febrero 8, 2012 | Enviar a un amigo Enviar a un amigo
Por Warhol P.
HAVANA TIMES, 8 feb — En la actualidad de Cuba existen situaciones que
son un tanto complicadas. Al menos para mí, saber que tengo una deuda
con el Estado me hace sentir incómodo.
Hace ya un año dejé de trabajar porque me di cuenta de que el esfuerzo
que hacía era en vano pues quincenalmente solo cobraba 25 pesos cubanos
(1 dólar) entre interrupciones por falta de materiales de trabajo, y el
pago por crédito del refrigerador apenas lo que ganaba me servía para
pagar pasajes.
Al no tener trabajo, dejé de pagar por el refrigerador que hace cuatro
años recibí a cambio de otro propio que servía. Dicho equipo debía
estar en buen estado para poder ser cambiado por uno nuevo, marca Haier
de procedencia China.
Nunca he entendido porqué se tenía que hacer un canje si al final el
equipo no era regalado y en ningún momento se valoró el refrigerador
entregado, y ni siquiera se hacía una rebaja de precio por la nueva nevera.
Algunas personas decían que el cambio no era obligatorio, otros alegaban
que sí, pero como lo nuevo es lo nuevo casi todos en Cuba cambiaron sus
refrigeradores y hoy en día, el pueblo está endeudado (son diez años de
pago). Muchos ni siquiera han abonado un mes, y otros como yo, esperan
con temor que vengan del banco a exigir un pago inmediato.
Algunos amigos me dicen que me pondrán una multa, por los meses que
debo, otros dicen que me meterán preso. Lo cierto es que no tengo
dinero, y siento temor porque sé que en cualquier momento pueden tocar a
mi puerta.
Mi madre está preocupada por el asunto, pero le he dicho que no se
preocupe que en última instancia, les digo a los del banco que traigan
un camión y se lo lleven.
Al final, el refrigerador es más bien un objeto decorativo porque casi
siempre está vacío, con solo pomos de agua, y por lo visto estará así
por un largo tiempo.
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