Venezuela
Con o sin Chávez
Bertrand de la Grange
Madrid 20-05-2012 - 9:30 am.
La posibilidad de que no se celebren elecciones cuenta con el apoyo de
Fidel Castro.
No se puede hablar todavía de pánico, pero sí de nerviosismo en los
círculos de poder en Caracas y en La Habana, al acercarse la fecha de
las elecciones venezolanas. El presidente Hugo Chávez obtendría
probablemente un tercer mandato de seis años si no fuera por el cáncer
que podría acabar con su vida antes de la votación del 7 de octubre. Los
médicos cubanos lo han sometido a un sinfín de tratamientos muy
agresivos, pero no han logrado curarle. Ahora, Chávez y los hermanos
Castro estudian juntos cómo evitar una victoria de la oposición, que
acabaría con la revolución bolivariana y cortaría el grifo de la
gigantesca ayuda económica de Caracas a la Isla.
En las últimas semanas se han desatado los rumores sobre los candidatos
que podrían sustituir a Chávez. Se habló, primero, del sociólogo Elías
Jaua y del ex militar Diosdado Cabello, que ocupan actualmente los dos
principales cargos institucionales del país (vicepresidente de la
República y presidente del Parlamento). Un tercer hombre los acaba de
desplazar en las quinielas. Se trata de Nicolás Maduro, canciller desde
2006 y ex dirigente sindical del transporte público. Los tres pertenecen
al oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y son muy
cercanos a Chávez. Sin embargo, según las encuestas, ninguno de los tres
ganaría contra Henrique Capriles, el candidato de la alianza opositora
Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Desde hace más de un año, antes de que Chávez supiera de su enfermedad,
los dirigentes del PSUV y sus aliados de la cúpula militar dejaron claro
que no aceptarían nunca una derrota de la revolución bolivariana por la
vía de las urnas. El más claro de todos fue el general Henry Rangel
Silva, que hizo en noviembre de 2010 unas declaraciones sin la menor
ambigüedad: "Un hipotético gobierno de la oposición a partir de 2012
sería vender el país, eso no lo va a aceptar la Fuerza Armada". Otros
altos mandos militares se han pronunciado recientemente en el mismo
sentido. Y el propio mandatario, al volver en enero de una de sus
sesiones de quimioterapia en La Habana, amenazó con quedarse veinte años
más en el poder: "Esa gente [la oposición] nunca va a volver aquí. Es mi
voluntad, es lo que yo quiero. Voy a hacer todo lo que yo pueda,
humanamente, políticamente posible, para salir de aquí en 2031".
Todas esas declaraciones pertenecen al folclor de la retórica populista.
Es una manera de movilizar a los seguidores y, al mismo tiempo, de
intimidar a los adversarios. Sin embargo, la enfermedad de Chávez cambia
la perspectiva. Al verse amenazada en su supervivencia, la revolución
bolivariana querrá cambiar las reglas del juego para seguir vigente. Si
ninguna de las candidaturas alternativas es viable —un caudillo no es
sustituible—, entonces solo queda suspender las elecciones. A finales de
abril, el gobernador oficialista del estado de Portuguesa, Wilmar
Castro, planteó esa opción en el transcurso de un mitin. Sería una clara
violación de la Constitución, pero no sería la primera desde que Chávez
gobierna a control remoto desde La Habana, donde últimamente pasa más
tiempo que en Caracas.
En una de sus "Reflexiones", publicada también a finales de abril, Fidel
Castro justifica de antemano la anulación de la votación en Venezuela
por la amenaza del "Gobierno de Estados Unidos [que ha] decidido en
tales circunstancias promover el derrocamiento del Gobierno
bolivariano". Es un argumento muy zafio, pero es la misma cantaleta que
el dictador cubano ha usado durante más de 50 años para impedir
elecciones democráticas en la Isla. Castro nunca perdonó a Daniel Ortega
que desoyera su consejo de no someter la revolución sandinista al
veredicto de las urnas en 1990. Ortega cedió ante esa exigencia de la
comunidad internacional porque estaba convencido de ganar holgadamente
las elecciones. Las perdió estrepitosamente.
Nicaragua era solamente una pieza de la estrategia expansionista de La
Habana contra la influencia política de Estados Unidos en América
Latina. En cambio, Venezuela es vital para el régimen cubano, que tiene
los medios para impedir la llegada de un gobierno hostil en Caracas. Sus
servicios de inteligencia, en contubernio con los militares venezolanos
más radicales, no dudarán en provocar algunos incidentes violentos y
denunciar una injerencia externa para justificar la suspensión de las
elecciones. Lo peor, sin embargo, no ocurre siempre y quizá haya
votación el próximo 7 de octubre, con o sin Chávez.
http://www.diariodecuba.com/internacional/11147-con-o-sin-chavez
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