Última actualización Tuesday, 5 July 2011 03:54
Por ANGEL SANTIESTEBAN
- Después de la Primavera Negra, cuando detuvieron a los 75 opositores
al Gobierno, a través de mi hermana menor, conocí a uno de ellos que
había sido excarcelado por enfermedad. Y en la visita a la casa aprecié
que su hija era de una belleza absoluta. Creo que fue una simpatía mutua
desde el comienzo, y aceptó pasear conmigo, luego ser mi novia.
Angel Santiesteban en su casa en La Habana
A decir verdad me burlaba de la disidencia, al menos de aquellos a los
que visitaba en su casa. La mayoría buscaba aval político para abandonar
el país hacia territorio norteamericano. Los padres de mi novia vendían,
de su puño y letra, la "evidencia" que luego presentaban en la SINA para
la posible aprobación y ganar el status de protegidos de los Estados
Unidos. También vendían las donaciones que ofrecía la Oficina de
Intereses de los Estados Unidos, los radios, cámaras fotográficas,
grabadoras, papel de oficina, y los libros de una Biblioteca
Independiente que era abastecida constantemente.
Aquellas personas me eran repugnantes por su deshonestidad, que se
aprovechaban sin misericordia de cuanto estaba al alcance de su mano. Me
llamó la atención que la esposa, mi suegra en aquel entonces, no formara
parte de las Damas de Blanco. Me dijo que estuvo en contra y las
catalogaba de enemigas porque tenían distintas maneras de ver la
realidad. Algo que me pareció extraño pero razonable, era su libre albedrío.
Meses después, mi novia me dijo que había sido abordada por un oficial
de la Seguridad del Estado y le había pedido que cooperara con ellos. Me
dijo que se había negado al asegurarles que era apolítica. Al oficial
insistirle pudo comprender que su intención era saber de mí, ¿qué estaba
haciendo?, ¿con quiénes estaba interactuando? Le negué, no era posible
que estuvieran más interesados en mí que en sus padres. Con seguridad
pretenderían que los traicionara, terminé diciendo.
Y ella rió convencida de que yo no tenía razón. Hubo segundos de
silencio. Supuse que pretendía decirme algo que no lograba captar. Me
confesó que no era la primera vez que hablaba con los "agentes", casi me
dio a entender que era una asidua colaboradora. Inferí que traicionaba a
sus padres. Pero la mayor sorpresa fue cuando me relató una llamada
telefónica de la madre, la cual, antes de hacerla le había pedido
privacidad y que se alejara de la cabina, y ella pensando que era un
engaño matrimonial contra su padre, se fue acercando sin que su madre se
percatara, y escuchó cuando pedía hablar con un oficial y se
identificaba como la agente Victoria.
Entonces recordé las historias de su madre subida en la cerca de la
prisión del Combinado del Este, exigiendo que le dejaran ver al esposo;
que en alguna Mesa Redonda y periódicos había sido mencionada como
disidente. Y todo me pareció decepcionante.
No volví a ver a mi novia. La última vez que la encontré regresaba de la
SINA, en sus manos llevaba la aprobación de ingreso a los Estados
Unidos. Desde entonces comprendí que no vale la pena creer que existen
los secretos. Ellos saben más de nosotros que uno mismo. Lo mejor es
expresar libremente lo que se siente y lo que se desea.
Y asumir las consecuencias, por supuesto.
http://cafefuerte.com/2011/07/02/los-intentos-fallidos-para-construirme-en-agente-la-dama-delatora/
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