Tiananmen, el silencio compartido
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Junio 04, 2016
La Plaza de la Revolución de La Habana muestra fidelidad a sus amigos de
muchas maneras. Una de ellas es el silencio cómplice. Cuando en 1968
ocurrió la matanza de Tlatelolco, el Gobierno de Fidel Castro no condenó
el hecho, porque su aliado, el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), gobernaba por entonces en México. Algo similar ocurrió cuando los
sucesos de la Plaza de Tiananmen en China, ausentes hasta el día de hoy
de la prensa y del discurso oficial cubano.
Han pasado 27 años desde que miles de estudiantes se manifestaron de
forma pacífica en Pekín, para exigir reformas democráticas y resultaron
desalojados a la fuerza. El momento crucial de aquellas protestas fue el
4 de junio cuando el ejército reprimió de manera violenta a los
congregados en el lugar, dejando centenares de muertos y miles de
heridos. En octubre próximo se espera que sea liberado Miao Deshun, el
último preso conocido de los que fueron arrestados durante aquellos
disturbios.
Junto a los más de mil detenidos que fueron condenados a duras penas por
mostrar sus ansias de cambios, China destinó a otros muchos
manifestantes a campos de trabajos forzados para ser reeducados. Desde
entonces cuantiosos recursos y millones de horas de propaganda se han
volcado sobre la sociedad, para hacerla aparcar la rebeldía y dejar a un
lado los recuerdos.
Durante estos días varios activistas que intentaban evocar la fecha han
sido detenidos por el Gobierno o impedidos de salir de sus casas para
rendir tributo a las víctimas. La mordaza se extiende al espacio
virtual, donde la policía informática china ha logrado borrar hábilmente
muchas de las referencias a los sucesos de la Plaza de Tiananmen.
Sin embargo, a pesar de que en junio de 1989 la prensa extranjera había
sido expulsada de la zona y el Gobierno restringió la cobertura de los
sucesos, una imagen icónica se quedó grabada en la retina de la
humanidad. Un hombre indefenso, con una bolsa, parado frente a un tanque
militar, mostraba la fragilidad absoluta del ciudadano bajo un poder
totalitario.
Esa foto jamás ha sido reproducida en ninguno de los medios cubanos que
gestiona el Partido Comunista. Las autoridades de la Isla se han sumado
de esa manera al intento de borrar la historia que han impulsado
denodadamente sus camaradas chinos. Son cómplices en el intento de crear
un agujero en el pasado.
Hoy, junto a la China de economía pujante y problemas ambientales,
existe un país al que no se le permite hablar públicamente de su
historia. Una nación a la que se le ha ofrecido un bienestar económico
desigual a cambio de su conciencia, pero donde también muchos no han
aceptado el trato. Son los que recuerdan a aquel joven que iba al
mercado cuando su suerte cambió para siempre.
En el caso de Cuba, el empeño de forzarnos a la amnesia no comienza ni
termina con la tragedia que tuvo lugar en aquella inmensa y distante
plaza. Una vez los medios oficiales nos escamotearon la caída del muro
de Berlín, negaron por semanas el accidente de Chernóbil e hicieron
mutis por el foro ante los crímenes de Nicolae Ceaușescu.
La lealtad de la Plaza de la Revolución hacia sus compañeros ideológicos
incluye la innoble tarea de acompañarlos en alterar las cifras, esconder
las noticias y sepultar en silencio a los muertos.
Source: Tiananmen, el silencio compartido -
http://www.14ymedio.com/opinion/China-Derechos_humanos-Cuba-Yoani_Sanchez_0_2010998886.html
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