¿Qué futuro tienen los CDR en la sociedad civil cubana?
JORGE ENRIQUE RODRÍGUEZ | La Habana | 9 de Agosto de 2016 - 07:51 CEST.
Junto al resurgimiento del sector privado, unido a la conciencia
ciudadana sobre las ventajas que implica empoderarse como sociedad
civil, en la Isla se evidencia un declive de las "funciones históricas"
de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR).
"Las generaciones más jóvenes están mucho menos comprometidas y
entusiasmadas con la ideología política del Partido Comunista (PCC). En
el CDR no observan representación alguna acorde a sus intereses
personales o sociales, y en casi nada les beneficia la pertenencia
'oblivoluntaria' a esta organización de control gubernamental",
manifiesta la periodista independiente Lucía Corrales.
Los CDR, según publicita el régimen cubano, se constituyeron como una
organización de masas y en "respuesta enérgica del pueblo cubano al
terrorismo de Estado desatado por el Gobierno de Estados Unidos, la CIA
y el Pentágono contra Cuba". Reúnen en sus aproximadamente "122.000
núcleos a casi ocho millones de ciudadanos cubanos mayores de 14 años de
edad".
La guardia cederista, los trabajos voluntarios, la recogida de materia
prima, la participación en movilizaciones militares o en eventos
políticos multitudinarios, son algunos de los parámetros obligatorios
para "cumplir con la emulación socialista", que a través de los CDR
avalan a un ciudadano como "revolucionario" o "integrado a la sociedad
socialista".
"Pero su principal tarea es servir al engranaje de un sistema de
vigilancia colectivo que llega incluso a irrespetar los espacios
privados", añade Liván González, vecino del Consejo Aldabó.
"Sin embargo, el CDR ya no tiene aquel poder de intimidación, y una de
las razones es el crecimiento de ciudadanos que pasan a ejercer en el
sector privado. Décadas atrás el único empleador era el Estado, y
acceder a un puesto laboral bien remunerado o de beneficios, como el
turismo, las corporaciones o el polo científico, dependía de la famosa
verificación ideológica. Esa es una de las funciones del CDR: dar o no
el visto bueno para obtener un puesto laboral o una carrera
universitaria como Periodismo".
Aunque el CDR aún representa la organización de masas que más ciudadanos
agrupa, es evidente que en la actualidad sus miembros acuden a su
convocatoria más en dinámica de "Junta de Vecinos" que por "obligaciones
cederistas".
"La proliferación de yerbazales y basurales, que afean el entorno en
cada comunidad, es una de las realidades indiscutibles de que el CDR ya
no gobierna la vida en los barrios", opina Víctor Estévez, residente del
Consejo Popular Nuevo Vedado.
"Los trabajos voluntarios que organiza el CDR solo se convocan para
saludar efemérides ideológicas. Entre una fecha y otra es la Junta de
Vecinos, con el fondo que se recauda, quien paga por los servicios de
sanear zonas comunes y la recogida de deshechos. Con frecuencia se les
paga a vecinos del propio barrio. Esto genera una cultura de pertenencia
pues el ciudadano participa activamente, sin obligaciones ideológicas,
en el proceso de mejorar su calidad de vida. Pagar por estos servicios
es absolutamente legal y además sano".
"Los Consejos de Vecinos son el futuro"
Los fondos que recauda cada CDR, por concepto de Junta de Vecinos, se
utilizan entre otras cosas, para pagar al encargado de edificios
multifamiliares, a celadores de los parqueos comunes, reparaciones de
motores de cisterna, mantenimiento de ascensores, servicios menores de
albañilería y plomería, pintar las fachadas, sanear solares yermos y
jardines.
No obstante, "algunos dirigentes de nuestro CDR creen que pagar por
estos servicios es una manera de sobornar a los jóvenes", relata M.
Cedeño, vecino del Consejo Popular Plaza.
"Los jóvenes muchas veces están ociosos, sin otra recreación que jugar
al futbol o al dominó en el parque. Nacieron y se crecieron aquí en el
barrio; quién mejor que a ellos para motivarlos a mantener el entorno un
poco más limpio y sano. Ese dinero que la Junta de Vecinos dispone a
pagar por higienizar el barrio es casi simbólico. Se compra ron,
refrescos, algo para picar y así el trabajo es más divertido. No
entiendo cómo esto puede significar un soborno", añade.
A Enrique R. Jouglar, residente del Consejo Popular Latinoamericano,
también le resulta un problema entender la lógica de que pagar a un
ciudadano por embellecer su propio entorno sea un soborno.
"La Junta de Vecinos es quien tiene que decidir a quién y por cuáles
servicios paga. En mi CDR toda la vida me pagaron por reparar el motor
del agua, limpiar la cisterna o chapear los jardines. Que de esto se
ocupen los jóvenes mejor, así no andan por ahí inventando cómo matar el
tiempo. El problema está en que los CDR ya no tienen fuerza moral para
nada".
Para Cecilia, exfuncionaria de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC),
"los Consejos de Vecinos, sin el voluntarismo ni las comisiones de
embullo, son el futuro".
"Cada día hay menos personas identificadas con los CDR como vía de
solución a problemáticas cotidianas que afectan a la comunidad. La
creencia de que al pagar a un ciudadano por ejercer servicios
socialmente útiles se contribuye al soborno, denota una mentalidad
cerrada. Debemos mirar hacia el futuro y asumir que una comunidad, por
sí misma, puede llegar a generar empleos. Esas tareas no pueden
continuar siendo una indicación del PCC y ahí están los resultados:
barrios enteros rodeados de maleza, de aguas albañales, y montañas de
basura".
Source: ¿Qué futuro tienen los CDR en la sociedad civil cubana? | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1470609912_24446.html
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