Publicado el domingo, 06.09.13
Desmontando el estado totalitario
Mirta Ojito
Cada vez se hace más difícil saber si se debe ser optimista o pesimista
con respecto a Cuba, lo cual es bueno.
Por muchos años la mayoría de los exiliados han mantenido una sola
visión de la isla: la cosa andaba mal y se ponía peor. El resto del
mundo observaba con ojos nublados y veía lo que quería ver: una ciudad
en ruinas pero hermosa –todo siempre gira en torno a La Habana– que
resistía el embate del mar y del poderoso enemigo del norte con dignidad
y rumba o rumba y dignidad, dependiendo del punto de vista.
Pero la narrativa ha cambiado.
El los últimos meses, se ha permitido a los disidentes y a voces
independientes de la isla viajar y regresar, al parecer sin
consecuencias ni actos de repudio. Pero algunos no pueden salir, ya sea
porque el gobierno cubano no se los permite o porque el gobierno
norteamericano no les da visa.
Como dijo el profesor de Harvard Jorge Domínguez la semana pasada en una
charla en Nueva York: "Ambos gobiernos nunca han perdido la oportunidad
de perder una oportunidad".
El servicio de Internet empezó el martes, y los cubanos ahora pueden
visitar más de 100 centros de computadoras en el país para entrar en la
web, pero a un costo muy alto. En un país donde el salario promedio es
$20 al mes, la mayoría no puede pagar $5 por una hora de acceso a Internet.
La población de la isla se reduce y envejece. La gente no se reproduce.
En parte, dijo Domínguez, porque los cubanos están preocupados por sus
circunstancias económicas y por el futuro. Varios estudios indican que
uno de cada cinco cubanos vive en la pobreza, y eso es según una
definición de pobreza que la mayoría de nosotros consideraría extrema
(personas que ganan menos de $4 al mes, no cultivan lo que comen, no
reciben almuerzo gratis en el trabajo y no reciben remesas del exterior).
Por otra parte, unos 400,000 cubanos tienen licencias para tener negocio
propio. Suponiendo que contraten a otros, Domínguez calcula que unos 2
millones de cubanos trabajan por cuenta propia en empresas pequeñas y
medianas financiadas, mayormente, por los exiliados (las remesas siguen
siendo la tercera fuente de ingresos más importante para la economía
cubana, después del ingreso por la exportación de servicios, como
médicos, y los dólares que dejan 2.5 millones de turistas al año).
Pero no todo el que quiere trabajar por cuenta propia consigue una
licencia. El gobierno ha sido muy específico sobre las 178 categorías
permitidas. Por ejemplo, los maestros no están en la lista, pero los
tutores sí; los carpinteros pueden reparar muebles pero no pueden
hacerlos porque no hay madera.
Aunque Domínguez dijo que Raúl Castro está desmontando el estado
totalitario poco a poco, la realidad es que el Estado mantiene el
control. Hay un solo partido, no hay una oposición reconocida, no hay
libertad de expresión ni de reunión, ni ninguna señal de que la isla se
esté moviendo hacia la democracia.
No obstante, los homosexuales por fin han sido aceptados (hasta Fidel ha
pedido perdón por haber perseguido a los homosexuales) y Raúl ha abolido
el temido trabajo "voluntario".
Estados Unidos y Cuba siguen cooperando amistosamente de diversas
maneras, a pesar de la retórica de ambos países. Tres de cada cuatro
pollos que se consumen en la isla vienen de Estados Unidos, dijo
Domínguez, gracias a una excepción del embargo que permite las
exportaciones agrícolas a Cuba. Es un negocio perfecto para los
norteamericanos: Cuba paga en efectivo.
Cuba está en la lista de países que apoyan a los terroristas, pero los
dos países cooperan en diversos asuntos de seguridad, principalmente la
inmigración. Los balseros atrapados en el mar suelen ser devueltos a la
isla.
El cambio más importante, por supuesto, es que los hermanos Castro han
cedido poder o han anunciado que así lo harán. Fidel cedió el poder a
Raúl, y Raúl ha nombrado a su sucesor, Miguel Díaz Canel. Esta ecuación
es problemática. Los líderes modernos y progresistas permiten que su
pueblo tome estas decisiones. Los pueblos modernos y progresistas exigen
su derecho a ello.
Y he aquí donde se cuela mi pesimismo.
Desde los viejos tiempos del capitalismo y la corrupción, el país pasó a
ser un estado exaltado de comunismo despiadado, sólo para llegar al
territorio más familiar de las repúblicas bananeras –pero sin las
bananas– donde una oligarquía implacable controla a una población
mayormente empobrecida y culpa de sus fracasos a Estados Unidos.
Cuando la bloguera cubana Yoani Sánchez estuvo en Nueva York hace casi
tres meses, habló mucho sobre pasar por la rendija de la puerta que el
gobierno había comenzado a abrir. Esta semana pasada, Domínguez usó la
misma analogía. ¿Podrá él, es decir, Raúl Castro, abrir más esta puerta
y también las ventanas?
Nadie lo sabe. Pero es importante el hecho de que personas inteligentes
que estudian a Cuba estén haciendo la pregunta. Significa que hay
esperanza. Significa que la suerte del país sigue en estado de cambio, y
el cambio es mejor que quedarse estático en estos tiempos confusos en
los que hay señales que apuntan al futuro y otras directo al pasado.
mao35@columbia.edu
http://www.elnuevoherald.com/2013/06/09/v-fullstory/1494839/desmontando-el-estado-totalitario.html
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