febrero 19, 2012
Isbel Díaz Torres
HAVANA TIMES, 19 feb — Para vivir en una sociedad tan machista, hubiera
esperado que los censores criollos hubieran encontrado otro color
diferente al rosado para tachar los grafitis que aparecen estos días por
la ciudad.
La labor de detectar y pintar de rosa toda aquella expresión de arte o
pensamiento que jóvenes atrevidos se empeñan en plasmar en los muros de
La Habana, le ha dado a la ciudad un particular colorido.
Las obsoletas y directas expresiones que se escribían en las paredes
durante el "período especial," han sido sustituidas ahora por agudas
metáforas y símbolos, muchos de ellos con alto grado de humor y sentido
crítico.
Ello ha permitido, en una nueva fase, volver a colorear las tachaduras,
esta vez con guiños, sonrisas, ojitos pícaros, y otras graciosas
figurillas que desde hace poco adornan la calle Línea en el Vedado, por
ejemplo.
"Tú tachas mis cosas, yo tacho las tuyas," ha ripostado El Sexto de
manera clara y directa.
La diversidad de las propuestas es amplia: desde la misteriosa firma del
grafitero más célebre de la ciudad, que aparece en los lugares más
inimaginables, hasta un Marx azul que llora implorando de favor que nos
unamos, o un televisor cuya fosforescente espiral pretende obnubilarnos.
Las paredes del ómnibus, un teléfono público, el baño de una cafetería,
el muro de una casa; cualquier espacio sirve para colgar un trozo de
añoranza o crítica.
Es una pena no disponer de la imagen de aquel grafiti que jóvenes de
Santa Fé imprimieron en plena Quinta Avenida, clamando por un Desarrollo
SOStenible.
Al menos les puedo mostrar aquí la blanca tachadura que ellos mismos
pintaron, ante la exigencia de la policía. Parece que la pintura rosa no
había llegado aún a Santa Fé.
Pienso que una sensibilidad anarquista sustenta estas expresiones
públicas. Ojalá ella permita poblar de colores diversos la ciudad rosa
que algunos pretenden imponernos
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