Tuesday, May 22, 2012

No quiero contaminar lo que el arte ha limpiado en mí

No quiero contaminar lo que el arte ha limpiado en mí
Martes, Mayo 22, 2012 | Por Ernesto Santana Zaldívar

(Entrevista con Danilo Maldonado, El Sexto)


LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Según el famoso artista plástico
Alexis Leyva, alias Kcho, "El Sexto no es nadie. En Suecia, tú haces
grafitis y te meten preso", dijo en una entrevista al inicio de la XI
Bienal de La Habana, y resuelve: "Eso no es arte ni es nada".

El Sexto nunca tuvo suficiente disciplina como para estudiar en una
escuela. Su formación fue en talleres de casas de cultura. Su tío,
licenciado en historia del arte, siempre lo llevaba a lugares donde
pudiera aprender. "Pero lo que verdaderamente me formó, me nutrió",
confiesa, "fue la calle. Siempre estaba en San Agustín, en Regla, en El
Vedado, dondequiera, siempre tratando de aprender, de estar alerta y de
buscar un público sin importarme si era conocedor o no".

Cuando se alistaba para participar en una exposición colectiva en el
marco de la Bienal, entre dibujos y pinturas, ofreció para Cubanet esta
entrevista.

Cubanet – ¿Cuáles serían las principales referencias o artistas que
crees tú que hayan tenido alguna influencia sobre tu obra o que te hayan
reportado alguna enseñanza?

Danilo Maldonado – De Cuba, estudié en libros a muchos pintores. Estudié
además con Roberto Diago en un taller que tenía. Me gusta mucho Amelia
Peláez, Antonia Eiriz, Mirta Pilar, Hilda Vilar, la gente de Arte Calle,
Ezequiel, Luis Trápaga, mucha gente. Del mundo, Basquiat. Yo soy una
esponja.

CN – ¿Cómo ha afectado tu vida personal el acoso que has vivido en el
último año? Como artista, ¿te ha desalentado?

DM – Todas las cosas que me han ocurrido en el último año son tan
importantes que, si no hubieran ocurrido, yo no fuera lo que soy ahora.
Cada vez que la situación se pone más difícil, me siento más estimulado
a crecer. Uno termina en el piso o se crece, pero no puede acostumbrarse
a perder. Uno siempre quiere más y se exige más a uno mismo. Es bueno
que pasen esas cosas para hacerte más fuerte, más inteligente a la hora
de enfrentar lo venidero. Es lo mejor que me ha pasado para poder estar
más claro. Yo sé quién es el enemigo y qué quiere. Ellos me hacen un
expediente a mí y yo les hago uno a ellos, a pesar de que siempre hay
más de cuatro o cinco y cambian, aunque se mantenga uno de ellos.
Siempre tienen una expectativa absurda y tú te preguntas qué cosa es
todo eso. Ni ellos mismos se lo creen.

El Sexto

El Sex†o

CN – Hace unas semanas, entre el 26 y el 28 de marzo, estuvo de visita
en nuestro país el Papa Benedicto XVI. ¿Qué significó para ti
personalmente ese acontecimiento?

DM - Personalmente significó volver a estar preso. Fueron a buscarme el
mismo día 26. Era el cumpleaños de mi hermano y yo iba saliendo de la
casa. No me soltaron hasta el día siguiente. Ellos tienen mucho miedo y
creen que hay gente que ha pasado la raya. Se cuidan mucho de que alguna
de esas personas que ya se sienten libres vaya a un lugar público, que
decida manifestarse y que algunos decidan seguirlo. Fue mucho el
desaliento para los que tenían alguna esperanza con esa visita y yo me
alegro de eso, porque en realidad nadie de afuera va a cambiar lo que
nosotros tenemos que cambiar. Esa es una utopía de los que siguen
confiando y dándole más poder al poder. Si tú no gritas por tu propia
libertad, ¿va a venir alguien a liberarte? Lo mío es dar el berro. Hay
que pararse en tres y dos, y ya.

CN – Un día la policía política te llevó a un estudio de Alexis Leyva,
Kcho, para darte una lección de cómo es un artista, o algo así. ¿Qué
impresión tienes tú de esa experiencia?

DM – Soy muy optimista. Si no, no trataría de hacer lo que hago. Ellos
se dieron cuenta de que mi obra había tenido alguna influencia, y
también de que lo que da soporte, lo que da un poco de legitimidad al
sistema político es el arte. Si el arte logra tocar a las personas,
desde cierto punto de vista está haciendo real al gobierno, y es por eso
que reclutan a artistas, como Kcho, e intentan intimidar a otros. Un
artista es una persona llena de luces, de amor, no se entiende con lo
político ni con lo burdo. Aunque sea agresivo sigue siendo artista. No
mata gente con una ametralladora. Aquí puede entrar alguien que piense
distinto a mí y ponerse a pintar a Fidel Castro mientras yo me pongo a
pintar lo mío, y puedo convivir perfectamente con él. Puedo entender por
qué algunos se pasan a ese bando, por qué el temor a perderlo todo.
Ponerse en un ángulo distinto es una actitud suicida porque ellos tienen
el poder y pueden hacer contigo lo que quieran. Imagínate estar
encerrado en una habitación con un montón de tipos con pistolas,
vestidos de verde, cuestionando tu obra. Algunos se dejan reclutar,
otros dicen: Yo soy artista y no tengo nada que hacer contigo. Tú estás
ahí, pero no me impliques en tus mentiras. Tu mentira es tu mentira. Si
tú eres capaz de mentir, si tu comportamiento delante de la gente es
mentira, puedes estar con una mujer que no te gusta, hacer un trabajo
que no te gusta, andar con gente que no te gusta, y ya en tu vida todo
es mentira. Hay que armarse de valor o bajar la cabeza y nunca mirar la
luz del sol; hay que comprender que lo único que ellos pueden hacer es
matarte. Cuando uno dice bien claro que no y que por aquí no van a
pasar, no sucede nada. Si no, tu vida se enreda con mil mentiras y no
puedes controlarla, y llega un momento en que firmas una carta apoyando
que maten a alguien y abrazando a Fidel Castro.

CN – ¿Sigues haciendo grafitis y flyers? ¿Estás haciendo algo nuevo?

DM – Sigo haciendo grafitis y flyers. A veces uno piensa, cuando se le
ocurre uno nuevo, que ya no va a poder hacer otro, pero este año empecé
a hacer algunos flyers interactivos, con formas que se doblan y se
convierten en otra cosa. Ahora pienso hacer otros volviendo a aquello de
"Devuelvan mis cinco euros". Sigo también haciendo grafitis, pero me los
borran, no duran más dos o tres días.

CN – ¿Qué estás preparando en relación con la Bienal de La Habana?

DM – Me invitaron a esta exposición con artistas plásticos que no son
contestarios y que respetan lo que hago, y empecé a hacer cosas nuevas
que quería sacar de mí. Ahora utilizo mucho el rosado, el color con que
tachan mis grafitis. "Tú tachas mis cosas, yo tacho las tuyas", dice una
de las piezas. Para mí esta exposición es algo muy bueno, porque a veces
piensas que la gente no te tiene en cuenta. Estos artistas vienen del
Instituto Superior de Arte, han viajado, tienen un nivel de plástica muy
alto, y que te acojan en este espacio significa que reconocen la calidad
de tu obra. Para mí eso es muy importante. Yo me formé en la calle. Lo
mío era espontáneo, expresando mi malestar, cuestionando. Ellos son
plásticos con una formación cultural, y ver que te tienen en cuenta y
quieren hablar contigo te hace sentir raro. Tengo que decirles que el
que está contento de conocerlos a ellos soy yo. Ninguno ha tenido
problemas políticos, pero me entienden perfectamente.

CN – Dijiste en una entrevista en Estado de SATS que "nosotros vamos a
derrumbar la pared, vamos a acabar con ese miedo". ¿Quiénes son
nosotros? ¿Crees que están acabando con ese miedo?

DM – Creo ese nosotros significa los jóvenes y todos los que están
haciendo algo para que se acabe esto y haya libertad. Nosotros significa
los bloggers, los activistas políticos, las Damas de Blanco. Con esta
exposición uno ve también que el miedo se pierde. Te acusan de
mercenario, pero cuando otras personas hablan contigo pueden ver que un
verdadero mercenario no tiene mente ni tiempo para hacer arte, ni para
hablar con gente diferente, con temas distintos. Y pierden el miedo.
Antes podían decirte algunos: "Sigue ahí", y eso te llenaba de energía,
pero no tanto como ahora cuando te dicen: "Sigue aquí y echa pie en
tierra con nosotros, que no hemos pasado por lo que has pasado tú, pero
respetamos lo que haces".

CN – ¿No sería más fácil para ti marcharte de Cuba y probar suerte en
otro país? ¿Crees que vale la pena sacrificar tu juventud en un lugar y
una situación que muchos otros jóvenes consideran sin futuro y sin
mejoría a corto plazo?

DM – Sueño con visitar muchos lugares y para un artista es muy
importante expandirse. Pero si me voy, ya no me serviría nada lo que he
aprendido aquí y tendría que cambiar de cultura, de lenguaje. Quiero que
mi obra se conozca, pero quiero quedarme aquí. Esto es lo que soy y esto
es lo que sé. Creo que la situación en Cuba cambiará. Si no cambia,
trataré de todas formas de dar lo mejor de mí, haciendo lo que me gusta
y en el lugar que me gusta. El arte me cambió la vida, fue como un
despertar, fue mejor que cualquier religión. Ves las cosas desde otros
puntos de vista, con otros tonos, aprendes a valorarlas. Yo vivía ciego.
Y lo mejor que me pasó fue ser artista y serlo aquí en Cuba, incluyendo
las malas experiencias que desgraciadamente suceden, pero que ayudan a
madurar para hacer cosas superiores. Te exiges más a ti mismo. Lo más
sencillo sería irme. ¿Y por qué hacerlo si esta es mi casa? Tampoco voy
a cerrar los ojos a lo que ocurre. Sobre todo, no quiero contaminar lo
que el arte ha limpiado en mí.

CN – ¿Por qué te hiciste en el pecho un tatuaje con la imagen de Laura
Pollán?

DM – Es difícil convencer a algunas personas de que alguien como ella
estaba haciendo algo bueno. Los que están en el poder tienen
herramientas como la prensa, entre otras, y la posibilidad para hacer
creer lo que quieran, para imponer el miedo. Creo que primero es la
espontaneidad, la convicción. Sin eso, todo es mentira. ¿A quién se le
ocurre que alguien te pueda pagar unos dólares por salir a la calle? ¿Tú
sabes lo que te puede pasar por salir a la calle a protestar? Yo les he
dicho a algunas personas: "Oye, voy a conseguirte cien dólares todos los
meses para que salgas y grites Abajo Raúl". Después de todo lo que
empezó a hacer Laura Pollán, con esa convicción, lo menos que podía
pasar era que otra gente la ayudara. Le digo a la gente: "Oye, brother,
esa mujer es una super heroína que hizo cosas tremendas que molestaron
mucho al gobierno, y por eso el gobierno inventó tantas mentiras". Yo
iba a tatuarme en el cuello, con letras de máquina de escribir, Donde
hay vida hay arte.

Epílogo

Toda ilusión que haya podido abrigar Danilo Maldonado con esta
exposición debe haber desaparecido cuando la policía política, bajo
amenazas, logró que, primero, sus obras fueran excluidas de la muestra
colectiva y, luego —porque siempre debe haber un correctivo que supere
cualquier coacción inicial—, la exhibición toda fue prohibida, igual que
otras muestras alternativas. Sin dudas, más que El Sexto, la Bienal
resultó perdedora y, con ella, perdimos todos los que deseábamos más
diversidad, más arte sin censura.

http://www.cubanet.org/articulos/no-quiero-contaminar-lo-que-el-arte-ha-limpiado-en-mi/

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