Jueves, 01 de Diciembre de 2011 13:52
Paulino Alfonso Estévez
corruptosLawton, La Habana (PD) Bueno, Sr. Modesto, terminó el V
Encuentro sobre la Corrupción, al que asistió no sólo Ud., sino casi
todos los caciques, behiques y algunos naboríes designados.
El cónclave fue bastante publicitado por la prensa plana, no así por la
televisiva, que dedicó más espacio -como siempre- a lo que ocurre fuera
de Castrolandia, en especial al movimiento de moda, los indignados que
cobran subsidio de paro.
La asistencia castrista fue impresionante. Casi remedaba al VI Congreso
del Partido. Participaron cerca de 500 funcionarios entre ministros,
vice presidentes, fiscales, auditores, economistas, abogados,
politólogos y hasta alguno que otro babalawo.
Además fueron invitados, más de 25 especialistas internacionales,
incluyendo yanquis, entre ellos nada menos que cinco especialistas del
anatematizado FMI. Parodiando al mítico Coronel Aureliano Buendía de
Cien años de soledad: "A este paso nos vamos a volver gente decente"
Todos, incluso en Castrolandia, conocimos de su dedicación a acabar con
la corrupción, al extremo que ha encausado a algunos dirigentes
corruptos con penas que aunque no superan la que imponen por matar una
vaca, son fuertes,
Hay sin embargo una cuestión que tiene que ver con la corrupción y que
no saldrá en las conclusiones de este foro. Y es el siguiente: en
Castrolandia la corrupción no es un problema social, es totalmente
político. Esto impide que ningún fiscal ni contralor pueda enjuiciar a
nadie si primero Ud. no autoriza la acción. Quizás eso explique el por
qué su hijo Alejandro fue nombrado por Ud como el sable de su justicia.
De modo, en este sultanato, su hermano ayer, Ud ahora, y quién sabe si
su hijo Alejandro mañana, se reservan el derecho de determinar quién es
corrupto o no. La legislación escrita no prevalece, es papel sanitario.
La vida nos ha enseñado elocuentemente que en Castrolandia, las
fronteras entre lo legal y lo ilegal, tanto en lo político como en lo
familiar, son muy permeables.
Aquí no pasa como en cualquier país, donde nadie está por encima de la
ley y una denuncia fundamentada legalmente y presentada por cualquier
ciudadano procede contra cualquiera.
Por décadas en Castrolandia la corrupción no se consideró dolosa, era
parte del cargo que se usufructuaba. Ejemplos sobran, Usted lo sabe, y
aunque hoy trata de disfrazarlo con un barniz legalista y un modus
vivendi recatado, no ha podido desterrar prácticas que son inherentes a
su régimen, porque como en el caso de estupro, ya el daño está hecho.
Por lo mismo, Sr .Modesto, ahórrese el dinero y ponga a Marino y
comparsa a trabajar. No organice más comilonas, si lo que Usted desea es
terminar con la corrupción, mande a sus policías a Washington a pasar un
curso en el GAO (la oficina gubernamental de contabilidad) y en el FBI,
en vez de traer tantos profesores y economistas que no hacen falta.
No lo culpo de nada. Ud, al igual que su predecesor, siguió aplicando la
máxima de los colonizadores: "Las leyes están hechas por el Rey para que
se rompan".
La anticorrupción fue causa belli de los independentistas y siguió con
Uds. cuando en 1953 su hermano atacó a los corruptos gobiernos de
entonces en su alegato de defensa, solo para seguir practicándola por
cuenta propia con la diferencia que quedó pontificada in eternam por la
Constitución de 1976.
Cierto es que Ud ha dado el paso para crear- aunque sea fementidamente-
un aparato anticorrupción. Al oír a Gladys Bejerano, casi lloro de
emoción. Pero sé que detrás de este discurso se esconde su verdadera
intención, que no es otra que terminar con la otra disidencia, en la que
militan muchos de sus seguidores,
Esa no es la que componemos hombres y mujeres de a pie, sin más armas
que el corazón ni más capital que la vergüenza. Esa disidencia, Usted
sabe cómo actúa, porque no se esconde.
La otra, la más grande, es la que va a todas sus marchas, vota en todos
sus comicios y si Usted lo ordena, patea mujeres y hunde remolcadores
llenos de niños. Esa, después de servirle abyectamente, se encarga de
robar y vender todo lo que pueda, lo mismo a tirios que a troyanos, para
vivir en lo oculto la gran vida que Ud y sus cortesanos disfrutan en lo
abierto.
Esa misma de la que desafortunadamente trató de advertirle hace ya tres
años el pobre Esteban Morales, devenido en maestro de ceremonias y té
literarios, después de ser premiado por Ud. con la medalla de la patada
en el trasero.
Esa que ha sustraído por más de 30 años cerca de US$500 millones, y aun
sigue, en menor escala, pero créame lo bastante para escapar, no de su
régimen, sino como se dice en Castrolandia, del vendaval hasta que
amaine y seguir a su servicio. Hasta que un día esto termine para bien
de todos, menos para Ud, sus cortesanos y sus corruptos incluidos.
http://primaveradigital.org/primavera/economia/51-economia/2807-la-otra-disidencia
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