¿Cuántos más tendrán que morir?
Un grupo de intelectuales hace pública una carta en la que recuerdan la
muerte de diversos presos políticos cubanos en huelgas de hambre
Redacción CE, Madrid | 08/02/2012
Una carta firmada por escritores, periodistas, profesores y otros
profesionales ha llegado a la sala de redacción de CUBAENCUENTRO. Sus
firmantes se preguntan cuántos más tendrán que morir en huelgas de
hambres antes que el régimen cubano reconozca el respeto a la vida, la
integridad de la persona humana y su dignidad.
A continuación, el texto de la misiva:
La muerte del preso de conciencia Wilman Villar Mendoza en las cárceles
cubanas en exigencia del respeto a sus derechos, ocurre a menos de dos
años de otro caso muy similar, el del también preso de conciencia
Orlando Zapata Tamayo, lo cual debiera hacernos reflexionar a todos.
Si bien se trata del segundo caso de un luchador cívico que ofrece su
vida mediante una huelga de hambre en el último período del movimiento
disidente pacífico, no son los únicos presos políticos que, bajo un
régimen que intenta ocultar y silenciar todos sus desmanes a través del
monopolio de los principales medios de comunicación y el férreo control
represivo, han muerto mediante esta forma de protesta, una de las pocas
—y muchas veces la única—, que les queda a los encarcelados opositores
al Gobierno cubano por los tratos inhumanos y degradantes a que son
sometidos. Son muchos más, en total trece, los que han podido
documentarse hasta ahora:
- Roberto López Chávez, de 25 años de edad, murió el 11 de diciembre de
1966 en la prisión de Isla de Pinos, sin haber recibido atención médica.
- Luis Álvarez Ríos, de 31 años, murió el 9 de agosto de 1967 en la
prisión Castillo del Príncipe, La Habana, sin haber recibido atención
médica.
- Francisco Aguirre Vidarrueta, murió en septiembre de 1967 en la
prisión Castillo del Príncipe, La Habana.
- Carmelo Cuadra Hernández, murió el 21 de julio de 1969 en una prisión
de La Habana en huelga de hambre, sin haber recibido atención médica.
- Pedro Luis Boitel, de 34 años, murió el 25 de mayo de 1972 en la
prisión Castillo del Príncipe, La Habana, sin haber recibido atención
médica.
- Olegario Charlot Spileta, murió el 15 de enero de 1973 en la prisión
de Boniato, Santiago de Cuba, sin haber recibido atención médica.
- Enrique García Cuevas, murió el 23 de mayo de 1973 en la prisión
provincial de Pretensado, Las Villas, sin haber recibido atención médica.
- Reinaldo Cordero Izquierdo, murió el 21 de mayo de 1975 en una prisión
de Pinar del Río, sin haber recibido atención médica.
- José Barrios Pedré, murió el 22 de septiembre de 1977 en una celda de
máximo rigor en la prisión Pretensado, Las Villas.
- Santiago Roche Valle, de 45 años, murió el 8 de septiembre de 1985 en
la prisión Kilo 7, Camagüey. Sufrió un paro cardíaco, sin haber recibido
atención médica.
- Nicolás González Regueiro, de 42 años, murió el 16 de septiembre de
1992 en la prisión de Manacas, Las Villas.
- Orlando Zapata Tamayo, de 42 años, murió el 23 de febrero de 2010.
Horas antes de su muerte lo llevaron al Hospital Clínico Quirúrgico
Hermanos Ameijeiras en La Habana.
- Wilman Villar Mendoza, 31 años, murió el 19 de enero del 2012 en el
Hospital Juan Bruno Zayas de Santiago de Cuba, a donde había sido
trasladado desde una celda con baja temperatura de la prisión de máximo
rigor de Aguadores donde contrajo una pulmonía.
Esta lista no incluye a los prisioneros políticos que han muerto en
otras circunstancias, ya sea por negación de asistencia médica o por
agresiones de los carceleros. Otros son los casos de muertes fuera de
los muros carcelarios donde han estado sospechosamente presentes, de una
u otra forma, las manos de las autoridades. En este sentido no podemos
dejar de mencionar que en los últimos dos años, además de los casos de
Zapata Tamayo y Villar Mendoza que perdieron sus vidas por huelgas de
hambre en las prisiones, los de Juan Wilfredo Soto García, muerto de una
pancreatitis aguda tres días después de ser golpeado brutalmente por un
policía en el parque Leoncio Vidal de Santa Clara el 5 de mayo de 2011,
y Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, fallecida el 15 de octubre
de 2011 después de varios días de hospitalizada por un fallo
respiratorio tras sufrir el asalto de turbas dirigidas por agentes de
Seguridad del Estado que la arrinconaron violentamente contra un muro el
24 de septiembre.
¿Cuántos más tendrán que morir para que el régimen cubano acepte al
menos lo más elemental que se le ha pedido en estas huelgas: el respeto
a la vida, la integridad de la persona humana y su dignidad? Wilman
Villar Mendoza no hizo huelga de hambre para que el país regresara al
capitalismo ni para que los gobernantes cubanos renunciaran a sus cargos
o efectuaran reformas constitucionales, sino para que se corrigieran las
violaciones procesales perpetradas en su caso. En un país con un mínimo
de respeto a los principios de un Estado de Derecho, hubiese podido
apelar exitosamente, ya que su condena tiene visos de ilegalidad y
represalia política.
Al igual que hizo con el mártir Zapata Tamayo, al día siguiente de la
muerte de Villar Mendoza, el Gobierno cubano comenzó una campaña
difamatoria. En nota publicada el 20 de enero de 2012 en Cubadebate, el
Gobierno lo califica de "recluso común" y atribuye su encarcelamiento a
"un escándalo público en el que agredió y provocó lesiones en el rostro
de su esposa". Esa nota ha sido difundida por todos los medios de
comunicación cubanos, incluyendo la emisora radial más oída en Cuba,
Radio Reloj, por lo que las pequeñas hijas de Villar Mendoza —de cinco y
siete años de edad— han estado expuestas a oír semejante injuria sobre
su padre. Maritza Pelegrino Cabrales, la viuda de Villar Mendoza, negó
tales hechos: "pido al Gobierno cubano que me muestren en televisión (…)
para que en Cuba vean que el Gobierno cubano está mintiendo, de que en
ningún momento me hizo lesiones en la cara ni me golpeó".
Si Villar Mendoza fue procesado por un delito común y la fecha en que
cometió ese supuesto abuso doméstico según la versión gubernamental, fue
el doce de julio, ¿por qué se le encarcela cuando participa en una
manifestación pacífica el 14 noviembre, es decir, cuatro meses después
de los hechos que se le atribuyen? Es comprensible que incluso el
Gobierno cubano niegue que en verdad realizara una huelga de hambre,
incapaz de explicar cómo es posible que los dos últimos hombres que
murieron acudiendo a ese recurso extremo, tachados por ese Gobierno de
delincuentes, tuvieran el valor de llevar hasta las últimas
consecuencias semejante acto en defensa de sus derechos. Ningún
malhechor, carente de ideales y de principios, es capaz de realizar tal
sacrificio. De aceptar la versión de que esa huelga no se produjo,
habría que suponer que sus compañeros de lucha al denunciar desde varias
semanas antes el peligro de muerte que se cernía sobre Wilman Villar
Mendoza, son zahoríes capaces de vaticinar una muerte supuestamente
impredecible. Pero aun aceptando la versión gubernamental, esas
autoridades deberían explicar en qué condiciones carcelarias se
encontraba el prisionero para que sin que medie un ayuno prolongado,
fuera susceptible de contraer "neumonía severa".
Quienes se arrogan el derecho de hablar en nombre del pueblo, no tienen
otra alternativa que calificar a estos luchadores de delincuentes,
cuando, ante el empuje de ciudadanos pacíficos donde predominan las
personas más humildes y sobre todo mujeres y negros, no pueden continuar
adjudicándoles los epítetos tradicionales de "agentes del imperialismo"
o "vendepatrias". El Gobierno cubano no puede admitir que quien comienza
a erguirse gallardamente exigiendo sus derechos, no es otro que el
propio pueblo indignado.
Dado a los 28 días del mes de enero de 2012.
Inés Aizpún, Periodista, Dominicana.
Dora Amador, periodista, Florida, Estados Unidos.
Luis Beiro, escritor y periodista, República Dominicana.
Juan Antonio Blanco, analista político, Florida, Estados Unidos.
Rolando Castañeda, economista, Washington D.C., Estados Unidos.
Manuel Castro Rodríguez, profesor universitario, Panamá
Raúl E. Colón Rodríguez, editor, periodista y traductor, Canadá.
Moraima Díaz, Psicóloga Criminalista. Dominicana.
Haroldo Dilla, Sociólogo, República Dominicana.
Laritza Diversent Cambara, Abogada, La Habana, Cuba.
Gonzalo Fernández, escritor, Carolina del Norte.
Fernando Ferrán, antropólogo, diplomático, República Dominicana.
Blanca García, trabajadora social, Florida, Estados Unidos.
José Gómez Cerda. Sindicalista. Sociólogo. Periodista. Dominicano.
Luis González Ruisánchez, periodista, República Dominicana.
Vicente R. Gutiérrez Santos, economista y analista político, España.
Ariel Hidalgo, maestro, Florida, Estados Unidos.
Rosa María León, activista cívico, República Dominicana.
Rafael León Rodríguez, activista cívico, República Dominicana.
Antonio Llaca, cirujano, Venezuela.
Pedro Ramón López, empresario, República Dominicana.
Gaetano Lo Bianco, dirigente sindical, Sicilia. Italiano.
Felipe P. Manteiga, Florida, Estados Unidos.
Antonio E. Morales-Pita, profesor universitario, Estados Unidos.
Ramón Núñez Ramírez, economista, ingeniero y comentarista de tv, Dominicano.
Oscar Peña, activista derechos humanos, Florida, Estados Unidos.
Iván Pérez Carrión, filólogo, periodista y traductor, República Dominicana.
Yanira Pino, Periodista, República Dominicana.
José Prats Sariol, escritor, México.
Ricardo Puerta, sociólogo, Honduras.
Mario Rivadulla, periodista y comunicador, República Dominicana.
Mary B. Rivadulla, profesora de diseño digital, Puerto Rico.
Pablo Rodríguez Carvajal, comunicador, Florida, Estados Unidos.
Cecilio Vázquez, ex capitán Ejército Rebelde, República Dominicana.
Camilo Venegas, poeta, escritor, República Dominicana.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/cuantos-mas-tendran-que-morir-273750
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