Thursday, April 14, 2011 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) – Lázaro Cazales no tiene
trabajo. En marzo, la administración canceló su contrato en la terminal
de ómnibus de Alberro, municipio San Miguel del Padrón, donde trabajaba
como inspector de las guaguas P-2 en la cabecera del Vedado.
Según dice, el pretexto para cesantearlo fue que él recibía cinco pesos
por dejar montar pasajeros en el ómnibus antes que aquellos que hacían
la fila para viajar. Algo que niega rotundamente.
No obstante, alega que la causa verdadera de la cancelación del contrato
de trabajo fue la antipatía que le tenía el jefe del paradero, Silvestre
Alfonso, quien "se comporta como si fuera el dueño del lugar". Sólo
permanecen en sus puestos los amigos, los que lo obedecen y los
militantes de las organizaciones políticas comunistas. A Silvestre no le
fue difícil dejar fuera a Lázaro, ya que no pertenece a ninguna de ellas
y, como no tiene quien lo ampare, fue expulsado sin derecho a reclamación.
Casos como este se repiten y pueden encontrarse en cualquier sector
laboral. El que trabaja y no pertenece al sindicato, ni es militante de
ninguna organización comunista o pro gubernamental, está siempre
expuesto a perder el trabajo, especialmente si se gana la animadversión
del jefe o administrador.
Los sindicatos responden al gobierno, lejos de defender los intereses de
los trabajadores, son vehículos para subordinarlos a los dictados del
régimen. Por tanto, los dirigentes sindicales no defienden los derechos
de sus afiliados, y siempre dan la razón a los jefes. Si alguna vez
ocurre lo contrario, los sindicalistas pueden terminar sin trabajo.
Lázaro espera resolver su problema cuando empiece a trabajar como
cuentapropista, en caso de que consiga las herramientas para reparar
motores y reúna el dinero necesario para pagar la licencia."
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