Friday, April 20, 2012

El capricho, el caos y el absurdo

El capricho, el caos y el absurdo
Viernes, Abril 20, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas

LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El programa de análisis
especializado sobre deportes de la televisión nacional "Al duro y sin
guante" nos trajo hace pocos días interesantes y sorprendentes
valoraciones sobre el actual estado del beisbol cubano y sus
perspectivas en el contexto internacional en un momento de crisis tan
evidente que parece haber sonado la alarma en las alturas.

El pasatiempo nacional, el juego de béisbol, constituye más que pasión
cultura de los cubanos. Con más de ciento treinta años de presencia este
deporte está estrechamente relacionado a nuestra historia, de hecho
varios de sus primeros cultores estuvieron vinculados a las luchas por
la independencia. Muchos son los éxitos y figuras relevantes aportados
por este complejo y emotivo deporte a lo largo de más de una centuria de
hazañas y emociones.

Sin embargo ni las muchas glorias acumuladas, ni la persistente pasión
de los aficionados puede impedir que el pasatiempo nacional sufra la más
grave de las crisis. Ya no se trata solo de los retrocesos y derrotas
sucesivas en el escenario internacional o el éxodo continuo de jugadores
noveles y establecidos, el caso es que la pobre calidad del torneo elite
de la disciplina, el cual por cierto vive su quincuagésima primera
edición, resulta tan evidente que decepciona a los más fieles
aficionados y comienza a preocupar en serio a las muy poco críticas
autoridades políticas y deportivas del país. El desastre es tal que hace
tan solo unos meses llegaron a Cuba especialistas japoneses para
impartir lecciones de pitcheo y bateo a entrenadores y atletas.

A estas alturas la inquietud es lógica: estadios vacíos, indetenible
éxodo de estrellas y jóvenes prospectos, debilidad ostensible en varios
renglones de juego y un retroceso evidente en la preferencia popular,
sobre todo en los jóvenes, ya se hace notar que los más bisoños aumentan
su afición futbolística en detrimento de la sempiterna pasión nacional,
lo cual resulta lógico pues cada semana disfrutan a través de la TV del
mejor futbol del mundo, incluida trasmisión casi completa de Mundial,
Eurocopa y Copa América en competencia con un beisbol de cada vez peor
calidad.

Los comentaristas convocados al mencionado programa se extendieron sobre
el evidente retraso de nuestro beisbol en la arena internacional donde
no encuentra vías para vencer a sus rivales más enconados. Los
especialistas llegaron a preguntarse: ¿Por qué se ve en Cuba el mejor
futbol internacional y no el beisbol de la Ligas Mayores?

Nuestros ingenuos comentaristas, que parecen haber llegado ayer a Cuba
no saben que esa pregunta tienen que hacérsela directamente a los
gobernantes que durante años han convertido en tabú al beisbol
profesional, enajenando a los aficionados cubanos de los mejores
circuitos beisboleros y sobre todo de la hazañas de nuestros
compatriotas en esos escenarios foráneos.

Obviamente ninguna realización humana puede desenvolverse con éxito ni
excelencia colocándose de espaldas al desarrollo y al contacto fluido
con sus para iguales. El intercambio con el beisbol y los jugadores de
mayor calidad que ha propiciado las dos ediciones del Clásico Mundial
(2006 y 2009) ha demostrado sin dudas, que el roce y fogueo competitivo
al mayor nivel son esenciales para mantener la calidad y aspiraciones de
liderazgo, que los jugadores cubanos cuentan con talento y calidad para
competir a ese máximo nivel, siempre y cuando cuenten con la adecuadas
condiciones y preparación, y sobre todo que se puede ser estrella
mundial y multimillonario y a la vez personas amables, caballerosas y
amantes de su patria.

La calidad y potencialidades del beisbol cubano son innegables, pero ese
aislamiento de tantas décadas va cobrando un precio alto en calidad y
resultados. Caso contrario es el de Holanda, un país tan pequeño como
Cuba y sin tradición beisbolera que en los últimos años ha crecido en
este deporte hasta vencer dos veces a Cuba para llevarse por primera vez
el título mundial en la edición celebrada el pasado año en Panamá.

El caso es que una reforma estructural y estratégica profunda requiere
la pelota cubana si no queremos ver peores actuaciones internacionales y
disminución ostensible del respaldo de los aficionados.

Sin embargo, más allá de la imperiosa necesidad de cambios, ese coqueteo
verbal con el beisbol profesional y la visita de los directivos de la
Serie del Caribe ─torneo de campeones de las ligas de invierno de la
región─ está motivado por el interés del cirujano ortopédico Antonio
Castro, hijo del máximo líder para más señas, quien por puro capricho
dinástico se ha convertido en vicepresidente de la Federación
Internacional de Beisbol (IBAF) y en regente del deporte nacional.

Todo parece indicar que este señor, cuyas nuevas investiduras
constituyen una soberana falta de respeto a los aficionados y a los
muchos hombres de pueblo que han dedicado su vida al beisbol, pretende
en realidad beneficiarse de los resultados materiales que produzcan los
nuevos derroteros que siga la pelota cubana y de paso mantener control
sobre los atletas y sus actuaciones.

La desfachatez del hegemonismo dinástico que ahora personifica Tony
Castro no es nueva en el beisbol, no debemos olvidar las veces en que su
padre ha actuado como director supremo, también en este campo.

Para enfrentar la crisis en que se hunde la pelota cubana es necesario
desterrar los retrógrados esquemas estructurales que tanto lastran la
calidad competitiva y el espectáculo mismo, dejar de considerar
traidores a los jugadores que deciden actuar en otras latitudes y
permitir a los aficionados disfrutar y enorgullecerse de sus éxitos,
pero sobre todo propiciar el adecuado fogueo de los atletas en los
mejores escenarios.

Si las autoridades no demuestran valor y determinación para introducir
los cambios que ya se han demorado mucho, lo que queda del beisbol
cubano se derrumbará como todo lo que tocan los Castro.

elical2004@yahoo.es

http://www.cubanet.org/articulos/el-capricho-el-caos-y-el-absurdo/

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