Sunday, May 20, 2012

Cuba vive otra revolución

Cuba vive otra revolución
El furor por Messi, la facilidad para jugarlo y la televisación de los
partidos son algunas de las razones por las que el fútbol desplaza al
beisbol, estancado y en pleno decaimiento. Por Lucas Bertellotti
20 de Mayo de 2012 - 00:49

Agarra la pelota con confianza y la mira con seriedad, como si estuviera
a punto de iniciar un enorme desafío. Tiene unos doce años y lleva
puesta la camiseta del Barcelona con la 10 de Messi. Es su turno de
hacer jueguitos: derecha, derecha, cabeza y la pelota cae al piso. Con
él hay otros cuatro chicos de su edad que forman una ronda y resoplan
por el fracaso de su amigo.

Ahora le toca al que tiene la camiseta del Real Madrid. Es zurdo:
izquierda, rodilla, izquierda, rodilla y al piso. No le va mucho mejor.
Pero que no sean del todo buenos no parece importarles demasiado.
Disfrutan, ríen, insultan, intentan superarse. Juegan al fútbol de todas
las maneras posibles hasta que no se ven ni a ellos mismos por la
oscuridad de la noche.

Al lado hay otro grupo que hace lo mismo y, más atrás, otro. El lugar de
la escena no es un potrero de Buenos Aires ni algún campito del interior
de la Argentina, sino en La Habana, Cuba. Es una plaza cercana al famoso
malecón, a pocos metros del Museo de la Revolución, donde se exhibe,
entre otras cosas, el yate Granma con el que Fidel Castro y otros 81
revolucionarios llegaron a la isla en 1956 para tomar el poder tres años
más tarde.

La secuencia del grupo de chicos se repite en cada rincón del país.
Aunque el béisbol es el deporte nacional y aún cuenta con muchos
seguidores, los bates, guantes y gritos de home run que hasta hace no
más de diez años se veían y escuchaban en cada plaza y esquina,
perdieron terreno de manera vertiginosa y sin aviso por el fútbol. En
Cuba se vive la otra revolución.

El sitio web de la emisora cubana Radio Coco publicó el 18 de abril de
2011 una encuesta entre 2000 personas, que debían elegir qué evento
deportivo les interesaba más.

Los resultados fueron contundentes: un 45,7% prefirió un clásico entre
Real Madrid y Barcelona, un 25,2% un partido de béisbol entre Estados
Unidos y Cuba y un 13,6% un choque de las selecciones de fútbol de la
Argentina y Brasil.

El resto de los votos se repartió en el béisbol: un partido entre
Industriales (el equipo de La Habana con más popularidad del país) y
Santiago de Cuba, un cruce entre Cuba y Japón en el Mundial y la final
de la Serie provincial.

Ernesto abre bien los ojos y escucha con atención. Tiene 25 años, es
profesor de educación física y vive en Baracoa, un pueblo que vive del
café y del cacao en la provincia oriental de Guantánamo. Un turista
español le habla sobre el famoso primer contrato que Carlos Rexach
redactó en una servilleta para asegurarse el pase de Lionel Messi, que
en ese momento tenía doce años.

Cuando termina el relato, le pide que lo repita y, esta vez, lo anota.
Al final, sonríe y dice: "Es increíble esa anécdota, se lo voy a contar
a todo el mundo. No van a poder creer esta historia. Sí, muchacho, voy a
ser bastante popular por un tiempo".

Ante el limitado acceso a Internet y la dificultad para llegar a la
información, el relato de los turistas es fundamental para que los
cubanos aprendan cosas nuevas sobre el fútbol.

Por momentos, la situación parece representar una radiografía de lo que
pasa en el país: una generación, los de más de 45 años, que defiende los
valores antiguos, realza la tradición del béisbol y no quiere saber nada
con cambios o fugaces apariciones de otros deportes.

Los de menos de 30, se desviven por ver lo que pasa en el mundo y
revientan los bares o se juntan en las casas de algún amigo cada vez que
transmiten un partido de la Liga de España. Compran la camiseta de su
jugador favorito en el mercado clandestino y la lucen todo el día, en
cualquier situación. Se interesan por saber cuánto dinero ganan los
jugadores profesionales que compiten en España, Italia o la Argentina.
Son historias del presente que bien podrían tener un significado para el
futuro del país: las prioridades de los jóvenes están puestas en cosas
que antes no figuraban en el panorama.

Las causas por las que el fútbol tomó vuelo son muchas, pero no más que
los motivos por los que el beisbol, o la pelota, como le dicen en Cuba,
perdió fuerza. Las proezas de históricos jugadores, como Orestes
Kindelan Olivares (el Tambor Mayor) o Luis Giraldo Casanova (el Señor
Pelotero), de las décadas del 70 y 80, se recuerdan como leyendas únicas
que no volverán a igualarse. El nivel de la liga local, de 16 equipos
que representan a las ciudades más importantes, perdió prestigio y ya no
quedan grandes figuras. La fuga de más de 300 jugadores a otros países
dejó heridas que todavía no sanaron.

"El increíble avance del fútbol se presenta en Cuba, pero también en
muchos otros países de larga tradición en el béisbol, como Nicaragua,
Panamá y Venezuela. Se trata de un fenómeno mediático. Aunque el béisbol
no dejará de ser nunca el deporte nacional, la juventud cubana y
universitaria se prendió mucho al juego de la pelota. Es casi una
religión", dice Renier González, periodista cubano y fundador de Gol, el
programa televisivo de fútbol más popular del país. González admite que
en Cuba muchas veces se presenta el tema de manera antagónica, como dos
formas de ser diferentes e irreconciliables. Dos deportes que no pueden
convivir: fútbol vs. béisbol.

Disfrutar con el fútbol no requiere mayores gastos. Basta con una
pelota. Jugar al béisbol es más difícil. A la necesidad de contar con,
por lo menos, tres jugadores, se suman los enormes costos: un bate
cuesta 42 CUC (unos 30 euros) y un guante, 9 CUC (6,50 euros).

La cifra representa dos sueldos completos de cualquier trabajador (el
salario de los cubanos es de unos 25 CUC mensuales). En el béisbol
callejero, los palos de escoba, desgastados e inutilizables, suelen
funcionar como bates y las tapas de botellas de gaseosas como pelotas.

No cuesta reconocer que los cubanos llevan en la sangre el ritmo de la
salsa. Bailan en cada esquina, generan música con cualquier elemento y
lo disfrutan con una naturalidad y espontaneidad únicas. Pero todo el
talento y la destreza que poseen en el baile no parecen tenerla en el
fútbol. Con la número cinco, la historia es otra.

La liga local tiene un nivel bajísimo, con 16 equipos divididos en dos
categorías con un sistema de partidos ida y vuelta y playoffs poco
atractivo. Los estadios, con varias deficiencias, no tienen capacidad
para más de 15 mil personas y nunca se llenan.

"El nivel es muy bajo. La imposibilidad de que sea un deporte
profesional, cuando en el resto del mundo sobra el dinero y las
condiciones, y la falta de roce internacional perjudican mucho", agrega
el periodista González. El calendario del campeonato nacional, de no más
de cuatro meses (el resto del año se dedican a entrenar en centros
deportivos), no se publica y la difusión de los resultados es
prácticamente nula.

Aunque hay unos diez mil jugadores federados, entre los de primera y los
juveniles, y la cifra va en aumento, hay factores negativos que aún no
mejoraron: los campos de juego, duros y con poco pasto, también
complican la práctica.

Para muchos cubanos, el bajo nivel del fútbol es una cuestión dolorosa
porque admiten que les será difícil destacarse ante circunstancias
repletas de dificultades. Sufren, porque por ahora no pueden jugar de
igual a igual ante otros países, aunque también sueñan. Y cuando los
chicos que en la plaza de La Habana no podían hacer más de cinco o seis
jueguitos escuchan los relatos de algún turista futbolero o ven a Messi
por la televisión, renuevan las esperanzas de ser mejores. "Algún día
voy a jugar como él", piensan. Y vuelven a ilusionarse.

Buscan otros ídolos
"La ausencia de estrellas en el beisbol hace que los chicos busquen sus
ídolos en Messi, Ronaldo y Xavi", dice René Morales, empleado público de
25 años y fanático del fútbol, que no se pierde ningún partido del
Barcelona.

"Con una pelota alcanza"
"Con mis amigos preferimos el fútbol porque es mucho más fácil de jugar.
Con una pelota, aunque no esté en las mejores condiciones, alcanza",
dice Esteban Canteli, un estudiante secundario de 15 años de Guanabacoa,
en las afueras de La Habana.

http://canchallena.lanacion.com.ar/1474901-cuba-vive-otra-revolucion

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