Frustración de la República y suicidio del ciudadano
Alberto Méndez Castelló
Las Tunas 20-05-2011 - 3:30 pm.
Entre el totalitarismo y la resurrección de la sociedad civil pueden
darse sorpresas.
La muerte de José Martí en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, con solo 42
años de edad, pero con nombradía autenticada por su coherencia ética,
provocaría siete años después, el 20 de mayo de 1902, un vacío difícil
de llenar en el nacimiento de la República de Cuba, al punto de que
todavía hoy, a 116 años de su muerte, se siente su ausencia en la
conciencia cívica nacional.
Pero con todo y lo irremplazable de Martí, constituye un hecho sublimado
más cercano al lacayismo que a la civilidad pretender asociar el
desarraigo ético de la nación a la pérdida de uno de sus hijos, menos
aún las posibles miserias humanas de un país.
En su alocución al ser nombrado presidente de la República en Armas, el
11 de mayo de 1869, Carlos Manuel de Céspedes dijo: "Cuba ha contraído
en el acto de empeñar su lucha contra el opresor el solemne compromiso
de consumar su independencia o perecer en la demanda; en el acto de
darse un gobierno democrático, el de ser republicana. Este doble
compromiso contraído ante la América independiente, ante el mundo
liberal y, lo que es más, ante la propia conciencia, significa la
resolución de ser heroicos y ser virtuosos. Cubanos: con vuestro
heroísmo cuento para consumar la independencia, con vuestra virtud, para
consolidar la República. Contad vosotros con mi abnegación".
No parecen haber dudas de la abnegación del Padre de la Patria, aunque
todavía hoy la virtud de los cubanos parece estar en tela de juicio a la
hora de consolidar la República.
En tanto nación, apologistas y detractores atribuyen loas y deshonra a
la independencia de la última colonia de España en América, posturas
incongruentes con realidades históricas, las que quizás pudieran
contestarse con una pregunta: ¿de un niño debe esperarse más raciocinio
que el propio de su edad? Si así fuera, habría que preguntarse cuánto
educamos al niño.
Ya por concluir la Guerra de los Diez Años y a punto de salir de Cuba,
el 14 de febrero de 1878 escribía Máximo Gómez en Santiago, a bordo del
vapor Cienfuegos: "Gran emoción. Como diez mil almas invaden la marina.
Estoy contemplando con profundo pesar una masa de más de 8.000 jóvenes
cubanos que no se han atrevido a empuñar las armas por la libertad de su
país. Todo el mundo desea conocernos. Indiqué al capitán que no deje
entrar a nadie a bordo".
Un país para irse
Según el psicólogo y periodista independiente Guillermo Fariñas, el 95%
de la juventud cubana optaría por marcharse del país, un 2,5% estaría
tratando de integrarse en la nomenclatura para beneficiarse de sus
prebendas y sólo el 2,5% procura cambios cívicos en la nación.
"A mí no me importan las carreras universitarias. Cuando me coja el
Servicio Militar voy a quedarme en las FAR. Este país es de las Fuerzas
Armadas", dijo un joven nombrando empresas en manos de los militares
para demostrar la solvencia de su elección.
Si por sociedad civil entendemos el concepto del sociólogo Víctor Pérez
Díaz, esto es, el imperio de la ley aplicable por igual a gobernantes y
gobernados; la autoridad pública con poderes limitados y responsable
ante los ciudadanos; el espacio público donde los ciudadanos se
encuentran y debaten sus preocupaciones, y el abanico de asociaciones
voluntarias, incluidos los movimientos sociales, veremos, al contrastar
estos componentes con la cotidianeidad cubana, el por qué de tan
catastróficos por cientos de empatía entre la juventud y su entorno civil.
En una encíclica de 1991, Juan Pablo II afirmaba: "La cultura y la
praxis del totalitarismo comportan además la negación de la Iglesia. El
Estado, o bien el partido, que cree poder realizar en la historia el
bien absoluto y se erige por encima de todos los valores, no puede
tolerar que se sostenga un criterio objetivo del bien y del mal, por
encima de la voluntad de los gobernantes y que, en determinadas
circunstancias, pueda servir para juzgar su comportamiento. Esto explica
por qué el totalitarismo trata de destruir la Iglesia o, al menos,
someterla, convirtiéndola en instrumento del propio aparato ideológico".
"El Estado totalitario tiende, además, a absorber en sí mismo la nación,
la sociedad, la familia, las comunidades religiosas y las mismas
personas", afirmó el Papa.
Pero la desmesura del totalitarismo en Cuba va más allá del antagonismo
entre ateísmo y religión, transgrediendo nada menos que la concepción
marxista sobre la futura sociedad armónica.
Decía Carlos Marx: "En la sociedad comunista, donde nadie posee una
esfera exclusiva de actividad, sino que cada cual puede realizarse en
cualquier aspecto que desee, la sociedad regula la producción general y,
de este modo, nos posibilita el realizar una cosa hoy y otra mañana;
cazar por la mañana, pescar por la tarde, arrear ganado al atardecer,
criticar después de la cena, tal como apetezca, sin transformarnos nunca
en cazadores, pescadores, pastores o críticos".
Sabido es que la teoría de Marx no da cabida a la democracia, pero en
Cuba ni esos bucólicos ejemplos marxistas tienen cabida. Según el
Decreto Ley 262, quien quiera cazar deberá "mantener una conducta acorde
con las normas socialistas de convivencia". Igual requerimiento deberá
cumplir quien pretenda obtener tierras baldías y arrear ganado al
atardecer. Eso de pescar por la tarde, ni pensarlo. Los opositores
tienen negado expresamente poseer siquiera un botecito de remos. En
cuanto a criticar después de la cena, es un crimen previsto y sancionado
no sólo por el Código Penal, sino también por una ley bien llamada
"Mordaza".
El suicidio del ciudadano
¿Qué país es Cuba donde hasta las ocupaciones y los ocios más
ancestrales son negados a quienes disienten? Muchos quizá respondan que
este es un lugar más para irse que para quedarse. Quienes así piensan y
actúan se estarían comportando como los jóvenes que Máximo Gómez rechazó
recibir en el puerto de Santiago.
Es cierto, el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 allanó el camino
hacia el totalitarismo en Cuba, pero toda la culpa no podemos
achacársela a Fulgencio Batista y a Fidel Castro. Mediante el terror y
la manipulación de las multitudes formarían una mentalidad sumisa, pero
el miedo llevado a la escala de terror no debería justificar la
conversión de un ciudadano en pusilánime a nivel cívico y ético.
Batista eliminó la Constitución de 1940 y Fidel Castro, que dijo luchar
por reinstaurarla, terminó por aplastarla. Cabe preguntarse por qué. La
respuesta es sencillísima: porque era una herramienta democrática a
prueba de dictaduras.
Martí no vivió para evitarlo, si tal pandemia moral era evitable sin
sufrir la experiencia. Pero más que la muerte de Martí, el colapso de la
sociedad civil naciente condujo al deterioro moral y socioeconómico que
vive la sociedad cubana hoy.
La ignorancia de la Constitución de 1940 y, sobre todo, la fragilidad
cívica de la sociedad cubana condujo al suicidio del ciudadano, en tanto
ente político fundamental por aquello de un ciudadano un voto. En lo
adelante, de hecho —ya que de derecho el régimen ni se tomará el trabajo
de tenerlo en cuenta—, más que proyectos para refundar o reformar la
nación debería tenerse en mente lo ya legislado.
Según la Comisión Electoral, los votantes cubanos son 8.562.270. De
acuerdo con el primer secretario del Partido Comunista (PCC), la
organización está integrada por cerca de 800.000 militantes; es decir,
menos del 10% del electorado.
El Artículo 102 de la Constitución de 1940 establecía la libre
organización de partidos, exceptuando las agrupaciones políticas de
raza, sexo o clase. El único requisito era contar con un número igual o
mayor al 2% del censo electoral.
El PCC y la Unión de Jóvenes Comunistas juntos no deben alcanzar el 20%
del electorado.
Si la República no hubiera sido violentada en marzo de 1952, este 20 de
mayo estaría cumpliendo 109 años. Si la sociedad civil cubana comienza
su resurrección sería útil ver cómo en el próximo proceso eleccionario,
con todo y ser un sui géneris proceso eleccionario, vota el electorado
cubano. Quién sabe y más de uno se lleve una sorpresa. Todo será
proponérselo.
http://www.ddcuba.com/cuba/4847-frustracion-de-la-republica-y-suicidio-del-ciudadano
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