Sus Majestades y Sus Excelencias Satánicas
[10-03-2016 16:12:48]
Martín Guevara Duarte
Escritor
(www.miscelaneasdecuba.net).- No podría afirmar cuanto tiempo llevaban
golpeando la puerta, ni siquiera diría que el sonido de los golpes logró
despertarme, pero me sacó del profundo estado de inconsciencia en que
había pasado las últimas horas. No sentía las piernas ni los brazos,
pero sí un cúmulo de punzadas, tambores, aguijonazos, en el interior
de mi cabeza.
Levanté un párpado y dirigí la mirada a la puerta alzando el hilo de voz
que logró salir de los pulmones.
-¿Quién es?
-Abra la puerta, es la seguridad del Hotel-
Recién ahí me di cuenta que estaba sólo. La noche anterior o cuando
quiera hubiese cedido a la gravedad para caer desplomado en aquella
cama, había estado rodeado de amigos y de una novia de la cual no
alcanzaba a recordar el nombre ni la cara (Honky Tonk Woman). Fui hasta
puerta mirando el suelo para esquivar vasos , botellas, y algunos trozos
de comida. Abrí.
Eran dos hombres corpulentos y una empleada del hotel, me invitaron a
bajar sin preámbulos , dijeron que luego me dirían el motivo de tal
desvelo. Les pedí que me permitiesen vestir y lavar mi cara, uno de
ellos conmigo en la habitación mirándome mientras me echaba agua y la
aplastaba contra las mejillas y la frente para que penetrase por los
poros y llega
se al centro de la resaca.
Encontré el pantalón, la camisa y mi cordón de cuero del cuello, pero...
-Los cigarros, no encuentro los cigarros- El tipo los señaló con la
mirada, estaban en el suelo, aplastados, junto a un billete de veinte
pesos, recogí ambos, y como si nunca hubiese estado dormido, eché mano
de la botella más cercana y antes que el tipo me pudiese decir algo, me
tomé el fondo que le había quedado, como recomendaba ese viejo truco
para la resaca.
¿Habríamos roto algo, alguien se habría ido sin pagar, o simplemente le
habría dado una sirimba a alguno de los que la noche anterior habíamos
subido a las dos habitaciones que yo había alquilado en el Hotel Riviera?
Llegamos al subsuelo, luego bajamos por unas escaleras y tomamos un
pasillo, hasta una habitación de paredes de cemento a la vista, típicas
de sótano, había un escritorio, sillas, aire acondicionado, y materiales
de oficina.
Entonces el que estaba a cargo me preguntó, quienes eran los que habían
dormido en las habitaciones. Un primo mío se había ido por la noche, un
amigo se había quedado y tres muchachas que conocimos en el "Elegante",
un bar del lobby del hotel. Le dije que sólo estuve con las tres chicas
que no conocía de nada, fuera de los escarceos vagamente recordados de
la noche anterior.
Me dijo que él sabía que había dos amigos más conmigo, le pregunté
porque era el interrogatorio, y me trajo un cilindro enrollado de papel
estraza quemado en su punta, y me dijo- De la otra habitación que tú
alquilaste se fueron todos más temprano, cuando la camarera fue a
limpiarla encontramos esto, es un cigarro de marihuana y queremos que
nos respondas quien lo llevó, si había más y quienes fumaron. "Rip this
joint".
Dije que yo no sabía nada y era verdad, entre otras cosas porque
habíamos formado mucho ruido tirándonos bistecs con papas fritas en el
pasillo del piso que estábamos alojados y habría sido demasiado
llamativo exponerse de ese modo, en aquel entonces a quien detenían con
un petardo de marihuana iba directo a la cárcel, con el alcohol que
teníamos era suficiente para nuestras exigencias lúdicas.
El sitio para fumar yerba era el malecón, las plazas, los parques
donde si se acercaba un extraño se lo veía a la legua y daba tiempo para
deshacerse del "cabo". En casa de mi vecino Jardines, el hippie del
"espendrú" una vez di unas pitadas que me abrieron las puertas de su
efecto escuchando el disco "Band of Gipsies " de Jimi Hendrix, su último
disco, el tema Machine Gun lo recuerdo como si todavía lo estuviese
escuchando.
Pero para el entonces yo era muy aficionado a la botella, y además
sabía que la cárcel no estaba hecha para muchachos de mi tipo, tomaba el
riesgo de un joint muy de vez en vez.
Ya sabemos que eres familia del Che, por eso te salvas- me dijo el que
estaba al mando y ahí respiré aliviado- y también sabemos que dejaste el
pre, que te encanta el ron y que tienes una mancha de "diversionismo
ideológico" en el expediente, porque te gusta toda la basura de esos
rockeros maricones y drogadictos que cantan en inglés.
-¿Y que hay de malo en eso? pero no fumo cosas raras. Ah, y no son
maricones.
Cuando el tipo se percató de que en verdad yo no sabía nada, me dijo:
¿ Quieres fajarte conmigo en una celda tú y yo solos pepillo
zarrapastroso?– me hizo gracia porque no estaba sólo ni un rato.
-Gracias pero no me gustan la peleas, ni sé quien tenía ese cigarro
que ni siquiera estaba en mi habitación. Si no tiene nada más, por favor
permítame irme que me esperan en casa.
Tardo un buen rato en soltarme, cuando salí por la noche, me encontré
con una amiga de la garganta de la ciudad, nos tragó otro bar.
"Caballos salvajes, azúcar marrón, lame y despotrica,
eres una chica lista y los tipos te admiran, explota tu ego"
En Cuba el rock estuvo proscrito como lo estuvieron incluso ciertos
cantantes de la música romántica, como Julio Iglesias, Roberto Carlos o
José Feliciano. Cuando digo que durante mucho tiempo estuvo prohibido,
no me refiero a la venta, sino a pasarla por la radio, en una fiesta o
escucharla en la casa.
Los amantes del rock, además de reunirse para lucir sus atributos
contestatarios, lo hacían más que nada por la convicción de que aquella
música tenía un poder que oscilaba entre la sanación y el
cambio, escuchaban algun long play que había llegado de afuera, el olor
a carátula, las fotos, los créditos, todo de afuera, y todo rock.
Grand Funk Railroad, Led Zeppelin, Deep Purple, Kiss, The Faces, Jimi
Hendrix y siempre, los Rolling Stones.
En ellos se mezclaba la pasión por la música que hizo mover las caderas
a los ingleses, el respeto a los precursores del blues, con un
torrencial de irreverencia terrenal, sin embargo, posible en la vía
pública, glamoroso, vital, beodo y sexy. ¿Qué mejor estandarte podía
querer un joven inconforme y desafecto al sistema?
Sumergido en efluvios etilicos en alguna barra de bar, uno es Keith
Richards, y las veces que tocado por la gracia del buen duende, uno
es merodeado por la curiosidad de las chicas, entonces es Mick Jagger.
Esas dos palabras unidas, Mick Jagger, forman parte de casi todas las
lenguas del mundo, pero más aún que del idioma, forman parte de una
sensación, del deseo, de la vaga imagen de un modo de ser. Porque el
MIck cotidiano es admirador de Jorge Luis Borges, como "Keef" es
poseedor de una fabulosa biblioteca.
Cuba fue uno de los primeros países de afuera de los Estados Unidos
donde se bailó rock'n'roll, antes de 1959 había músicos de rock emulando
a sus pares del norte. La Habana recibía estrellas de la escena
norteamericana. Y un buen día, junto a la promesa del "Hombre nuevo",
borraron de la faz de isla al hombre frívolo, desterraron la liviandad,
condenaron el entretenimiento volátil, ahogaron al joven díscolo, y se
perdió la desobediencia.
El tema grabado por la EGREM que más punteos y riffs de guitarras
eléctricas exhibió, "Cuba va", del Grupo de Experimentación Sonora del
ICAIC, no obstante parecer rock, para ver la luz debió rezar en su letra
algo tan poco hippie como: "Por amor se está hasta matando, para por
amor seguir trabajando".
El propio Comandante Guarapo, en varios discursos acusó de
afeminados, desafectos del sistema, vagos y burgueses a los jóvenes
pepillos, que sólo buscaban pasar un buen rato escuchando música
o haciendo el amor en una plaza, en el malecón, en la Rampa, o frente al
Hotel Capri, como muy enfadado en uno de sus discursos, acusó a dichos
jóvenes de ofrecer shows elvisprelianos y feminoides, que la
Revolución no podía permitir.
Muchos de ellos pasaron momentos terribles. Otros desistieron de sus
modas ante el acoso de los años y de los sempiternos agentes de la moral
revolucionaria.
En cualquier cuadra, en la reunión del CDR se trataba a quien escuchaba
música rock del imperialismo como un elemento antisocial, como un lumpen.
En cualquier escuela, cada seis meses tenía lugar la Asamblea de Moral
Comunista, y se levantaba cualquier compañero de clases sin mayor rubor,
para acusar delante del tribunal del aula, al hedonista que disfrutase
de aquellos punteos subversivos, de esos baquetazos desenfrenados, a los
que se dejasen el pelo por encima de la oreja, usasen el pantalón de
uniforme demasiado ajustado, la camisa demasiado ancha, el cinturón
subversivamente a la cadera.
Y entonces le manchaban el expediente escolar acumulativo o laboral, con
una etiqueta muy reconocible: "Diversionismo Ideológico", que lo
acompañaría entre otras probables manchas, por el resto de sus carreras
evitando los railes de la conducta adecuada.
Incluso a los Beatles se los acusó de lumpen que pervertían a la
juventud, hasta que la URSS fue desmoronándose y Guarapo en un intento
por acercarse a los cultores de los blue jeans gastados, lo más que se
aproximó fue a una estatua de Lennon, que él permitió instalar en un
parque del barrio de El Vedado.
Pero el copyright de esta intolerancia no lo ostentaban Cuba y sus
monarcas, sino que toda la izquierda gobernante en los países del
Segundo Mundo, y la que intentaba arribar al poder en América latina,
eran tan represores como lo más retrógrado de la derecha, con
aquella pose naif, que a priori resaltaba por estética y que hoy
desde la distancia se le reconoce el perfil ético.
Campos de concentración de la UMAP, furgones para cargar pepillos,
peludos, gansos, hippies, cortarles el pelo, internarlos en centros de
trabajo que enseñarían la hombría a base de esfuerzo, prohibiciones de
géneros musicales, censura a los Almas Vertiginosas, a Dada, los Barba,
Maggie Carlés, tras evaluaciones del ministerio de Cultura no superadas.
Y mientras, los Rolling Stones seguían tocando con los tiempos, pasaron
del blues al rock, pasarona la psicodelia, al funky, al disco con Miss
You o Undercover, tocaron el Reggae, la balada, flirtearon con el punk,
vieron caer Berlin, Praga, Moscú y allí hicieron sonar el aire, para
cambiar el sello de "prohibido" al de "abierto".
Como si se tratasen de aves míticas, sus majestades Satánicas tocarán en
La Habana tras la visita de un "hermano presidente estadounidense", el
mundo ha cedido a los cambios de época, pero Cuba, zigzagueando el
brillo de esos barnices, sigue gobernada tras más de medio siglo por los
Torquemada del desenfado apolitico.
En 1968 un inglés flaco, glamoroso e irreverente, se plantó delante de
la Embajada de EEUU en Londres en una manifestación contra la guerra.
Algunos dijeron que por una vez Jagger y Richards se envolvían en
política. Hoy pondrán el escenario sobre el último reducto de la Guerra
fría.
Espero que ese gran concierto sea una fiesta de todos los inquietos,
divertidos y díscolos, los de ayer que queden en la isla, los de hoy y
los de mañana, que no pase como con el tristemente famoso concierto
de Billy Joel, Kris Kristofferson, Rita Collidge y otros en el Karl
Marx, en 1979, bajo el más estricto secretismo, donde únicamente
asistieron militantes de vanguardia de la UJC, y toda pléyade de
obsecuentes.
Ojalá sea una fiesta donde se diviertan los cubanos, los Stones, y los
visitantes. Y aquellos delatores, abusadores, genízaros, que desde luego
asistirán cumpliendo órdenes y dando los pocos coletazos que le van
quedando ya, tengan la poca vergüenza de mantenerse fuera, de ponerse
tapones en los oídos, de no mirar la pantalla gigante, de no sentirse
saludados ni aludidos, sepan que ese concierto es para la gente de buena
vibra, es para cambiar el "prohibido" por el "abierto".
Durante décadas, ingente cantidad de jugadores perdieron sus apuestas a
favor de: "a Fidel le queda una afeitada" y de: "este será el último
concierto de los Rolling Stones".
Dos dinosaurios duros de pelar.
Señores, se abre la Gran apuesta ¿Cuál de ellos seguirá ganando la
partida de la eternidad?
Video:
https://www.youtube.com/watch?v=d1m6aF500Zg
Source: Sus Majestades y Sus Excelencias Satánicas - Misceláneas de Cuba
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http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/56e18ef03a682e16a0939df8#.VuLL0JwrLjY
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