poder político
real. Existen otras manifestaciones más aperturistas que suelen aparecer
ligadas a figuras intelectuales relacionadas con la élite —pensemos en
Silvio Rodríguez, Alfredo Guevara, Eusebio Leal, etc.— pero estos solo
son lo que en las películas de espionaje se llamarían "floreros en la
ventana", es decir los artefactos que los espías muestran en lugares
visibles para indicar que todo marcha bien en el punto de reunión.
Indicadores de que no hay problemas a bordo, pero nada decisivo. En la
práctica lo que se discute es cuanta flexibilización es indispensable
para que el andamiaje opresivo funcione mejor económicamente sin dejar
de funcionar políticamente.
Y si esto fuera así, las reuniones que se han estado produciendo en
varios puntos del planeta, incluyendo en el DC, y que todas terminan con
la misma cantaleta, no son otra cosa que un posicionamiento duro ante la
carencia de consensos y decisiones. Y la incapacidad de una élite
dividida para hacer una convocatoria que abarque otras franjas de
emigrados más allá de los condotieros solidarios, los empresarios de las
relaciones bilaterales y algunos otros personajes que no representan
mucho ni tienen capacidades reales de influir en los medios
cubano/americanos. Obviamente nadie podía esperar que ese diálogo se
extendiera a las franjas que tienen una mayor beligerancia política
anticastrista, pero entre ellos y los chicos que fueron al DC hay una
franja muy extensa de personas con reivindicaciones sobre derechos
civiles que los dirigentes cubanos no saben como afrontar.
Lo malo de todo esto es que por el momento poco va a cambiar. Incluso si
los tecnócratas impusieran sus puntos de vista —lo que debe finalmente
ocurrir— no creo que ello conlleve la "actualización" migratoria más
allá de algunos cambios cuantitativos que mitigarán las penas de los
cubanos (y eso es positivo) pero no nos acercarán a un estado de derecho
en este tema. No hay motivos para imaginar que en los planes de los
funcionarios cubanos esté el libre tránsito de los cubanos, dentro de,
hacia y desde Cuba.
Lo bueno es que la clase política cubana ha tomado nota de la necesidad
de incluir a la emigración en sus "actualizaciones". Y es bueno, porque
coloca a la emigración en una posición mejor para poder negociar su
inclusión en un proceso que debe conducir, de manera gradual, pero clara
e inequívoca, a la plena restitución de derechos ciudadanos. Por
supuesto que si sabe hacerlo, y si no se imagina que haciendo señitas va
a conseguir algún cambio sustancial.
Ni los endurecimientos cerrados, ni las anuencias obsequiosas pueden
ayudar a solucionar este problema, uno de los más graves que afronta la
sociedad transnacional cubana. Un semillero de disociaciones familiares,
frustraciones, sufrimientos y lejanías en función de la perpetuación de
un régimen político autoritario y obsoleto.
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/una-reunion-respetuosa-y-disciplinada-en-washington-276878
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