Juegos entre el Estado y particulares
Leticia ha soñado durante años con visitar el capitalino parque de
diversiones La Isla del Coco
Miércoles, junio 28, 2017 | Iris Lourdes Gómez García
LA HABANA, Cuba.- Leticia vive en la ciudad oriental de Las Tunas. Pasó
decenios soñando con visitar el parque de diversiones del municipio
Playa en La Habana. Las veces que había venido a la capital el tiempo no
le había alcanzado para visitar ese lugar ubicado en un extremo de la
ciudad.
El último recuerdo que tenía era bastante vago. Databa de cuando aún se
llamaba "Coney Island" e incluía la mayor montaña rusa de Cuba, otra más
pequeña para los niños, juegos de bolos, la casa de los espejos, entre
otros.
La semana pasada por fin pudo cumplir su sueño. Las cosas no le habrían
salido mejor ni aunque las hubiera planificado: estando de visita en
casa de su hermana, de la escuela de su sobrina en el municipio Diez de
Octubre salió en excursión una guagua directo para el parque con 60
niños y 10 adultos dispuestos a divertirse. Leticia, entusiasmada, se
sumó a aquella aventura.
Su hermana, que vive en La Habana desde hace tiempo, estuvo en el parque
hace seis años. Ya había sido remodelado y rebautizado como La Isla del
Coco. El lugar fue ambientado con personajes de dibujos animados cubanos
como el Capitán Plin y también Elpidio Valdés, pues los caballos del
carrusel se asemejan todos a Palmiche, el fiel rocín del coronel
insurrecto de ficción.
Cuando llegaron a la Isla del Coco, para comprar las entradas,
aguardaron 20 minutos hasta que fueran las diez, hora de apertura.
"Hubiera sido preferible que empezaran a las ocho, cuando el sol está
menos fuerte", pensó Leticia. Cuando dieron las diez, tuvieron que
seguir esperando otros 40 minutos a que llegara la cajera. Según les
dijeron, la mujer "estaba reunida".
Cuando lograron comprar los boletos, ya no tenían el mismo entusiasmo
que a su llegada. En la entrada fueron informados que ese día —un
sábado, que es cuando más público fluye al lugar—, sólo estaban
trabajando cinco de los equipos. Los demás estaban rotos.
Los muchachos montaron la sillita voladora, el carrusel y unas ranitas
que suben y bajan. Pero esos equipos no los entusiasmaron. Después todos
fueron hasta los carritos locos, al parecer la oferta más interesante.
A un precio de tres pesos los niños y seis los adultos, se montaron en
los carritos, las operadoras conectaron la corriente y manejaron por
tres minutos. Como a los muchachos les gustó, volvieron a gastar nueve
pesos para que ellos pudieran montar de nuevo. Ya no les quedaban
tickets, de modo que el pago fue en efectivo. Los niños seguían
encantados por manejar y chocar, por lo que desembolsaron nueve pesos
más; después, la misma suma de nuevo; y, acto seguido, otra vez nueve pesos.
Segura estaba Leticia de que ese dinero no engrosaría la recaudación del
parque, pues —como casi todos los demás visitantes— se lo estaba
poniendo en la mano a la operadora de esta atracción sin recibir
comprobante alguno. Pero decidió que ése no era su problema. Lo suyo era
pagar lo establecido, ahorrarse la caminata hasta la caseta de venta de
tickets y la subsiguiente colita, y que sus muchachos se divirtieran,
aunque fuera montando 3 minutos solamente.
Al terminar con los carritos locos, fueron para las atracciones de los
cuentapropistas. Allí todo era más caro. La cama elástica costaba 10
pesos. Una pequeña vuelta en un carrito de baterías, 10 pesos; navegar
en un botecito loco, 25 pesos; montar una gran burbuja que flota en el
agua, 20 pesos.
Leticia ahora sueña con volver al parque en diciembre. Se siente
optimista y dice que volverá un día que haya un frente frío muy fuerte.
Confía en que, para entonces, habrán arreglado los aparatos rotos. O tal
vez ya no funcione ninguno. En este último caso, no tendría que gastar
de nuevo 200 pesos, el equivalente de medio mes de trabajo de un cubano
de a pie. Con cualquiera de las dos opciones saldría ganando.
Source: Juegos entre el Estado y particulares CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/mas-noticias/juegos-entre-el-estado-y-particulares/
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