Publicado el Martes, 21 Febrero 2012 11:43
Por Angel Santiesteban Prats
Me ha llamado la atención el Movimiento de Indignados que toman plazas
por el mundo, al estilo del viejo oeste, sin entrar a valorar si tienen
o no razones para hacerlo, porque no tengo los pormenores de la
situación que los lleva a tal acción.
Cuando tales protestas ocurran en Cuba, entonces podré dar los
detalles de esos actos. Lo que me resulta curioso por el momento es cómo
se puede acampar, montar una carpa y decidir "aquí me quedo". Para los
cubanos eso sería ciencia ficción.
Sin ser politólogo ni sociólogo, apenas un escribano que expresa su
sentir, aplaudo cualquier movimiento social que apele a la libertad de
protestar y manifestar sus desacuerdos.
Aquí sabemos que las Damas de Blanco apenas asoman por cualquier parte
del país, solo de pasada, en una caminata silenciosa, al instante una
horda de facinerosos, mercenarios abusadores pagados por el gobierno,
las golpean y arrastran en plena calle y se las llevan detenidas, a
ellas, que las únicas armas que poseen son su coraje para defenderse y
un gladiolo para despertar los buenos sentimientos.
En Estados Unidos los Indignados levantan carteles que aseguran que son
el 99 por ciento de la población. Entonces me surge la duda: ¿dónde se
encuentra el otro porcentaje de votantes, por ínfimo que sea, que acudió
a las urnas para elegir a su actual Presidente, o ese otro porcentaje
que las encuestas dicen que apoyan la gestión de Barak Obama.
Luego, mis dudas continuaron aumentando. ¿Cómo se compraron todas
aquellas casas de campaña con su disminuida economía?
Si pasan las 24 horas pululando entre las carpas, ¿de dónde consiguen
los alimentos?, ¿cómo sobreviven sin comer o beber, si se supone que son
el estrato más empobrecido de la sociedad? Hasta que vi, a través de
imágenes, que comenzaron a cocinar en inmensas cacerolas, entonces
desapareció mi preocupación de que fueran a morir de hambruna.
Despliegue de propaganda
Pero luego surgió otra pregunta ¿quién, por meses, paga esa
alimentación? ¿Cómo pueden imprimir toda la propaganda que reparten y
pegan por las calles? ¿Quién contrata a los diseñadores, fotógrafos,
costea el papel, la impresión, el transporte de la distribución, la
pegatina para las paredes?
Por último, ahora hacen un diario de cuatro páginas con artículos de
opinión, editoriales, e informaciones sobre el movimiento de ocupación,
donde exponen sus reclamos que luego distribuyen, gratuitamente,
asegurando que servirá para llevar sus demandas de políticas favorables
por todos los rincones del país. ¿De dónde sacarán esa economía para
mover toda una campaña por los estados de la unión?
Por si fuera poco, de manera simultánea, en todas las ciudades con
puertos de la costa oeste (ya decía que me recordaba las viejas
películas de Hollywood), los indignados bloquearon en protesta por la
codicia corporativa. Y tienen un plan mucho mayor, que es ocupar las
terminales desde Alaska hasta San Diego, luego se ampliará hasta
Vancouver en Canadá.
Cuando veo todo el poder que manejan ellos mismos me parece como si
fueran una gran corporación. No puedo dejar de pensar que alguien con
dinero está detrás manipulando a esos necesitados. Alguien, que no son
los residentes y dueños de negocios de los lugares donde se instalan y
que presionan a los Gobiernos a que cumpla con las garantías ciudadanas,
saca beneficios de todo esto.
Cinismo oficial
En Londres han sido tan consecuentes que, después de varios meses
acampados en pleno centro de la ciudad, las autoridades han apelado a
instancias jurídicas para que valoren si los responsables de esos actos
tienen derecho a permanecer allí o si deberán irse. Supongo, en caso de
no acatar el veredicto, que más probable es que los expulsarán a la
fuerza. Entonces ahí es donde la televisión cubana propaga las imágenes
incriminando a los gobiernos de imponer el orden por la fuerza. Además,
el Gobierno londinense ha aceptado que líderes de otros países arenguen
ante la masa, exhortándolos a permanecer en aquel lugar "por ser
descendientes directos del hindú Mahatma Gandhi, el estadounidense
Martin Luther King o el sudafricano Nelson Mandela.
En Cuba los "indignados" duran el tiempo que se tarda en avisarle a un
patrullero para que llegue a la escena: pocos minutos. Ese es el tiempo
de protesta que promedia un disidente en Cuba. Después, son procesados
"jurídicamente" por "desordenes públicos", o por estar "aliados a los
enemigos de la "revolución", "atentar contra la soberanía del suelo
patrio", y disímiles causas que no aparecen ni en código penal que ellos
han inventado a su conveniencia para lograr mantenerse en el poder el
mayor tiempo posible.
Lo insoportable es ver el cinismo con que el régimen critica que otros
gobiernos desalojen a sus indignados. Mi pregunta sería si están
preparando sicológicamente a la población para cuando nos toque a
nosotros protestar y nos desaparezcan, como por arte de magia, y nos
dejen olvidados en algún calabozo de sus oscuras celdas, justificándose
de que en todas partes sucede lo mismo, por lo tanto, los hermanos
castro no harán menos.
Imagino el destino como un libro que alguien ya escribió, donde nosotros
somos meros personajes. Cuando llegue la escena de la protesta, estaré
en la primera línea del primer párrafo. No soy de los que arengan y
empujan, de los que escriben a costa de la sangre de otros y obtienen
beneficios por ello, pues, ante todo, me gusta escribir desde mi propio
dolor.
* Escritor cubano residente en La Habana. Su libro de cuentos Dichosos
los que lloran ganó el premio Casa de las Américas en el 2006. Es autor
del blog Los hijos que nadie quiso. Actualmente enfrenta un proceso
legal, con petición de 15 años de cárcel.
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