Pequeños negocios en un camino escabroso
ISABEL SANCHEZ
AFP
LA HABANA -- Un año después de que Raúl Castro reabrió el trabajo
privado en Cuba, los pequeños negocios dominan el paisaje urbano, pese a
frenos legales, falta de más estímulos y experiencia empresarial, tras
años de prohibiciones en una economía donde el Estado controló hasta la
venta del tradicional pan con lechón.
Peluqueros, masajistas, relojeros, costureras, chef, fotógrafos de
bodas, plomeros, cuidadores de perros… emergieron de la ilegalidad o del
ocio, o se lanzaron a probar suerte tras ser despedidos o dejar su
empleo estatal, en busca de mejor salario.
El Gobierno autorizó en octubre del 2010 permisos en 178 oficios,
ampliados a 181 en septiembre pasado. En un año los 'cuentapropistas'
(trabajadores privados) pasaron de 148,000 a 333,000, más del doble, lo
que superó las expectativas del Ejecutivo.
"Hay más desenvolvimiento. Antes yo vendía cualquier cosa por la
izquierda (ilegal), pero vivía con temor a la policía. La competencia
está dura pero algo se gana", dice Félix Sánchez, en su puesto de venta
de CD piratas, que en Cuba pasó a ser legal, con discos copiados excepto
de autores cubanos por aquello de los derechos de autor.
Puestos como el de Félix, algunos levantados precariamente
("timbiriches" en la jerga local), proliferan en calles y plazas.
La ampliación del sector privado es de las principales medidas del plan
de reformas ratificado en el VI Congreso del Partido Comunista (PCC) en
abril, que impulsa Raúl Castro para hacer eficiente el agotado modelo de
corte soviético, vigente durante medio siglo en la isla.
El Gobierno asegura que esta reforma es de mayor alcance y sin marcha
atrás, a diferencia de la tímida apertura aplicada tras la severa crisis
de los años 90 por la debacle del bloque socialista.
Como novedad, se da posibilidad al surgimiento de la microempresa,
permite contratación de empleados, comercializar bienes y servicios a
empresas estatales, alquilar locales, tener créditos.
Pero la meta de que el sector privado absorba parte de los 1.3 millones
de empleos estatales "inflados" y que serán cerrados hasta 2015, se ve
afectada por la falta de un mercado mayorista e impuestos que a muchos
resultan altos, y que ya provocaron quiebras y devolución de permisos
(25% en La Habana).
Maira Ibarra, de 55 años, es una de ellos. La cafetería "Doña Maira",
que en enero abrió ilusionada en un rincón de su casa, en el barrio
Vedado, debió cerrar y ella volvió a su empleo estatal.
"No tenía suficiente clientela y no me daba la cuenta. Yo no sobreviví,
pero me parece muy bien esta apertura, hay más opciones de servicios
para la gente", afirmó.
En setiembre, el Gobierno bajó impuestos, permitió contratar mano de
obra en las 181 actividades, y amplió aún más, de 20 a 50 sillas, la
capacidad de las 'paladares', restaurantes pequeños que antes de la
reforma estaban sujetos a 12 sillas, empleados sólo de la familia y sin
poder vender carne ni mariscos.
Pero la expansión de la oferta requiere de demanda, actualmente
contraída por la crisis y que muchos siguen cubriendo en el mercado
negro, advirtió un informe de los economistas Pavel Vidal y Omar Pérez,
del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La
Habana.
Sólo en La Habana funcionan 368 paladares -de 1.438 abiertos en todo
país-. "Ahora hay muchas más, pero yo no puedo ir con mi salario de 420
pesos (17 dólares)", dice Alina García, una maestra de 43 años.
Hay quienes tienen iniciativa empresarial pero no recursos. Allí las
remesas entran a jugar. Un estudio publicado por la Iglesia Católica
señaló que 57% de los cubanos que reciben ayuda de familiares de Estados
Unidos y otros países tiene o quiere invertir en negocios.
Celia, de 34 años, sólo espera a que su madre le envíe dinero de Orlando
(Estados Unidos) para legalizar su alquiler de disfraces infantiles. Aún
no lo ha hecho pues teme no aguantar los tributos.
Yasmán Sánchez, de 26, se queja que "a cada rato caen inspectores" a ver
si tiene licencia de "útiles del hogar" y a pedir recibos que confirmen
el origen legal de su abigarrada mesa puesta en un mercado de Vedado:
desde hilos, y tenis Puma o calzoncillos Hugo Boss -falsos-, hasta
biosensores de glucosa en sangre.
"Han soltado pero con el 'hasta aquí'. No hay que tener miedo; mira a
Vietnam que está disparado", comentó 'Pepe', un masajista del barrio de
Miramar, que no quiso dar su nombre.
Raúl Castro dice que la apertura no hace camino al capitalismo, pidió
aligerar los trámites de permisos y dejar de "demonizar" a los
'cuentapropistas', que ahora también, como el resto de cubanos, pueden
comprar un carro.
http://www.elnuevoherald.com/2011/10/03/1037324/pequenos-negocios-en-un-camino.html
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