Wednesday, February 10, 2016

Caifás y la KGB de nuevo en La Habana

Caifás y la KGB de nuevo en La Habana
La reunión en La Habana, entre los líderes de la Iglesia Católica y la
Iglesia Ortodoxa Rusa, no tiene nada de ecuménica. Es solo una
aglomeración política, afirma el autor de este artículo
Julio M. Shiling, Miami | 10/02/2016 7:33 am

Para tratar de entender la acción, impía y nauseabunda, de que los
cabecillas de la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa se reúnan
en Cuba para intentar remendar un divorcio de hace más de novecientos
sesenta y un años, podemos remontarnos a un pasado muy lejano del
cristianismo y su base fundadora, el judaísmo. Parecería un chiste
pensar que Raúl Castro, un tirano que cuenta con una nutrida colección
de pecados capitales, igual que el régimen que encabeza, podría ser el
anfitrión de tan histórico encuentro. Pero no. Es en serio y
definitivamente no es por su encanto, sus dones protocolares o los de su
comitiva, como la visita reciente a Francia nos recordó.
José ben Caifás, miembro de la secta judía de los saduceos, fue nombrado
sumo sacerdote por el procurador romano de turno y estuvo en ese puesto
mucho tiempo, coincidiendo con la vida de Jesús de Nazaret. Las
principales facciones del judaísmo en esa época eran los esenios, los
fariseos, los zelotes y los saduceos. De éstos, los saduceos eran los
más politizados y la política que abrazaban era la de plegarse al poder
político dictatorial. Entre los judíos, los saduceos no representaban a
la mayoría, pero por su relación estrecha con el cesarismo, tenían una
influencia desproporcional. En el Sanedrín, la asamblea judía
semiautónoma en la tierra ocupada de Judea, la hegemonía de los saduceos
era sólida. Tal era así, que Caifás como sumo sacerdote y líder en el
Sanedrín, logró conseguir la sentencia máxima contra Jesús. Los cargos
que enfrentó eran políticos.
Si bien el mensaje de Jesús encontró resistencia por parte de todas las
sectas del judaísmo (cada una por razones diferentes), las discrepancias
con los saduceos fueron más profundas. ¿Qué grande podía ser la
motivación de los saduceos encabezados por Caifás para que estos
buscaran la muerta de Jesucristo? La pregunta se agudiza más cuando se
toma en cuenta que todos eran judíos, viviendo en tierra ocupada por un
régimen despótico y foráneo. Tenían desavenencias litúrgicas y de libro.
Las diferencias entre las facciones judías eran numerosas e importantes,
sin embargo, entre las que más resaltaba eran (1) la visión que tenían
de la inmortalidad y (2) sobre la cultura que debía predominar. Los
saduceos no creían en la vida después de la muerte material y favorecían
la cultura greco-romana sobre la judía.
La prédica de Jesucristo, y luego el cristianismo, se sustentaba en la
noción de la supervivencia del alma y la de un orden espiritual
superior. La idea platónica de la inmortalidad se expandió
geométricamente con la prédica de Jesús y luego se institucionalizó con
el cristianismo. La cultura en el Imperio Romano, que abrazó la cultura
helénica no-platónica tras la absorción de tierras griegas, chocaba
intrínsecamente con la cultura judía y sus tradiciones. Es fácil de ver
por qué la visión global que Caifás y los saduceos tenían representaba
una contradicción clara a las enseñanzas de Jesús. El poder político en
Judea ocupada, para Caifás, ofrecía la alternativa de la viabilidad para
el ejercicio de esa visión del mundo. En otras palabras, cuando lo
metafísico urge de la acción política, el resultado es la ideología. No
importa si el agente de cambio o reforzamiento que posibilita la
manifestación de esa ideología sea una dictadura, como lo fue en el caso
de Caifás. Eso mismo es ahora en nuestros tiempos, el caso del Papa
Francisco.
La selección del lugar en este "reencuentro" coreografiado en el nombre
de un ecumenismo, obedece a propósitos políticos e ideológicos y no
tiene nada con ver, esencialmente hablando, con la religión. Jorge Mario
Bergoglio es un hijo pródigo, integralmente constituido, de la
radicalidad tóxica que tomaron del Concilio Vaticano II y luego de
eventos como el Consejo Episcopal Latinoamericano de Medellín (1968), la
licencia moral para guerrear en el mundo y promover, por vías de un
clericalismo rojo, interpretaciones desnaturalizadas del cristianismo y
fusionarlas con el marxismo. Que el tiempo le haya dado un lenguaje más
templado, obedece a la realidad histórica que el socialismo fracasó y no
un cambio de sentimiento.
No se está equivocado al determinar que Bergoglio es un ideólogo
altamente politizado que, como Caifás, no le importa con quien tiene que
asociarse si eso le avanza su visión del mundo. En la disputa entre la
inmanencia versus la transcendencia, el Obispo de Roma claramente
inclina su preferencia por la primera. La inmanencia busca lo divino en
el mundo material, esa idea peligrosa de tener "el cielo en la tierra".
Su encuentro en Cuba con el Patriarca Cirilio I (o Kirill) de Moscú y de
todas las Rusias es un acto de concordancia ideológica.
Vladímir Mijáilovich Gundiáyev, el nombre secular de Cirilio I, tiene un
historial, largo y patético, de ser un servidor y apologista del
comunismo. En 2008 visitó al tirano Fidel Castro, lo alabó y le concedió
la Orden de Gloria y Honor de la Iglesia Ortodoxa Rusa y al tirano II,
en ese mismo viaje, le entregó la Orden de San Daniel el Príncipe de
Moscú, Primera Clase. Ha sido un defensor recalcitrante del dictador
bielorruso, Aleksandr Lukashenko. Algunos periodistas e investigadores,
como Tony Halpin de The Times (de Londres), reportaron en 2009 que
Cirilio I tenía una conexión con la KGB, un rumor persistente desde
1990. Su patriarcado está lleno de encomios al Estado ruso y el
autoritarismo putinista, incluso en casos cuando el tema ha sido la
supresión de la libre expresión. En general, se puede concluir
decididamente que quien lidera la Iglesia Ortodoxa Rusa hoy es un hijo
de Putin.
La reunión en La Habana entre los líderes de la Iglesia Católica y la
Iglesia Ortodoxa Rusa, no tiene nada de ecuménica. Es solo una
aglomeración política (y de la sucia) e ideológica que busca deconstruir
paradigmas y, de paso, aportar al intento de preservar una fiel
dictadura comunista. Esto no tiene nada que ver con la aproximación de
dos denominaciones que una vez fueron una. Se le seguirá dando caso
omiso a lo obvio y lo relativo al titulado tema.
La libertad de culto está, desde que la actual administración
norteamericana empezó su política de "descongelamiento" hacia el
castrocomunismo, en llamas. Los casos de violación groso a la expresión
religiosa se han disparado. Christian Solidarity Worldwide, un grupo de
derechos humanos que enfoca su trabajo en la libertad de culto y la
defensa de los perseguidos por profesar su creencias religiosas a través
del mundo, registraron más de dos mil trescientos casos de violaciones
en Cuba en 2015. La dictadura castrista está demoliendo iglesias,
arrestando a creyentes, robándose sus pertenencias y propiedades y
hostigando a cualquiera que se acerca a estos grupos. Recientemente,
arrasaron la iglesia Emmanuel en Santiago de Cuba y encarcelaron a más
de doscientas personas. Aunque esto sí tiene que ver con la religión y
otros valores fundamentales, será un agravio más que, ni Bergoglio o
Gundiáyev, le interesará tocar. La dictadura cubana ha seguido la vieja
práctica de los jacobinos de permitir denominaciones que están bajo su
dominio de influencia y aplastan a las que no se doblegan.
Es hora que los católicos se den cuenta, lo que muchos ortodoxos rusas
ya saben. La religión que tiene primacía en el corazón del Papa
Francisco, igual que Cirilio I, es la religión política y no es
necesariamente de la variedad democrática. Jorge Mario Bergoglio tiene
un prejuicio ideológico, igual que tenía Caifás, que define su escala de
valores. De ahí la tolerancia que el Obispo de Roma exhibe hacia el
cesarismo de la familia Castro. Nada de imitar a Cristo en eso. Al
contrario. Bergoglio y su nuevo compañero en armas de Moscú, están en
una misión, pero no es precisamente la de Cristo. Entendiendo esto, es
perfectamente congruente que se reúnan en Cuba. ¿Ecuménico? ¡Por favor!
Dios está mirando y Él es quien tendrá la última palabra.

Source: Caifás y la KGB de nuevo en La Habana - Artículos - Opinión -
Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/caifas-y-la-kgb-de-nuevo-en-la-habana-324800

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