Martes, Febrero 21, 2012 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -No creo que me haya mentido
Rodolfo Pichardo, aquel mayor que resultó ser mi instructor durante seis
meses de prisión en la Seguridad del Estado. Tampoco creo que se le haya
escapado, o lo hubiera dicho con un marcado propósito, como para
atemorizarme mucho más de lo que yo estaba, cuando me habló hasta de la
posibilidad de que yo fuera fusilada, sólo por disentir política e
ideológicamente del gobierno castrista.
"Quien manda aquí es Fidel Castro –me dijo-, y él está muy disgustado
por todo el barullo internacional que tú has formado como líder del
Partido Pro Derechos Humanos de Cuba".
Incluso, en una oportunidad en la que discutimos fuertemente, durante
una de aquellas entrevistas diabólicas, cuando le exigí que me explicara
por qué demoraba tanto el juicio que se celebraría en mi contra, me
pidió que tuviera paciencia, porque Fidel estaba muy ocupado con lo de
la invasión a Kuwait. Era cierto, el dictador andaba en esos trajines. Y
mi estancia en aquellas celdas tapiadas y en solitario se prolongaba.
Aquel que duda que el presidente de un país tenga tiempo para dirigir un
complicado y difícil cuerpo represivo, como el caso de Cuba, basta leer
su Reflexión del 24 de enero de este año, donde Fidel Castro confiesa,
sin vergüenza alguna: ´´El mismo día que Bush inició su criminal guerra
contra Irak, solicité a las autoridades de nuestro país el cese de la
tolerancia que se aplicaba a los cabecillas contrarrevolucionarios que
en esos días demandaban histéricamente la invasión a Cuba, un acto de
traición a la Patria.´´
Mintió el dictador, como siempre lo ha hecho. Jamás el Movimiento de
Derechos Humanos de Cuba, compuesto por numerosas organizaciones
pacíficas, ha solicitado una invasión a la Isla. Entre los 75 opositores
que fueron sacados de sus casas y enviados a prisión, había 27
periodistas independientes, que tampoco se expresaron a favor de una
invasión. Y me consta, porque yo trabajaba con ellos.
Es Fidel Castro quien, pese a su edad senil, dirige aún ese cuerpo de
agentes represivos, y es además quien no ha permitido que el relator de
las Naciones Unidas contra la tortura realice investigaciones de primera
mano en Cuba.
Pero, sobre todo, es él quien ha dado órdenes a los agentes de la
Seguridad para que durante los interrogatorios realizados a numerosos
disidentes, el pasado 30 de enero, sean amenazados con otra ola
represiva, al estilo de la ocurrida en abril de 2003, conocida como La
Primavera Negra.
No hay duda de que su vocación de jefe de destrozadores de espíritu, o
torturas psicológicas, meta de la Seguridad del Estado, aprendida en la
Lubianka de la ex URSS, es más fuerte que su avanzada edad, sus
tembleques y su apagada voz.
Sólo necesita levantar el teléfono y emitir cualquier sonido, para que
los esbirros se movilicen de inmediato contra el movimiento de derechos
humanos, surgido, como bien dijo un querido colega, como reacción de
autodefensa popular.
http://www.cubanet.org/articulos/la-mayor-vocacion-de-fidel/
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