David Sosa, corresponsal de martinoticias.com en Ecuador denuncia la
represalia que la embajada cubana en Quito ha tomado en su contra tras
publicar artículos sobre el maltrato de los diplomáticos a los cubanos
residentes en ese país.
martinoticias.com 07 de febrero de 2012
El periodista David Sosa denuncia que fue objeto de represalias por
parte de la embajada cubana en Ecuador tras publicar un artículo que
denuncia los maltratos a los que someten a los cubanos cuando concurren
a la sede diplomática para solicitar algún servicio.
A continuación las cartas enviadas a la embajada y al consulado cubano
en Quito.
Sr. Érick Cubiles.
Cónsul. Embajada de Cuba en Ecuador.
Febrero 3, de 2012
Sr. Cónsul,
Hoy 7 de febrero de 2012 me acerqué a la embajada de Quito a retirar mi
nuevo pasaporte y, como este que me entregaron adolece de cierta
información que tenía el anterior, hago a usted las siguientes
consultas, con el fin de contar con una información consular más completa.
1- Quisiera conocer el por qué fue suprimida mi profesión de periodista
en la primera página, si fue suministrada por mí en el formulario de
solicitud, y así consta en todos mis pasaportes anteriores.
2- Conocer por qué en el lugar de expedición dice "México" cuando yo lo
recibí en Quito, y esto pudiera dar a lugar a confusiones consulares
posteriores.
3- Conocer por qué mi permiso de entrada a Cuba -mi propio país- fue
revocado, sin mediar una explicación consular. Más aún teniendo en
cuenta que en octubre (al hacer la solicitud y preguntar por este
particular, la señorita que me atendió, me dijo que ese permiso pasaba
automáticamente al otro pasaporte (pues ya había sido pagado por mí y se
encontraba en vigencia).
Sin otro particular,
David Sosa Delgado
Periodista cubano
El pasado viernes Sosa estuve en la embajada cubana tras serle denegado
una explicacion ha hecho pública una misiva al embajador de Cuba en
Ecuador, Jorge Rodríguez y al consúl de La Habana, Érick Cubiles, donde
denuncia entre otras cosas la negativa a vijar a la Isla, el cambio de
localización de expedición del documento y la omisión de la profesión.
Quito, 6 de febrero de 2012.
El 26 de septiembre de 2011 escribí un artículo (reproducido en varios
medios de prensa) donde evidenciaba que los cubanos que acudían a la
embajada cubana, en Quito, eran humillados y sometidos a tratos
displicentes. Allí decía: "Ha sido una práctica común que en esta
esquina consular desde hace varios años campeen la desidia, la
desorganización y la falta de respeto con los cubanos que van a hacer
sus diligencias. Por ejemplo, hasta hace muy poco las personas debían
permanecer más de dos horas al sol, en plena calle, hasta que los
funcionarios cubanos llegaran en sus modernos carros, algunos pasadas
las 09:00, hora en que empieza el horario de atención".
También hablaba del espectáculo patético de "los cubanos sentados en el
piso, cerca de unas bolsas de basura", esperando su turno para hacer
trámites como: prórroga de sus pasaportes, tramitación de cartas de
invitación, e informarse de la condición de su status migratorio.
El artículo les cayó como un bombazo a los "diplomáticos" de la embajada
cubana, quienes en la voz de su titular, Jorge Rodríguez, lo rechazaron
el 29 de septiembre del mismo año. Jorge Rodríguez, un funcionario
asiduo a fiestas, cocteles lujosos y la buena mesa (pero totalmente
ausente cuando de representar a sus paisanos se refiere) dijo que yo
había faltado a la "más elemental ética y utilizó la mentira como es
habitual en todos aquellos que se dedican a denigrar a su propio país".
Rodríguez confundió "denigrar a su propio país" con denunciar las malas
prácticas de funcionarios ineficientes como él. En ese entonces utilizó
los mismos argumentos intimidatorios que los cubanos llevamos tantos
años padeciendo, pero no dio ni una sola razón de que lo dicho por mí
fuera falso, o exagerado. Nunca he oído a este "diplomático" (ni tampoco
a su lugarteniente, Érick Cubiles, el cónsul) alzar su voz de protesta
por los malos tratos que muchos cubanos reciben en este país, por las
muchachas ultrajadas por policías de Migración, las retenciones ilegales
en los vuelos procedentes de TAME, las estafas de las que muchos cubanos
han sido objeto por parte de abogados, la revocatoria ilegal de visas a
quienes las obtuvieron de buena lid, el drama de los cientos de
ciudadanos que se encuentran en un limbo migratorio, pues se "pasaron"
de los 11 meses fuera de Cuba, y en Ecuador nadie los regulariza.
Parece que para ser un cubano digno de ser representado hay que
compartir un plato de "caldosa" con ustedes el día de la fiesta de los
Comités de Defensa de la Revolución. Debía darles vergüenza darse la
suntuosa vida que se dan, y usar los trajes que usan (con el dinero de
nosotros, los que vamos a pagarle un pasaporte a 206 dólares) cuando las
amas de casa en Cuba, como recuerda la bloguera Yoani Sánchez, regresan
todas las tardes pensando en inventar un plato de comida para la familia.
Pero volviendo a mi nota de prensa. Ahí estaban los cubanos sentados al
lado de las bolsas de basura y ahí, también, la grosería de la
secretaria ecuatoriana llamada Soledad, quien trata a los cubanos como
sus súbditos (siguiendo el ejemplo de muchos de sus paisanos), y no como
los que, con sus pagos consulares, abonan su sueldo.
Después de la nota volví a la embajada, donde me "invitaron" a pasar a
un saloncito en el que colgaba un cuadro de José Martí, y allí tanto
Rodríguez como el cónsul me reclamaron por esa "mierda" que había
escrito contra Cuba. Como les dije en ese momento -y me reafirmo ahora-
lo que escribí no fue contra Cuba sino contra la desidia, el despotismo
y el abuso de poder del que tanto Rodríguez como el cónsul Cubiles hacen
gala en esa embajada.
Volví a la embajada, ¡cómo no!, y en octubre del año pasado realicé la
gestión para mi nuevo pasaporte, que demoraron casi cuatro meses en
entregarme. (3 de febrero de 2012. ¡Al carajo con mis viajes
internacionales, mis congresos periodísticos y mis compromisos!). Pagué
por él la friolera de 206 dólares (que es un poco menos del sueldo de
cualquier obrero ecuatoriano), y pasé a recogerlo el pasado 3 de
febrero. ¡Al fin! Pero en el documento que me dieron (a eso no se le
puede llamar "pasaporte") había desaparecido el "permiso" para entrar a
Cuba (sí, señores del Jurado, los cubanos necesitamos un permiso para
entrar de visita al país en que nacimos), permiso que yo había pagado
anteriormente y que, según lo que me informaron en la embajada, pasaba
automáticamente al nuevo pasaporte. Soledad -la inefable Soledad- me
dijo que mi "permiso" para entrar en Cuba había sido "rechazado".
Fíjense que no dijo "revocado", que era el verbo (totalitario) correcto,
pues ese permiso ya había sido sacado antes, y autorizado.
Yo me pregunto, ¿por qué esa manera de mentir? ¿Si la funcionaria cubana
que me atendió, cuando hice la solicitud, me explicó -con la mejor de
sus sonrisas- que ese permiso no había que volverlo a tramitar, que
pasaba al nuevo pasaporte? Evidentemente, la funcionaria (que es por
cierto la esposa del cónsul), mentía a sabiendas de lo que vendría. O la
hicieron mentir sus superiores, que debieron desde un inicio informarme
de lo que pensaban hacer. Hubiera preferido que no me hubieran dado el
nuevo pasaporte. Me prohíben la entrada a Cuba, pero no le hicieron
asquitos a los 206 dólares que me costó el documento. ¿Doble moral o
doble contabilidad? ¿En qué quedamos?
Lo otro extraño que noté es que en la primera página del documento -allí
donde constan el color de los ojos y la fecha de nacimiento- había
desaparecido mi profesión: Periodista. ¿Es que Rodríguez y Érick el Rojo
creen que con un golpe de dados pueden quitármela? Disculpen la sonrisa.
Y la tercera anomalía: en el lugar donde dice "fecha de expedición",
dice México y no Quito, como debería. Puedo jurarles, señores del
Tribunal, que el pasaporte me fue entregado en Quito, y no en el
bullicioso D.F. Otra cosa es un fraude.
Como el cónsul, Érick Cubiles, no me explicó personalmente ninguna de
estas anomalías, le escribí un correo el mismo viernes, sin recibir
respuesta hasta el momento. Es decir, la decisión de no permitir a un
cubano regresar a su propio país ni siquiera le es comunicada por el
cónsul de su embajada, sino por una secretaria extranjera y además
malencarada. ¡Curiosomás y Máscurioso!, diría Alicia la del País de las
Maravillas.
Ahora bien, ¿cuál fue mi pecado para esta represalia tan burda? Sólo
uno: tener el valor de denunciar públicamente los abusos y vejámenes de
que son objeto los cubanos en la embajada cubana en Ecuador. Coo en
Alicia en el País de las Maravillas, a mí me ha llegado la sentencia
antes que el veredicto.
"Tontería absurda -dijo Alicia en alta voz-. ¡Querer dictar sentencia
primero!".
"¡Aguanta tu lengua!", dijo la Reina poniéndose roja.
"¡No me da la gana!", dijo Alicia.
En 1968, ya lo había expresado mucho mejor que yo el gran escritor
cubano Guillermo Cabrera Infante. En sus célebres respuestas a Primera
Plana, advirtió: "Sé el riesgo intelectual que corro con estas
declaraciones inoportunas", y añadió: "Sé del riesgo Migratorio de
quedarme sin pasaporte: Severo Sarduy, por ser infinitamente menos
explícito, estuvo dos años sin documento alguno, hasta que no le quedó
otro remedio que naturalizarse francés".
Señor canciller Bruno Rodríguez. En este momento en el que el Gobierno
de Cuba habla de reformas migratorias, y de eliminar esa regla absurda
de ¡solicitar permiso para regresar un ciudadano cubano a su propio
país!, es no sólo un hecho tremendamente inconsecuente, sino la
extensión de una práctica de corte fascista, negarme el regreso a mi
país. Impedirle a un ser humano la simple visita a su tierra de origen
(que ya no el regreso definitivo, que sería mucho pedir, según sus
normas) es una medida abusiva, más aún si esta se implementa como
represalia por un artículo periodístico, por pensar diferente y tener el
valor necesario de exponerlo públicamente.
La utilización del apartheid migratorio como chantaje emocional,
utilizar como castigo la negación de un permiso para entrar al país
donde uno nació es una práctica medieval que, lejos de amedrentar, lo
único que provoca es lástima y desprecio hacia quienes la implementan.
La negación que ustedes me hacen de entrar a Cuba, mi país, es el golpe
bajo con el que ustedes pretenden ganar una pelea que desde el principio
tuvieron perdida. ¡Qué estimulante resulta una pelea de boxeo limpia!,
pero qué desprecio produce la pequeñez ética y moral de movilizar un
Estado en contra de un ciudadano. Como diría José Martí (al que ustedes
deshonran todos los días frente al cuadro que tienen de él, en la
embajada): "Al fin, la batalla cesa: no se ha peleado a lo púgil, sino a
lo serpiente: hay brazos que llevan para toda la vida la mordedura".
Señor Rodríguez, señor Cubiles, me provoca desprecio el chantaje
migratorio institucional que ustedes alientan. Yo, por mi parte, no les
tengo miedo, y ahora les respondo con otra frase de Martí, a quien
admiro tanto sin necesidad de tener ni un solo retrato suyo. "Cuando se
aprieta el corazón de angustia, porque la patria padece; cuando nos la
amenazan, cuando nos la azotan, cuando nos la torturan, se ve a los
hombres resplandecer y sublimarse".
Tengan ustedes certeza de algo, cuando la reina vuelva a decirme:
"¡Aguanta tu lengua!", yo responderé como Alicia: "¡No me da la gana!".
David Sosa Delgado
Escritor y periodista cubano.
No comments:
Post a Comment