La heladería Coppelia cumple 50: ya no es lo que era pero conserva sus fans
La heladería se estrenó el sábado 4 de junio de 1966
El diseño es de Mario Girona, uno de los arquitectos cubanos más
importantes del siglo XX
Los habaneros dicen que la Catedral del Helado se derrite a pasos
agigantados
JORGE POSADA
jposada@elnuevoherald.com
Esa noche lo único que comimos en la casa fue un pan con tortilla y un
vaso de agua y nos habíamos quedado con hambre. Después de comer, nos
pusimos a hablar de lo que todo el mundo hablaba: habían abierto una
nueva heladería de lo más bonita, en la esquina de L y 23, en el Vedado,
que se pasaba todo el tiempo llena. Se llamaba Coppelia y llevaba dos
semanas de inaugurada. Ya eran casi las doce, pero a mi madre se le
ocurrió llevarnos para conocerla y tomarnos un helado. Su propuesta era
fascinante: "Me han dicho que abre las 24 horas, que tiene un montón de
sabores y que los helados son riquísimos".
Aunque mi abuelo, que se preparaba para acostarse, no decía nada, estaba
oyendo la conversación. De pronto, se levantó de la butaca donde estaba
sentado, y con su inconfundible voz de boticario cascarrabias, dijo:
"Eso es un disparate. A quién se le ocurre ir a las mil y quinientas
hasta el Vedado para comerse una bola desabrida de mantecado".
Se había equivocado porque los helados eran una delicia, pero nunca lo supo.
Mi madre, mi hermano y yo salimos apurados a buscar la última guagua de
la noche. Como a la una de la mañana llegamos, y a esa hora estaba
bastante vacía. A pesar de que ya tenía fama de que siempre había unas
colas enormes, hicimos una bastante cortica. Mi hermano yo pedimos un
plato que se llamaba Copa Lolita –dos bolas de helado con un flan en el
medio–, mi madre otra que llevaba el renacentista nombre de Tres
Gracias, y nos sentamos en una mesa en los jardines. Era la primera vez
que iba a Coppelia y no había de ser la última.
EL NEGOCIO REDONDO DE CASARSE CON CUBANOAMERICANOS
Antiguamente, en el lugar estuvo situado el hospital Reina Mercedes,
construido en 1886. Los terrenos para su edificación habían costado
3,000 pesos. Cuando fue demolido en 1954, la superficie estaba valorada
en 250,000 pesos. La idea era levantar allí un rascacielos de 50
plantas, que superara al Focsa, aún el más alto del país con 36 pisos.
Pero el proyecto no se materializó, por la llegada de la revolución. Con
anterioridad, allí había funcionado un centro recreativo llamado
Nocturnal y un aburrido pabellón de turismo. El diseño de Coppelia
estuvo a cargo de Mario Girona, uno de los más importantes arquitectos
cubanos del siglo XX. Contó con el aporte de los dibujantes Candelario
Ajuria y Rita María Grau. Girona ya era muy respetado por un célebre
proyecto de cabañas de madera en forma circular, al estilo de una aldea
taína que se bautizó con el nombre de Guamá, y que empezó a funcionar en
la Ciénaga de Zapata como complejo turístico en 1962. Para la monumental
heladería que se le encomendó hacer, Girona y su equipo se inspiraron en
arquitectos alemanes y esbozaron cinco espacios pequeños, una cancha
grande que se dividió en tres secciones y un segundo piso también
dividido en secciones con un bello domo de luz formado por cristales de
todos los colores de la tierra. El edificio tiene forma de araña, fue
construido de hormigón armado y está rodeado de una exuberante
vegetación con grandes árboles y plantas.
La heladería con nombre de ballet se estrenó el sábado 4 de junio de
1966 y desde el inicio fue un éxito rotundo. Con el tiempo el lugar se
convirtió en todo un símbolo para varias generaciones de cubanos. Es
difícil que alguien que no tenga alguna historia o un recuerdo
relacionado con Coppelia. En los primeros años ofrecía una carta con 26
cremosos sabores y 24 combinaciones irresistibles. Una bola de coco
almendrado o de crema de vie costaba menos de un peso, y una Copa Melba,
una Canoa y un Turquino, 90 centavos. Las colas no se acababan jamás.
Cuando aquello, con el odiado capitalismo aún demasiado cerca, La Habana
era todavía mucha Habana, y a todas horas Coppelia era una escala
obligada. Se llenaba de familias, de grupos de muchachas, de ancianos
solitarios, de noctámbulos empedernidos, de extranjeros, de visitantes
de otras provincias, y de hombres que salían a ver qué les reservaba el
destino ese día. Las parejas de enamorados gritaban sin hablar sus
ansias irreprimibles de vivir, y todos pensábamos que la vida nos iba a
durar toda la vida. Coppelia era el lugar más visitado de El Vedado, y
quizás de la ciudad entera. La última parada del día. Tengo un amigo que
iba tanto que le gustaba parafrasear una famosa frase de Lorca: "Si me
pierdo que me busquen en Coppelia".
Pero a medida que pasaban los años y la desidia socialista empobrecía al
país cada vez más, el helado se volvió un lujo y el antiguo esplendor
dio paso al caos. En medio de un imperdonable descuido y de pésimas
condiciones de higiene, su calidad decayó estrepitosamente. Se cuenta
que durante el "período especial" –en los años 1990–, la heladería llegó
a trabajar pocas horas al día. Había sólo dos o tres sabores (menta,
naranja piña y coco) y los favoritos del público –chocolate, almendra y
fresa– empezaron a desaparecer vertiginosamente. El presagio de mi
abuelo terminó por hacerse realidad: el helado era aguado e insípido.
A 50 años de su inauguración, Coppelia no es ni remotamente la sombra de
lo que fue. Con enconada ironía, los habaneros afirman que la llamada
"Catedral del Helado" se derrite a pasos agigantados y es una vergüenza
nacional.
¿Qué queda entonces de Coppelia después que cuatro generaciones de
cubanos la visitaran, soñaran entre sus paredes y jardines y disfrutaran
con ganas sus helados? El recuerdo de lo que fuimos; las burlonas
trampas que nos tiende la nostalgia; una época en el que el interminable
fragor de la vida era menos una queja.
Source: La heladería Coppelia cumple 50: ya no es lo que era pero
conserva sus fans | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article81595902.html
No comments:
Post a Comment