Friday, March 11, 2011

AMÉRICA PUEDE Y DEBE APOYAR LA CAUSA DE LA LIBERTAD

AMÉRICA PUEDE Y DEBE APOYAR LA CAUSA DE LA LIBERTAD
11-03-2011.
Luis Grave de Peralta

(www.miscelaneasdecuba.net).- Ante la postura vacilante del mundo libre,
el carnicero de Trípoli está de plácemes. Sus homólogos en todo el mundo
también lo están. Ante los reiterados llamados de ayuda de los rebeldes
libios, que a fuerza de coraje tratan de derrotar al ejército de
Gaddafi, una América obesa y acomodada parece olvidar su historia.

América parece olvidar que hoy somos libres no sólo gracias al valor de
los nuestros, sino también, gracias a la decidida ayuda militar que
Francia brindó a los inspirados rebeldes americanos que, como hoy hacen
los rebeldes libios, se enfrentaban mal equipados, pero repletos de
esperanza, a un poderoso ejército que intentaba aplastarlos.

Hoy, en América, los políticos del partido demócrata hablan de los actos
llenos de heroísmo de los rebeldes libios. Hablan del genocidio en Libia
para no tener que hablar del mal estado de la economía local. El
presidente demócrata también habla y suplica al legendario líder de la
izquierda árabe que se retire. Pero los rebeldes libios necesitan más
que palabras para derribar los aviones del carnicero de Trípoli. En
tanto, los republicanos, obsesionados con la economía americana, ni
siquiera quieren hablar sobre Libia para que nadie se olvide de la alta
tasa de desempleo existente.

A finales del siglo XVIII la Revolución Americana conmovió al mundo.
Francia tuvo la visión profunda y la gallardía de ponerse de parte de la
causa de la libertad. Hoy, en Virginia existe un monumento en memoria y
reconocimiento del aporte de los marinos franceses a la causa de la
libertad en América. La estatua que los franceses regalaron a América es
hoy el símbolo universal de la libertad. El prestigio de América está en
juego. Su bienestar también. O seguimos el gallardo ejemplo de los
franceses y, apoyando la revolución de los jazmines Libia, nos ganamos
el respeto de los países árabes. O dejamos que el carnicero de Trípoli
exhiba, como trofeo de guerra y para vergüenza de América, los jazmines
mutilados que pudimos haber salvado.

Los cubanos nos vemos en el espejo de la revolución ensangrentada de los
jazmines libios. Como los libios, los cubanos hemos padecido por un
tiempo infinito los tormentos de vivir aplastados bajo las botas de uno
de esos tiranos-reliquias que quedan en el mundo para consuelo de los
nostálgicos de la desaparecida Unión Soviética y desgracia de sus
pueblos. Como los libios, los cubanos aspiramos a contribuir a la
extinción de tan desagradable especie. La sangre que mana a borbotones
de los jazmines libios nos demuestra lo que ya sabíamos, que no debemos
esperar absolutamente nada del clan de los Castro. La actitud vacilante
de América nos reafirma que no sólo tendremos que conquistar nuestra
libertad con nuestro propio esfuerzo, sino también que, hoy por hoy,
tendremos que salvar a los políticos del país de la libertad de la
vergüenza de ser chantajeados por la Mafia de La Habana.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31573

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